Lograr la originalidad en el arte de las letras es misión más que difícil en un entorno donde parece —hace tiempo ya― que todo recurso está agotado. Mas quizás solo se trate de aunar talento e inspiración y dejar correr ambos para que surja una manera, distinta a todas, de escribir, cual si los arcanos de las letras humanas dictaran, unidos en un mismo fin. Tal es la poesía recogida en el libro titulado Pensamientos libres, de Roberto Francisco Manzano Díaz, profesor, poeta, editor, ilustrador y diseñador gráfico nacido en la central provincia cubana de Ciego de Ávila, en 1949. Licenciado en Educación y Máster en Cultura Latinoamericana por la Universidad de Camagüey, es también profesor adjunto de la Universidad de La Habana y miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba, UNEAC. Por su obra, fue nominado para el prestigioso premio Reina Sofía, de España. Su poesía aparece en varias antologías, publicadas tanto en Cuba como en el extranjero. Como carta de presentación de su quehacer literario en el presente volumen, propongo este «Expediente del solo»:
Dura ha sido mi vida. Viento y polvo me azotaron fieramente el rostro. Alto pagué cada estrella, y luché con vigor cada racimo.
Antes de tomar la estrella en el cielo, tuve que vertebrar en mi hueso las escalas. En cada huella hacia el racimo, dejé la púrpura de mis venas.
Pero la circunstancia no pudo macerarme la médula. No pudo acibararme el pecho. No pudo amilanarme el nervio. No pudo aviborarme la lengua.
Yo puse, por mi parte, un continuo erguirse sin odios ni rencores, contento de ser bueno en el silencio oscuro.
El libro fue publicado en 2016 por la editorial Capiro, de Santa Clara, dentro de su Colección Faz. Dividido en tres partes, agrupa obras donde la moral y la ética son tema y debate a la vez, sin preceptos manidos ni prejuicios esquemáticos, sino reflejando una limpieza de alma a través de la magia de la palabra con un sentido poético y filosófico, que nos recuerda por momentos los versos de Goethe y Schiller. Tal vemos en «Atmósfera viciada».
Hay tanta ira, tanta ambición, tanta soberbia, tanta carencia que se cubre con vidrio de color los agujeros sombríos.
Cada vez que veo a un bueno cerca, o percibo que pasa, o me atiende en algún sitio, me dan unas ganas enormes de avisarle!
Sacros son los seres que se encuentran, aunque sea por un segundo, en estado de inocencia, pues ellos son la diadema de la especie.
El poeta construye su obra total a partir de tres fraccionamientos, que serían breves cuadernos por sí solos, titulados Los dedos en la cera, Fogatas sobre el polvo y Vértebras de la espuma. De este texto ha expresado su editor, Douglas Manuel Franco Rodríguez, en el explicativo prólogo —que divide también en tres partes― al referirse a las técnicas empleadas en la creación:
Persigue […] una concisión de la imagen delineada con la mayor sencillez y gusto posibles. Iteración y síntesis son aquí, búsqueda de riqueza y énfasis […] la forma expresiva se ha escogido entre las fronteras del verso y de la prosa, sin inclinarse en absoluto por ninguna de las dos. […] Su respiración artística se asienta sobre la distribución justa de los grupos fónicos, peculiar del ritmo de la prosa; y el desarrollo intuitivo del ritmo de cantidad, tan propio de la lírica.
Los versos que integran este libro, escritos desde enero de 1994 hasta octubre de 2003, según fecha registrada por el autor al pie del último poema, nos remiten hacia disímiles circunstancias en que puede verse envuelto el ser humano, y las actitudes y pensamientos más íntimos que despiertan la relación de nuestra propia persona con ese entorno, en sus presentaciones más solapadas o abiertas, en sus retos o en sus miserias.
El lenguaje se desliza con una fluidez sin merma y envuelve y define cada concepto, logrando mantener una coherencia y una sorpresa dramatúrgica a la vez en cada poema, deslizado como discurso de sabio, comentario de padre, anécdota de viajero que ha conocido mundo, mientras nos ofrece con gusto sus más eruditas conclusiones. Los títulos de cada poema se registran tras el último verso y no como encabezamiento: líder y síntesis de las ideas que vendrán. Sin embargo, resulta una vía igualmente original para obligar a una meditación posterior a la lectura, acerca del significado que tienen en realidad los versos leídos, y en no pocas ocasiones, esta singular sintaxis nos reserva un sobresalto semántico.
En la misma dirección, el poeta revela muy sutilmente el entorno social y las aspiraciones de una mayoría que representa: ese «sentir de pueblo» que no es para nada discurso vacío o trivial, ni cargado de divagación política. Varias esencias son simbolizadas, alegorizadas y pixeladas en sus palabras, «escritura infinita», como bien reconoce en uno de sus versos iniciales. Así ocurre en «Explorar y volver»:
Dejemos bien fijados detrás los guisantes del regreso, hijos míos. Cada uno sea cuidadoso con esos signos menudos.
Al entrar audazmente en los trillos, carguemos con los guisantes necesarios. Ellos serán como voces o banderas.
El bosque es muy grande, y ya hemos entrado hacia la magnética sombra, averiguando cada uno su lumbre más alta.
Algún día, después de las emocionantes expediciones, será entonces lo más hermoso de todo poder regresar a casa.
La obra del poeta avileño ha sido traducida al griego, al chino y al inglés. Entre sus publicaciones, destacan Puerta al camino, a la luz por la editorial Ácana en 1992; Mito y texto de José Martí, Premio de Ensayo Emilio Ballagas 1995; Tablillas de barro, que integra la colección Pinos Nuevos, de Letras Cubanas, y cuya segunda parte obtiene el premio Adelaida del Mármol en 1996; Canto a la sabana y El hombre cotidiano, del mismo año, publicados respectivamente por las editoriales Unión y Ácana; y Transfiguraciones, Premio José Jacinto Milanés a cargo de Ediciones Vigía, de Matanzas. Igualmente recibió el Premio de Décima del concurso 26 de Julio de 2002 por El racimo y la estrella, y los premios Nicolás Guillén en 2004 y 2005 por Fogatas sobre el polvo y Synergos.
Una vez más queda la invitación a conocer y apropiarnos de los Pensamientos libres de Roberto Manzano.
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