Sobre el autor
Stéphane Mallarmé (París, 18 de marzo de 1842 – Valvins, 9 de septiembre de 1898) fue un poeta y crítico francés, uno de los grandes del siglo XIX, que representa la culminación y al mismo tiempo la superación del simbolismo francés. Fue antecedente claro de las vanguardias que marcarían los primeros años del siguiente siglo. Los siguientes poemas han sido traducidos por Jesús David Curbelo.
Fragmentos de su obra
Tristeza de verano
El sol, sobre la arena, luchadora dormida, con tus cabellos de oro funde un lánguido baño, y, quemando el incienso de tu cara enemiga, él mezcla con las lágrimas un brebaje amoroso. Del blanco resplandor la inalterable calma te hace decir, muy triste —¡miedosos besos míos!—: «No seremos jamás una única momia bajo el desierto antiguo y las palmas felices». Pero tu cabellera es la corriente tibia, donde ahogar sin temblor el alma que me obsede y encontrar esa nada la cual tú no conoces. Gustaré el maquillaje llorado por tus párpados, a ver si él sabe dar, al corazón que heriste, la insensibilidad del cielo y de las piedras.
Brisa Marina
¡La carne es triste y ya leí todos los libros! ¡Huir! ¡Huir! ¡Presiento a los pájaros ebrios de estar entre los cielos y la incógnita espuma! Nada, ni los jardines que los ojos reflejan, tendrá a este corazón que en la mar se sumerge, ¡oh, noches!, ni la estéril claridad de mi lámpara sobre el papel vacío que su blancura cuida, ni la joven mujer amamantando al hijo. ¡Partiré! Barco que mueve su arboladura, ¡leva el ancla hacia una naturaleza exótica! Un Hastío asolado por crueles esperanzas cree todavía en el último adiós de los pañuelos. Y puede que los mástiles, que a la tormenta invitan, sean de esos que el viento inclina en los naufragios perdidos, ya sin mástiles ni fértiles islotes… ¡Pero oye el corazón cantar a los marinos!
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