Como nació en Medellín, provincia de Badajoz, España, Miguel Lozano Casado pudiera parecer a nuestros lectores un «extranjero» en las letras insulares. Y la verdad es que no es así en absoluto, porque Lozano escribió su obra en Cuba, hizo mucho periodismo en estas tierras de intenso verdor y, quienes hojean las viejas ediciones del diario El Mundo, aún pueden encontrar sus textos.
Antes de llegar a Cuba, Miguel Lozano anduvo por Marruecos, donde residió. Esta estancia dejó huella en su obra, marcada por una intencionada influencia árabe que el autor cultivó con orgullo.
Apunta el crítico Max Henríquez Ureña —exigente en sus juicios— que Lozano «tenía soltura, y a veces elegancia, y gustaba de evocar el esplendor de la civilización morisca, de la que se proclamaba heredero».
Ello se palpa en el fragmento lírico que reproducimos a continuación:
En mi espíritu hay un algo de mi estirpe legendaria,
de esa estirpe florecida de una raza milenaria,
y es por eso mi tristeza la tristeza del no ser;
soy extraño, vivo solo. Esta raza no es la mía!
Tengo el alma de leyenda, de misterio y de poesía,
de otras razas y otros siglos que ya nunca han de volver.
La obra poética de este autor comprende varios libros, aparecidos a partir de 1904: Claros de luna; La canción de los recuerdos, de 1906 y Tiempos de leyenda, de 1909, así como otros que publicó bajo seudónimo, ya fuera el de Bravonel, el de Louis de Roban, Mario de Besery (o Belepery), pues además de que escribió, gustó de llevar su obra a la letra de imprenta.
«El autor es una encarnación viva de aquellos trovadores de la Edad Media, que al pie de las abiertas celosías del gótico y señorial castillo, rimaban, al son del laúd, endechas y madrigales a la dama de sus pensamientos». Esto escribió José Manuel Carbonell, en su Evolución de la cultura cubana, y el elogio debe ser considerado uno de los mayores que recibiera el poeta Miguel Lozano.
Sin embargo, queda por comentar muy rápidamente que también trabajó la prosa, en la cual se incluyen sus libros Del amor y del recuerdo (novelas cortas) y Covadonga. Impresiones de un enfermo, ambas de 1907; La novela de la vida (narración), 1913; Las mujeres de hoy (prosa) donde, de igual forma, apeló al seudónimo, que si no podemos considerar «una moda», era al menos una práctica bastante en boga entre los autores de varias décadas atrás.
Del natalicio de Miguel Lozano Casado se cumplen ahora 150 años. Tuvo lugar el 8 de junio de 1874, en España, según apuntamos al inicio. En Cuba desempeñó trabajos artesanales diversos y en 1904 ganó un premio en los Juegos Florales de la municipalidad de Camajuaní, en el centro de la Isla.
El periodismo lo incorporó a su nómina en las redacciones del Diario de la Marina, La Lucha, La Prensa, El Mundo, publicaciones todas de arraigo en el contexto republicano. Ello, sin contar sus numerosas colaboraciones en El Fígaro, Azul y Rojo, Bohemia, Orto…
Y si bien no nació en Cuba, Miguel Lozano Casado sí murió en ella, en 1939, no ya como una extranjero aplatanado, sino como un cubano más.
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