La entrevista a Miguel Ángel Asturias —Premio Nobel de Literatura, novelista guatemalteco de vasta trayectoria — fue realizada en París, especialmente para Crisis, por Milton Roberts. El periodista argentino, que murió poco después, había hecho también un extenso reportaje a Alejo Carpentier, pero lamentablemente sus anotaciones se extraviaron durante su agonía. Las fotos de Asturias pertenecen a Sara Facio y Alicia D’Amico; también el texto que las acompaña. Los dibujos y el manuscrito fueron entregados por Asturias a Roberts, para su publicación en Crisis.
Cuando me preguntan mi edad respondo que no tengo edad porque mis antepasados, los mayas, tampoco la tenían. Pero también puedo emplear la fórmula que usan los honorables miembros de la Academia Francesa: tenemos, dicen casi todos, dos veces 40.
En relación con mi obra, como siempre ocurre con los autores literarios, a pesar de haber publicado muchos libros, resultamos finalmente, autores de un solo libro. En ese sentido, yo sería el autor de El señor presidente. A mí me parece, sin embargo, que esta forma de analizar toda una vida literaria es superficial e injusta. Personalmente, yo le tengo un gran aprecio, y es un poco mi debilidad, a Hombres de maíz, pero poco se habla de este libro cuando se trata de analizar mi obra.
Sobre la literatura latinoamericana
La literatura hispanoamericana, la novelística en especial, considero que debe seguir apegada a nuestros problemas; yo pienso, y así lo sentí siempre, que se debe escribir para algo y entonces ¿qué hay más importante que tratar de adentrarnos en la realidad de nuestros países y exponer después la forma en que viven para crear en los lectores reacciones de protesta por la injusticia que implica la forma en que se nos explota?
Sobre los jóvenes escritores latinoamericanos
Me temo mucho y hay que ponerse en guardia, que los jóvenes escritores de nuestros países, atraídos por fórmulas de laboratorio como el noveau roman, se olviden de lo nuestro y multipliquen las palabras en ton ni son, sin advertir que la gangrena más grande para un escritor es la palabra, cuando ella no representa el grito humano, la pasión, el encantamiento amoroso y todos aquellos estados espirituales que la dignifican.
En los libros sagrados de los mayas se lee: «En la palabra todo, fuera de la palabra, nada». Religiosamente, vemos el significado sacro de la palabra y esta razón nos obliga a respetarla más y a no multiplicarla inútilmente.
Sobre los países latinoamericanos
Una perseverante preocupación mía ha sido y es el aislamiento en que viven nuestros países, separados unos de otros por fronteras de rivalidades absurdas y sentimientos primarios, que aprovechan los intereses democráticos para no permitirnos una relación normal de país a país. Y esto se refleja en lo que ocurre con los libros, las revistas, los periódicos.
Un libro publicado en Europa, por ejemplo, —y esto puede comprobarse con los libros españoles — llega más rápido a nuestros países que uno publicado en Buenos Aires, Caracas o Bogotá. Y esto mismo pasa con los periódicos y las revistas. Así es como nuestro pensamiento, que debía ser continental, se fragmenta y no posibilita una discusión de los problemas a nivel hispanoamericano, ya que estando incomunicados casi hablamos distintas lenguas.
Sobre su trabajo actual
Estoy trabajando en una obra que abarca dos novelas: la primera, ya publicada en Buenos Aires, es Viernes de dolores.La segunda, que estoy terminando, se titulará Dos veces bastardo.
En estas novelas pretendo analizar el comportamiento de las clases medias y de la alta burguesía de Guatemala en el momento en que mi país era invadido por un grupo de mercenarios en 1954.
Estas clases, como siempre ocurre, miraban antes sus propios intereses que los del país, mientras mercenarios y malos patriotas quebraban la legalidad guatemalteca y se prestaban el manejo de los capitales sin corazón. Examino, asimismo, la situación que no es solo de mi país sino del continente y del mundo en los cuales la gente joven mantiene muy alta la bandera de la rebeldía, de la protesta, de la inconformidad. Pero todo o mucho de esto lo olvidan cuando salen a la vida profesional.
Sobre sus nostalgias de Buenos Aires
A muchos les parecerá curioso, pero me place confesar que siento una gran nostalgia por Buenos Aires, en especial por la calle Corrientes, que tantas veces crucé por las noches deteniéndome en las librerías, reuniéndome hasta la madrugada con escritores, periodistas y gente del teatro. Además, mi mujer es argentina. Buenos Aires fue para mí un ambiente muy favorable para escribir y allí produje mis novelas Hombres de maíz, El Papa verde, Los ojos de los enterrados y Mulata de Tal. A mí me parece que Rubén Darío en su Canto a la Argentina, como poeta del verso, presiente lo que va a ser la América del futuro, mezcla de razas, de lenguas, de dioses, y Buenos Aires es, indudablemente, un canto a la humanidad futura. Hace ocho años que no visito Buenos Aires, donde dejé muchos amigos, algunos de los cuales ya no volveré a encontrar: Oliverio Girondo, Norah Lange, Raúl Castagnino.
Sobre su relación con los jóvenes escritores
Muchos jóvenes —escritores o no— me visitan y hacemos tertulia. Mi casa está abierta siempre para ellos después de las seis de la tarde, con mucha charla y una taza de té. Los jóvenes se interesan por el oficio de escritor, preguntan algunos cómo se hace para escribir una novela. Yo les respondo que a cualquier persona puede uno, en veinte lecciones y ejercicios, enseñarle a escribir un soneto. Pero nadie tiene la receta, el cauce, para escribir una novela.
En todo este conflicto de generaciones que vivimos, lo que uno debe evitar es ponerse en magister,en quererlos aconsejar. Para mí, no se trata de nuevas generaciones que desalojan generaciones más viejas. Esto ocurría antes: una generación substituía a otra en el ritmo vital, pero ahora es totalmente distinto.
Las nuevas generaciones no tienen nada que ver con nosotros, ni siguen a las nuestras. Es como si hubieran llegado de Marte y para encontrar un campo de comprensión con ellos hay que acompañarlos, sin quererlos dirigir, repito, para ayudarlos en su angustia ya que en los jóvenes de hoy —fuerza es reconocerlo— hay una inmensa angustia.
Yo y mi imagen
No me veo y me veo. Me veo dócil en esta imagen sin movimiento, ahora que existe el universo de las imágenes en fuga. Sí que está lejos de nosotros el retrato inmóvil. Una fotografía es siempre una cosa antigua, más cerca del daguerrotipo que de la maquina calculadora, lo de hoy es la imagen que sucede a la imagen en instantáneas de la misma imagen, el retrato en movimiento nacido de la máscara, la caricatura, el dibujo animado, hasta su perfeccionamiento en el cine.
La estabilización de un gesto, de un nudo de gesto, traiciona la vida que es cambiante, instantánea, y por eso, para mí, esta mi imagen reducida a retrato, me sacude, como si estuviera en presencia de mi yo espectral, de un yo detenido para la «pose» fotográfica, de un yo sin el oleaje de su mar interior, sin lo conflictivo de su existencia.
No me veo y me veo. Mi imagen durará más que yo. Este pensamiento es mi castigo. Volví la cabeza (retratarse es detener el presente ya en pasado, volví a ver y me convertí en imagen casi estatuaria. Heroísmo. Toma de conciencia. La sal blanca de la luz en el mar negro de la sombra. Somos la imagen de Dios y la multiplicamos en el vientre de las máquinas fotográficas. [Ay de los vientres que concibieron]) ¡Todo es transitorio, para mí, pasajero de tren asomado a las ventanas de tus fotografías!
Muchos, casi ninguno, de los nuestros, saben leer, pero la conocen y sabemos quién eres, porque los que nos leen nos dicen tus cosas y tus versos y sabemos que nunca, ni de lejos, cuando te rodeaba la gloria, olvidaste a tus pueblos, para los que sigues reclamando justicia y escuelas y tierras para sembrar el maíz y comer sin llanto. Creemos en ti y nos da esperanza saber que alguien tan grande como tú lucha por nosotros: no perdemos, por eso, la fe, aunque hace cuatrocientos años que esperamos que nos den escuelas y tierra para cultivar nuestro maíz y nuestros frijoles. Pensamos en ti como en nuestro Tecun-Uman,que representa el verdadero Tata de la nacionalidad porque murió en defensa de su casa y de su pueblo y ahora la traemos por eso esa imagen suya, donde está grabado tu poema como el más sencillo homenaje que te pedimos que aceptes.
Discurso que la india Alicia Cotzojay leyó en quiché, en cachiquel y por último, en español, en representación de todas las tribus que acudieron a saludar a Miguel Ángel Asturias cuando este regresó a Guatemala en 1983
El camino
1770. Arriba a Guatemala, procedente de Oviedo (España), el fundador de la rama americana de los Asturias: don Sancho Álvarez de las Asturias. Sus descendientes se mezclan a los indígenas y se multiplican: algunos participan en el movimiento de independencia de 1821.
1888. Se hace cargo del gobierno guatemalteco Estrada Cabrera, un personaje de contornos enigmáticos que se apoya en las supersticiones populares para ejercer una rigurosa dictadura.
1889. Nace Miguel Ángel Asturias en la ciudad de Guatemala. Ernesto, su padre, es abogado y desciende de una familia adinerada: María Rosales, su madre, es maestra y pertenece a una humilde estirpe provinciana.
1903. Para evitar persecuciones políticas, la familia Asturias se instala en Salama, un pueblo no muy distante de la capital, pero de difícil acceso. Allí, Miguel Ángel aprende a escribir.
1907. Regreso a la capital.
1916. Asturias concluye el bachillerato y se inscribe en la Facultad de Medicina.
1917. Renuncia a la medicina e ingresa en Derecho. El 27 de diciembre un terremoto destruye la ciudad.
1920. Derrocamiento de Estrada Cabrera. Asturias trabaja en su tesis: «Problema social del indio».
1921. Asturias es delegado al Primer Congreso Internacional de Estudiantes que se celebra en México.
1923. Se recibe de abogado. Poco después, se embarca para Londres.
1924. En julio se instala en París. Asiste a los cursos que, en la Sorbona, dicta George Raynaud sobre ritos y religiones mayas. Simultáneamente se gana la vida como periodista enviando artículos a México y Guatemala. Frecuenta a los surrealistas.
1928. Luego de cinco años en Francia viaja a La Habana y a Guatemala. Regresa a París.
1930. Redacta ya El señor presidente, su primera novela, que por razones políticas, no aparecer hasta 1946. Frecuenta a César Vallejo y a Uslar Pietri.
1931. Electo presidente de Guatemala gracias al apoyo de los EE.UU., Jorge Ubico ejerce dictatorialmente el poder y otorga a la United Fruit Co. la explotación de las mejores tierras del país a cambio de la construcción de un puerto (que nunca fue construido).
1933. Asturias regresa a Guatemala.
1937. Funda El Diario del Aire.
1944. Cae Ubico. Es elegido presidente el profesor Juan José Arévalo.
1945. Asturias viaja a México.
1946. Es designado agregado cultural a la embajada en México.
1948. Con igual cargo, es trasladado a Buenos Aires. Trabaja en Hombres de maíz. Frecuenta a Rafael Alberti y Toño Salazar.
1950. Publica Viento fuerte,primer volumen de una trilogía en la que se propone pintar la vida en las plantaciones de bananos que United Fruit Co. posee en Guatemala.
1950. Es nombrado ministro consejero de la embajada en la Argentina.
1951. En marzo, Jacobo Árbenz Guzmán sucede a Arévalo y continua su política.
1952. Asturias es designado ministro consejero de la embajada en París.
1953. Embajador en El Salvador.
1954. En la Décima Conferencia Interamericana de Caracas, Asturias, que preside la delegación de su país, denuncia los ataques estadounidenses a Guatemala.
1954. Cae Árbenz: comienza la dictadura de Castillo Armas. Asturias es despojado de su ciudadanía. El Salvador lo declara «ciudadano honorario» y le concede pasaporte. Asturias se dirige a Chile, donde pasa un mes con Neruda en Isla Negra. Comienzan sus ocho años de exilio en Buenos Aires, donde se desempeña como corresponsal de El Nacional, diario de Caracas, y como asesor de la Editorial Losada.
1962. Las presiones políticas, luego de la destitución de Frondizi, lo obligan a marcharse a Europa. Se instala en París. En agosto visita Rumania.
1964. En Italia.
1965. En Génova colabora ad honorem en una organización de intercambio cultural, el Columbianum, y prepara un simposio de intelectuales latinoamericanos.
1965. Candidato a la presidencia del Pen Club.
1966. Recibe el Premio Lenin de la Paz. En agosto es designado embajador en París por Méndez Montenegro, nuevo presidente guatemalteco.
1967. Premio Nobel de Literatura.
1970. En abril renuncia al cargo de embajador. Caída de Méndez Montenegro.
Pablo Neruda vivo
Octubre destrozado en Guatemala. la traición del ejército frutero. Sobre tu pecho reclinó la frente mi pueblo acongojado, cuando el sabor del cielo se nos aguó en la boca y una lluvia salobre nos inundó la cara... Tu oído de poeta siempre atento al sufrir de los hombres, percibió en ese junio del muy 54 año del siglo, maizal y golondrinas, el martirio del trópico al abrirse las venas de nuestros bananales… Ahora, la cívica grandeza de Chile pisoteada por botas militares, persecución, fusilamientos, ruinas, y la diástole y el sístole de un solo corazón. el diástole, Allende. el sístole, Neruda, que nadie se separe, la causa de su ejemplo no es de réquiem a réquiem. es de "sursum" a “sursum", y surgirá más alta la grandeza de Chile. su cívica grandeza que era orgullo de América y cantará Neruda que ya fuera del tiempo, encamaré mil años de pájaros de espuma… Que no hablen de tu muerte. yo te proclamo vivo. yo te proclamo vivo, y al reclamo de Chite, tu respondes: ¡PRESENTE!
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Tomado de Crisis
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