Wie weit ist Wien, frase cuya aliteración considero casi imposible de trasladar al español (como traducciones aproximadas pienso en Cuán lejos está Viena o tal vez A qué distancia está Viena) , sirve como título a un libro de las editoras Alisa Douer y Ursula Seeber[1], donde recogen testimonios y biografías de austríacos que emigraron a América Latina o pasaron algún tiempo en nuestros países durante la sombría época del dominio fascista en Europa: escritores, artistas de la plástica, arquitectos, periodistas, fotógrafos, músicos y teatristas que con tesón y valentía recomenzaron sus carreras en otras tierras, en idiomas distintos, a veces desde cero, y nos legaron una obra que en muchos casos es fundacional para nuestras culturas.
Los nombres de algunos de esos exiliados austríacos son bien conocidos entre nosotros, como ocurre con el director de orquesta Erich Kleiber para los amantes de la llamada música culta, o con el escritor Stefan Zweig para una buena parte de nuestro público lector. Ludwig Schajowicz, en cambio, ha sido víctima de un injusto olvido. Personalmente encontré por primera vez su nombre en el libro ya mencionado de Douer–Seeber, en el año 2000. Entre las fotos que ilustran el capítulo dedicado al Caribe, hay una donde aparecen la escalinata, el Alma Mater y el Rectorado de la Universidad de La Habana; debajo dice: «Seminario de Artes Dramáticas. Dr. Ludwig Schajowicz, director». Según el pie de foto, reproduce la portada de un folleto cuyo autor es el propio Schajowicz.
¿Quién es este austríaco que publicó un folleto en Cuba?, me pregunté, y al leer la breve biografía recogida en el libro supe que Schajowicz había fundado el grupo Teatro Universitario de La Habana; que bajo su dirección se presentó por primera vez en Cuba una tragedia griega (Antígona, de Sófocles, en traducción del erudito cubano Juan Miguel Dihigo y Mestre), y que en su Seminario de Artes Dramáticas se formaron varios de nuestros más destacados teatristas.
Años después volví a encontrarme con el nombre de Schajowicz en el libro Calzar el coturno americano[2], de la profesora Elina Miranda, quien dedica un capítulo de esa obra a la labor del grupo Teatro Universitario que él fundó y dirigió. Y hace catorce años, en visita a Puerto Rico, donde residió Schajowicz hasta su muerte en 2003, tuve la fortuna de conocer a dos de sus discípulos: la profesora Victoria Espinosa y el profesor Dean Zayas, a quienes agradezco el haber puesto a mi disposición reproducciones de materiales relacionados con Schajowicz (cartas, recortes de periódicos, fotos, programas de teatro) que ellos atesoraban desde hacía tiempo.
Dramaturgo, filósofo, escritor, traductor y profesor universitario, Ludwig Schajowicz había nacido el 7 de noviembre de 1910 en Czernowitz, lugar que pertenecía entonces al imperio austrohúngaro, y que después perteneciera sucesivamente a Rumania, la Unión Soviética y Ucrania (de la que forma parte en la actualidad). Trasladado desde temprana edad a Viena, Schajowicz terminó su bachillerato en 1929 en el Akademisches Gymnasium, y en 1932 se graduó en la Escuela de Altos Estudios de Música y Arte Dramático (Reinhardt-Seminar). En 1935 se doctoró en Filosofía y Etnología por la Universidad de Viena; en esa ciudad dirigió el Theatre Bleu y trabajó como lector del Dramaturgisches Büro.
En 1938 emigró a Cuba, y desde 1939 fue profesor de la Academia de Artes Dramáticas y delegado cultural de la Liga Austríaca[3]. En 1941 fundó el grupo de Teatro Universitario de La Habana y el Seminario de Artes Dramáticas (ya mencionados), los que dirigió hasta 1947. Sobre el grupo de Teatro Universitario escribe la Dra. Petra Röhler en su artículo «Ludwig Schajowicz– Precursor del teatro moderno en Cuba»:
El alcance de este ambicioso proyecto, cuya eficiencia no había de verse limitada solo al ámbito universitario, también se hace evidente en el apoyo que, según sus posibilidades, le ofrecieron destacados intelectuales y artistas de Cuba. Así, entre los miembros de la Junta Directiva del Teatro Universitario encontramos nombres como los de Jorge Mañach, Rodolfo Méndez Peñate, Manuel Bisbé y Vicentina Antuña. En las funciones participaron, por ejemplo, Alejo Carpentier como asesor musical, y Manuel Duchesne, el director de la Orquesta Filarmónica, con sus músicos. Las versiones de Antígona y Edipo Rey son de Juan Miguel Dihigo, decano de la Facultad de Humanidades; Francisco Ichaso y José Antonio Portuondo escribieron comentarios y críticas de diferentes puestas en escena.[4]
Y más adelante, en el mismo artículo, Röhler se refiere al Seminario de Artes Dramáticas:
(…) los que fueron participantes de su Seminario confirman que las clases de Schajowicz eran vivas, comprensibles y amenas, pero a la vez él era un profesor estricto que planteaba a sus estudiantes altas exigencias y aspiraciones. No por gusto salieron de aquel Seminario, como mencionábamos al inicio, grandes actores cubanos como Vicente Revuelta, Erdwin Fernández, Ernesto de Gali, Rafael Ugarte, Antonio Vázquez Gallo, Maritza Rosales, Violeta Casal, María de los Ángeles Santana, Alejandro Lugo, Ana Saínz, por nombrar solo a algunos.
Schajowicz aceptó en 1947 una invitación para dictar conferencias en la Universidad de Puerto Rico, país donde fijó residencia y de cuya universidad fue catedrático hasta su muerte. Allí dirigió durante algunos años el grupo de Teatro Universitario y la revista Diálogos. Como lo había hecho antes en Cuba, también en Puerto Rico fue el primero en llevar a escena una tragedia griega, Ifigenia en Áulide, de Eurípides, traducida al español por el propio Schajowicz. Más adelante abandonaría la labor teatral para dedicarse únicamente a la docencia.
Durante su actividad como director teatral, en tres países, Schajowicz llevó a escena obras de Esquilo, Sófocles, Eurípides, Shakespeare, Ben Jonson, Cervantes, Calderón de la Barca, Moliere, Goldoni, Goethe, Schiller, Musset, Molnár, Hoffmannsthal, O’Neill, Anouilh y otros. En Cuba ofreció cursos de arte y literatura dramática en la Academia de Artes Dramáticas, el Seminario de Artes Dramáticas y la Universidad de La Habana; en Puerto Rico impartió clases y conferencias en la Facultad de Humanidades de la Universidad, en los departamentos de Drama, Bellas Artes, Español, Literatura y Filosofía.
Publicó varios libros, entre ellos Mito y existencia (1962), De Winckelmann a Heidegger. Ensayos sobre el encuentro griego-alemán (premiado en el Certamen de Ensayo Literario del PEN Club de Puerto Rico en 1986 y editado ese mismo año) y El mundo trágico de los griegos y de Shakespeare (1990), que lleva el subtítulo «Consideraciones sobre lo sagrado». En la primera parte de este, el último libro de Schajowicz, se hace explícita una vez más su admiración por la cultura griega (que lo llevara a promover con insistencia la representación de las tragedias clásicas), así como la importancia social y sicológica que atribuye a los mitos antiguos y al arte, en tanto búsqueda y creación de belleza, capaz de despertar en lo más íntimo del ser humano, la aspiración a lo sagrado como razón y fundamento de la existencia.
Al morir en San Juan, el 24 de abril de 2003, Ludwig Schajowicz era profesor emérito de la Universidad puertorriqueña, y uno de los intelectuales más respetados del Caribe. Sirvan estas líneas como modesto homenaje a su memoria, y a su valioso aporte al teatro de tres países.
[1] Alisa Douer y Ursula Seeber (editoras):Wie Weit ist Wien, Picus Verlag Wien, Viena, 1995.
[2]Elina Miranda:Calzar el coturno americano, Ediciones Alarcos, La Habana, 2008.
[3]Una de las organizaciones antifascistas existentes en Cuba en aquellos años.
[4]Publicado en Actas del IX Congreso Latinoamericano de Estudios Germanísticos(ALEG), (Editorial Universidad de Concepción, Concepción, Chile, enero de 1998.
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