Este 25 de junio se cumplen seis décadas del fallecimiento de Jorge Mañach Robato en Puerto Rico, en el año 1961. Las fechas convocan al recuerdo, al homenaje, a la valoración. El eminente crítico Max Henríquez Ureña resumió la personalidad y servicio a la cultura de este intelectual de la siguiente manera:
Mañach ha legado a la posteridad una producción valiosa en alto grado, si bien su quehacer político, unido al quehacer docente, le regateó el tiempo necesario para acometer una obra orgánica, de fuerte unidad, como era capaz de hacerla. Algunos de sus ensayos han quedado, de todas suertes, como modelos: así los que componen el volumen Historia y estilo.
Nadie le discute su preeminencia intelectual en los primeros 60 años de cultura y vida republicana, porque no hay duda de que se trató de un hombre público eminente, interesado en la literatura, la política, las artes en general. También fue un hombre polémico, de esos a los que siempre se escuchó; con el cual unos concordaron, a quien otros refutaron con argumentos muy bien elaborados, porque Mañach escribió y polemizó con sabiduría, habilidad y coherencia. De inmenso prestigio intelectual, este se sustentó en una obra que abarcaba diversas aristas de las artes (la crítica, la pintura, la literatura).
Alcanzó una formación académica de lujo. Entre 1908 y 1913 residió en España, un año después se trasladó a Estados Unidos; allí se graduó en Harvard, de Bachellor of Sciences y pasó a instructor (1920-1921) del Departamento de Lenguas Romances de ese centro docente. En La Habana se doctoró en Derecho Civil (1924) y en Filosofía y Letras (1928).
De su participación en la vida intelectual, recordemos que fue firmante de la Protesta de los Trece, el 18 de mayo de 1923, liderada por Rubén Martínez Villena, acto de denuncia pública de la corrupción administrativa durante el gobierno de Alfredo Zayas, por lo cual fueron todos procesados. Fue también una de las cabezas del Grupo Minorista (quien le dio nombre), que nucleó a la intelectualidad más inquieta y renovadora del decenio del 20 y estuvo entre los fundadores de Revista de Avance, junto a Juan Marinello, Francisco Ichaso, Alejo Carpentier y Martín Casanovas.
De 1928—30 años a la sazón— es su primer libro de ensayos, un clásico del género en Cuba: Indagación del choteo, desde cuyas páginas analiza, según su apreciación,los rasgos del carácter del cubano. A este, antecedieron otros títulos: Glosario, de 1924, recopilación de sus trabajos periodísticos; Estampas de San Cristóbal, con rasgos pintorescos acerca de la capital habanera y sus tipos, y La pintura en Cuba, desde sus orígenes hasta nuestros días, de 1926. En adelante, su obra estará centrada en el ensayo.
En 1933 apareció en Madrid la primera edición del libro Martí, el Apóstol. Apuntes biográficos diversos se habían intentado sobre Martí, estudios de igual índole se han realizado después, tal vez hasta más documentados y con un mayor desarrollo en algunas áreas de la personalidad y el quehacer del más grande de los cubanos. Sin embargo, el libro de Jorge Mañach, lo que ha dado en llamarse la biografía novelada de Martí, permanece en lugar cimero no compartido. De la Cuba en que nace Martí en 1853, y para quienes ignoran su antiimperialismo confeso, allí escribe Mañach:
… No ignoraba la metrópoli que el vecino del Norte abrigaba codiciosas intenciones respecto de su colonia [Cuba]. La tajada enorme recién arrebatada a México les había aguzado a los yanquis el apetito de territorio. Cuba no vendría mal como refuerzo a los estados esclavistas del Sur, y ya algunos de sus políticos más francos se habían permitido afirmar que, tarde o temprano, la isla pasaría a los Estados Unidos.
Promotor de la cultura, fundó el programa radial La Universidad del Aire, que es empeño por elevar el nivel cultural de la población. Dirigió el periódico Acción, vocero de la organización política ABC, que tuvo en Mañach uno de sus paladines e ideólogos en el enfrentamiento al presidente Gerardo Machado. Un libro importante dentro de su bibliografía, Pasado vigente, de 1939, reúne varios de los textos periodísticos que escribió y publicó durante esa época.
Al exilio en Estados Unidos tuvo que marchar y allí permaneció entre 1935 y 1939; ocupó la cátedra de Literatura Española e Hispanoamericana en la Universidad de Columbia. Al regreso se le eligió delegado a la Asamblea Constituyente, senador y fue ministro de Estado durante los últimos meses del gobierno constitucional de Fulgencio Batista.
Cada libro suyo devino acontecimiento para las letras cubanas. En Historia y estilo, publicado en 1944, recogió dos ensayos. Uno, el titulado La nación y la formación histórica, su trabajo de ingreso como miembro de la Academia Cubana de Historia; el otro, El estilo en Cuba y su sentido histórico, que presentó al ingresar a la Academia Nacional de Artes y Letras. Perteneció a la Academia Cubana de la Lengua.
De 1951 es Examen del Quijotismo, después apareció Hacia una filosofía de la vida; otros dos ensayos los dedicó a examinar la influencia y obra del filósofo español José Ortega y Gasset. Su último libro lo tituló Visitas españolas, de 1960, colección de entrevistas a personalidades ibéricas.
Al golpe de estado de Batista opuso su condena y como muchos intelectuales comprometidos con la política, Mañach tuvo que marchar al exilio.
Se ha dicho (y redicho, lo cual es peor) que Jorge Mañach era un pensador de derecha. Pero es él quien en los años 40 escribe:
[…] Después de 1902 se repitió en nuestra tierra lo que con tanta insistencia había advertido Martí al enjuiciar la independencia en las otras zonas de la América nuestra: la colonia continuó viviendo en la República. Y no se le ocultó al juicio contemporáneo más sincero que todo había venido a parar aquí en una mera figuración de himno y bandera, sin independencia vital efectiva. Economía precaria de mando ajeno; tierra de fuga; moneda y banca extranjeras, españolidad enquistada y cubanidad en derrota; cultura perezosa y mimética; política vacía de sensibilidad social; conato de Estado en una patria sin nación.
Podría afirmarse que todo lo relativo a lo cubano le preocupó. Pero algo sí debemos apuntar. Mañach, a diferencia de otros intelectuales y escritores que en sus inicios se afiliaron a la izquierda y después la rechazaron (nos vienen a la memoria Lino Novás, Carlos Montenegro, Aureliano Sánchez Arango, Ramón Vasconcelos…), nunca coqueteó con la izquierda. Al triunfo de la Revolución se hallaba en España. Regresó, y de nuevo, por desacuerdo con el giro político (socialista) de los acontecimientos, emigró, ahora para siempre, hacia Puerto Rico, donde ejerció la docencia en la Universidad de Río Piedra. En la vecina isla murió el 26 de junio de 1961, a los 63 años.
Con Mañach y su coetáneo Juan Marinello alcanza el ensayo en Cuba sus cumbres más elevadas.
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