Dos de las grandes joyas de la literatura cubana de todos los tiempos las escribió Miguel de Carrión, médico, pedagogo, periodista y narrador cubano.
Hombre que supo mejor que nadie auscultar la sociedad cubana de los inicios del siglo XX, sobre todo la hipocresía de las clases más opulentas. Para describir los problemas, Carrión casi siempre tuvo a una heroína en sus novelas, no importa si era rica o pobre, lo principal estribaba en cómo era tratada y lo poco que se le reconocía en el medio que se encontrara.
Vida y obra
Miguel de Carrión Cárdenas, nació cerca de la iglesia de Monserrate, el 9 de abril de 1875, en la Habana, hijo de padre abogado de los tribunales de la nación y nieto de un caballero de la Real Orden de Carlos III. Realizó los primeros estudios en su ciudad natal. Se graduó de bachiller en 1890.
A la edad de 20 años, ingresa en la Escuela de Derecho, pero tuvo que abandonarla al estallar la última guerra de independencia debido a sus actividades revolucionarias, posteriormente emigra a los Estados Unidos. A su regreso, en 1903, ganó por oposición una plaza de maestro de enseñanza primaria, a la que renunció al año siguiente. En Cuba se dedicaría a las letras y al periodismo, a la vez que estudiaba medicina en la Universidad de la Habana, estudios que terminó en 1908, profesión que supo ejercer a la par de su escritura.
En 1905 formó parte de la Asociación de Biología y en 1908 ingresa en la Sociedad de Estudios Clínicos de La Habana. Dos años después, la Junta Rectoral de la Universidad de La Habana le adjudica la Ayudantía Facultativa del Departamento de Rayos X, adscrita a la Escuela de Medicina, puesto que abandonó en 1913.
A partir de entonces prestó servicios en la Asociación Cubana de Beneficencia, hasta que en 1917 ganó por oposición la cátedra de Educación Física, Juegos y Deportes y Anatomía, Fisiología e Higiene en la recién creada Escuela Normal de La Habana.
Entre 1921 y 1922 trabajó directamente con el secretario de Instrucción Pública y Bellas Artes. Como miembro del Partido Popular Cubano fue candidato a representante por la provincia de Oriente en 1922. Reintegrado a su cátedra, en 1923, fue nombrado secretario de la escuela y formó parte de una comisión para el estudio de las reformas del Reglamento General de Instrucción Primaria. Por último, en 1926, se le nombró director de la Escuela Normal.
Fue miembro de la Academia Nacional de Artes y Letras. Su abundante labor periodística había comenzado en 1899 en el efímero periódico Libertad, del que fue redactor. Su vocación de pedagogo lo llevó a fundar en 1903 la revista especializada Cuba Pedagógica en la que permaneció hasta abril de 1905; y donde publicó varios artículos y ensayos para intentar definir el carácter del cubano y contribuir con ello a la toma de conciencia de sus defectos y vicios.
Creó, junto con Félix Callejas, la «revista para niños» La Edad de Oro (1904). También colaboró en las publicaciones Azul y Rojo, de la que fue director en 1904, El Fígaro, Cuba Contemporánea, Letras, Archivo de la Policlínica, Revista de Medicina y Cirugía, El Comercio, La Discusión, La Noche, La Lucha (de la que fue nombrado subdirector en 1919) y Heraldo de Cuba. En colaboración con el pedagogo A. M. Aguayo publicó en 1906 la obra de texto escolar Estudios de la naturaleza. Dentro del campo, de su profesión médica publicó Los cálculos renales y su diagnóstico (La Habana, Imp. El Siglo XX, 1912).
Miguel de Carrión representa al grupo de narradores que a finales del siglo XIX empiezan a concebir el cuento como una narración distinta, por su factura y sus propósitos. En 1903 publica La última voluntad, volumen de cuentos; y al año siguiente da a conocer su primera novela El milagro. Ambos textos están enmarcados dentro de la tendencia naturalista que venía de Francia y España.
Carrión, estaba interesado por los conflictos psicológicos y por el mundo íntimo de la mujer, así como por la reflexión en torno a la sexualidad y a su repercusión en la conducta de los hombres. Caracterizada por un raigal anticlericalismo, su obra tiene mucho de relato lírico, en medio de una naturaleza absorbente.
En 1918 publica Las honradas y al año siguiente Las impuras. Las protagonistas femeninas de ambas novelas, afectadas por sus amores, descubren las contradicciones sociales existentes. Su última novela La esfinge (1929), obra que Carrión no llegó a concluir realmente, cuenta con elementos como la descripción de escenas de fuerte sensualidad, típico en su narrativa al igual que el intento de penetrar en la psiquis de la mujer. La novela no fue publicada hasta 1961. En 1983, el director Humberto Solás adaptó el texto a la gran pantalla con el título de Amada.
Pronunció conferencias sobre distintas materias, científicas y literarias. Falleció en La Habana, el 30 de julio de 1929.
Dos novelas polémicas
De todas sus obras, las dos más impactantes y que le valieron la popularidad fueron Las Honradas y Las Impuras, ambas novelas psicológicas que se adentran dentro del pensamiento y obrar de mujeres. La descripción que hace de cada heroína en las dos novelas indicadas es muy real del mundo íntimo de sus deseos, reacciones, miedos y retos.
Las Honradas, escrita en 1918, es una novela de estructura equilibrada y estilo cuidado. Con técnica naturalista, constituye el relato espiritual de su protagonista, Victoria, quien narra en primera persona su propia existencia.
Carrión realiza una verdadera introspección en el ánimo de Victoria. Ella pondrá el balance de su auto-análisis el concepto de la honradez, tal como lo prescribía la moral burguesa de principios del siglo. El creador encara las convenciones mojigatas que predominaban en la familia cubana de la época, pero no es menos descarnada su visión de la realidad política y social de la República, sino como la copia de un ambiente empobrecedor y mezquino. Dicha novela psicológica muestra el esclarecimiento del mundo subjetivo de Victoria, pero el marco social no está olvidado, sirve como trasfondo adecuado para la protagonista, resulta un elemento más a considerar en el panorama anímico de esta mujer.
La heroína de Las Impuras, publicada en 1919, es Teresa, una mujer de recta moral, pensamiento independiente, estoica y voluntariosa al actuar, que finalmente cae en las manos de un hombre casado, deformado moralmente y carente de ética, antítesis de Teresa.
En Las Impuras se hace una descripción muy detallada de la Habana Vieja de aquella época, y nuevamente Carrión muestra a una mujer que se debate entre los convencionalismos establecidos y que enfrentan los retos de la sociedad en la que viven. Teresa no es una prostituta, ya que una «impura» puede ser una amante o querida según los términos establecidos de la sociedad. El prejuicio de la virginidad es igualmente tocado dentro de esta novela, así como el del chulo o proxeneta. La novela constituye un estudio del marco de la prostitución en La Habana de entonces. No es una novela de índole psicológica, sino de propósitos sociológicos.
Ambas novelas deben ser leídas y estudiadas; son testimonio de la sociedad donde el tema actual de la mujer es bien descrito. Miguel de Carrión dibujó magistralmente la Cuba de aquel entonces, sus lacras, sus problemas y los contrastes sociales existentes, exponiendo su preocupación por los derechos de la mujer frente a una sociedad patriarcal y machista que se encarga de cuestionar y ridiculizar.
El escritor cubano-estadounidense Calvert Casey (1924-1969), escribió sobre la Las Impuras: «Decir que Las Impuras es una gran novela es faltar el respeto a las grandes novelas». Para una buena parte de los estudiosos literarios es el novelista más interesante de su generación, junto a Carlos Loveira, Jesús Castellanos y Miguel Ángel de La Torre, siendo las novelas Las Honradas, y sobre todo, Las Impuras, sus dos logros artísticos más preciados. El propio Calvert aseguraba que «la cruda exposición y el análisis que sin proponérselo hace (…) del fenómeno social del relajo, del principio agudo del placer que motivó a varias generaciones, convierten a Las Impuras en un documento sociológico de interés permanente si sus méritos literarios no bastaran».
Por otra parte, la vocación pedagógica y sociológica de Miguel de Carrión se volcó sobre todo hacia la condición social de las mujeres. En ese sentido, también en la revista Cuba Pedagógica publicó textos encaminados a llamar la atención sobre costumbres retrógradas que mantenían a las mujeres como seres dependientes e ignorantes.
Legado
Con sus narraciones publicadas en Cuba durante los años iniciales del siglo XX y en sus obras inéditas, demostró un conocimiento inusual de la psicología y los conflictos de la mujer, trazando precisas caracterizaciones de sus personajes. La aparición de Las Honradas conmocionó a la sociedad habanera de su época; y Las Impuras estuvo durante varios años prohibida para las solteras, hasta alcanzar reconocimiento y convertirse en una de las obras literarias más exitosas, con numerosas ediciones, versiones teatrales, radiales y televisivas.
El intelectual Salvador Bueno escribió en 1963: «Cuando la obra de Carrión queda certeramente ubicada se la considera como un testimonio doloroso y sombrío, pero agudamente fiel, de una etapa de la historia cubana, de una época de transición que, sin haber llegado al clímax, permite contemplar algunas señales de superación y de esperanza».
Miguel de Carrión se inscribe hoy dentro de la cultura nacional como uno de los escritores imprescindibles de la literatura cubana.
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