A 155 años de una fecha para no olvidar
Mi madre atravesó para buscarme, y pasando a su lado las balas, y cayendo a su lado los muertos, la misma horrible noche en que tantos hombres armados cayeron el día 22 sobre tantos hombres indefensos. ¡Era mi madre: fue a buscarme en medio de la gente herida, y las calles cruzadas a balazos, y sobre su cabeza misma clavadas las balas que disparaban a una mujer, allí en el lugar aquel donde su inmenso amor pensó encontrarme!
Así relata José Martí el espeluznante episodio vivido por él y por su madre doña Leonor en el teatro Villanueva el 22 de enero de 1869, fecha en que miembros del Cuerpo de Voluntarios españoles arremetieron contra simpatizantes de la independencia, dispararon a mansalva y dejaron un número indeterminado de muertos y heridos entre los concurrentes.
He aquí los hechos. La función de aquella noche transcurrió dentro de la normalidad hasta que en la segunda parte de la representación de la pieza El perro huevero, uno de los actores recitó de manera vehemente su bocadillo: ¡Viva la tierra que produce la caña!
El actor fue coreado por los espectadores. De inmediato llegó a oídos de los miembros del Cuerpo de Voluntarios, integristas acérrimos, la «bola» de que en el teatro se había aclamado a Cuba Libre y a Carlos Manuel de Céspedes.
Llegado el entreacto, varios jóvenes que departían en la cantina del coliseo fueron provocados por un peninsular que prorrumpió en vítores a la metrópoli, estallando la trifulca. El representante de la policía en el teatro, así como los voluntarios, arremetieron contra los espectadores, llegando a congregarse allí más de mil hombres armados.
Al día siguiente el gobernador general lanzó una proclama «a los habaneros», (españoles) advirtiendo que se tomarían represalias contra los partidarios de los insurrectos. Las cifras varían, aunque cuando menos murieron cuatro personas y hubo numerosos heridos.
Los sucesos del teatro Villanueva determinaron su cierre. Estuvo situado en la calle Morro entre Genios y Refugio, al costado oeste de donde mucho después se edificaría el Palacio Presidencial.
Los hechos de aquella noche conmovieron a la ciudadanía, aterraron a las familias, acrecentaron la represión autorizada de las fuerzas al servicio de España y demostraron hasta dónde podían llegar los represores en su afán de mantener el poder colonial.
El 22 de enero de 1869 —el día 28 del propio mes cumpliría Martí 16 años— no fue sino preámbulo de un atropello mayor: el fusilamiento de ocho estudiantes de Medicina el 27 de noviembre de 1871.
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