
Sobre el autor
Luis Marré (La Habana, 22 de agosto de 1929 – La Habana, 31 de octubre de 2013): Poeta, narrador, traductor y editor. En su juventud trabajó en disímiles oficios: jardinero, obrero textil, tenedor de libros, guionista de cine y contador público. Se licenció en periodismo por la Universidad de La Habana. Fue colaborador de revistas fundamentales de la literatura cubana como Orígenes, Ciclón, Lunes de Revolución, Unión, Casa de las Américas y, por varios años, jefe de redacción de La Gaceta de Cuba.
Es considerado un poeta esencial, imprescindible en la historia de la poesía cubana, que se distinguió desde sus inicios por el rigor, el refinamiento y por limitar su creación para entregar libros que son más que recopilaciones, estrictas selecciones de sus trabajos. Entre sus obras destacan los poemarios Los ojos en el fresco (1963), Canciones (1964), Habaneras y otras letras (1970), Nadie me vio partir (1990), Techo a cuatro aguas (1996) y A quien conmigo va (2001).
En 2008 obtuvo el Premio Nacional de Literatura como reconocimiento al conjunto de su obra.
De él dijo el también poeta Antón Arrufat en abril de 1990:
Deseaba que Marré hubiera escrito una obra más extensa, que sus poemas fueran largos, su prosa se multiplicara en varios volúmenes… No hace falta, sin embargo, y lo comprendo ahora, exigirles tales transformaciones y cientos de páginas. Basta con lo hecho… No es necesario convertirlo en otro, para comprenderlo y disfrutar de su obra.
Como homenaje, en el aniversario de su fallecimiento compartimos algunos de sus poemas, gracias a la colaboración de Colección Sur que los publicara en una Antología mínima en el año 2013 y ahora los cede para su publicación en nuestro Portal.
Fragmentos de su obra
Hamlet y la Luna
—Luna mendaz No era flor, era la mano blanca de Ofelia. — Que no era lirio tú lo sabías Y sin embargo cantabas: “Vámonos, vámonos a cortar la flor del agua”.
Hoy
¡Qué dura y cierta esta luz del día! Lejos de mí he vivido, tan lejos que ni siquiera sé quién soy yo mismo. ¡Ay, qué triste palpar estas cenizas y no saber si alguna vez ardimos!
Fábula de la muerte
(De Los ojos en el fresco)
Un sauce de ceniza cayendo interminable te cobija —melodía callada de la muerte ensayando una flauta fémur sin cesar renovada en fémures de garzas o doncellas o mancebos (ella desecha los huesos de los viejos y las fieras) Su dedo se detiene en uno y otro hueco, y fluye otra tonada, nunca la deseada; ella busca ascendente la melodía como columnilla de incienso: pero cae, cae, cae: sauce interminable. Tú, recostado al negro tronco —cuerpo de la flautista—, sueñas. ¡A tus muslos de piel dorada y jóvenes! ¡quién sabe si en ellos duerme aquella melodía!
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