
En pleno corazón de La Habana Vieja reside Jesús Guanche: una persona carismática, comunicativa y de fácil acceso. Es uno de los laureados con Premios Nacionales que le será entregado en la Feria Internacional del Libro, evento anual que recién comienza. Licenciado en Historia del Arte por la Universidad de La Habana y Doctor en Ciencias Históricas en la especialidad de Antropología Sociocultural por la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, ha sido reconocido con el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas 2023, que atesora, entre otros muchos galardones acumulados por su amplio trabajo como investigador.
Autor de textos muy consultados por estudiantes universitarios y especialistas de varios campos de investigación, como Componentes étnicos de la nación cubana, publicado primeramente dentro de la Colección La Fuente Viva, de la Fundación Fernando Ortiz y Ediciones UNIÓN, en La Habana, en 1996, el cual obtuvo el Premio Anual de Investigación Cultural del Ministerio de Cultura de Cuba un año después y gozó de más de tres ediciones ampliadas e ilustradas por diferentes editoriales nacionales y extranjeras, o Africanía y etnicidad en Cuba. Los componentes étnicos africanos y sus múltiples denominaciones, a cargo de la Editorial de Ciencias Sociales de La Habana, que obtuviera también el Premio Anual de Investigación Cultural del Ministerio de Cultura de Cuba en 2005 y el Premio de la Crítica Científico-Técnica del Instituto Cubano del Libro en 2009.
Este también profesor y ensayista labora actualmente en la Universidad de Estudios Internacionales de Hebei, en China.
Padre de familia numerosa, dueño de una asombrosa biblioteca personal y, como buen cubano, amante del café. Se muestra complacido y generoso ante la curiosidad de quienes lo interpelan, ostentando un alma de educador nato.
¿Quiénes lo guiaron en su formación como lector y como profesional relacionado con el mundo de las letras?
En la secundaria fui un asiduo visitante de la Sala Juvenil de la Biblioteca Nacional «José Martí». En mi adolescencia prefería los libros de aventuras, y allí tenía la posibilidad de llevármelos para la casa, leérmelos rápido y poder cambiarlos pronto por otros. Tenía un gran hábito de lectura, pues tuve un profesor de sexto grado que fue una persona extraordinaria, muy íntegro, con una capacidad comunicativa maravillosa, y nos fue induciendo a la lectura. Hacíamos excursiones con él y eran espacios para conversar de varios temas. Mi familia nunca estuvo en contra de aquellas enseñanzas y paseos instructivos, al contrario, tanto mi papá como mi mamá me apoyaron muchísimo. Pienso que el papel del profesor es vital, pero siempre debe ser complementado con la familia. En esos tiempos no había internet, quizás si hubiese existido, el reto de aquel profesor hubiera sido mayor, pues una de las cosas más importantes para formar es la capacidad selectiva.
Ya en la universidad, tanto en la licenciatura como en el doctorado, Argeliers León fue mi padre intelectual, no tanto en la musicología como en la antropología. Tuvo un rol orientador, fue un lujo colaborar con él, pues me dio una posibilidad privilegiada de trabajar juntos en artículos para publicaciones internacionales. Fue el prologuista de mi primer libro. Esos fueron factores de motivación. Por supuesto, no quería decir que yo todo lo escribiera bien, evidentemente. Pero él era un pedagogo integral, de marca mayor; daba los caminos, la guía metodológica y eso es un elemento clave para saber que puedes continuar el camino o cambiar, o superarte y pasar a transitar senderos mejores. No decía qué hacer, sino indicaba cómo podías hacerlo. Un día me prohibió que lo siguiera tratando de usted, y me calificó como su amigo. Fue muy emotivo. Participé con gusto en una saga documental sobre su vida y obra realizado por Grisel Hernández y su esposo Félix de la Nuez, que fue el director.
Más adelante, en el ámbito del doctorado, agradezco mi formación a los especialistas de la Academia de Ciencias de la Unión Soviética, en Moscú, con quienes aún mantengo contacto, y también a quienes en Cuba participaron en la elaboración del Atlas Etnográfico.
¿Qué libros y autores contribuyeron a su edificación como intelectual, y cuáles siguen representando, a su juicio, una ganancia en la educación de la infancia y la juventud cubanas?
De los más importantes es la bibliografía de Fernando Ortiz, todas sus investigaciones son un estímulo muy grande, incluso en los aspectos en que ha sido superado. Ortiz por un lado y Argeliers por otro fueron los elementos motivadores principales para actualizar en los años ochenta, y durante una década, el Atlas de los instrumentos de la música folclórico-popular de Cuba.
Las Obras Completas de José Martí es otro pilar fundamental. Es un autor asombroso, pero no se puede sacar de su contexto, sobre todo con los temas de identidad y patriotismo, algo que debe leerse a profundidad, para no inducir interpretaciones erróneas. Por ejemplo, cuando dice «Patria es humanidad», significa que la humanidad está en lo local, está en el terruño, donde uno se forma, y esto se asocia con el deber de hacer lo mejor en el lugar donde se nació, es decir, que no es una visión global sino una relación con lo local, con énfasis en lo particular. De modo que es muy tendencioso ese reduccionismo, pues Martí lo escribe elogiando una revista específica. La frase puede justificar el internacionalismo, por ejemplo, y es muy bueno, pero no siempre respalda el papel del barrio, los municipios y las regiones en el propio desarrollo. Eso tiene lecturas múltiples. Para esto ha sido vital la labor del Centro de Estudios Martianos, y de Pedro Pablo Rodríguez: para dar un Martí crítico, contextualizado, y ubicar a personas asociadas con la vida y la obra del Maestro, figuras claves en el ámbito en que vivió, en el orden científico, político, literario. Tuve el privilegio de colaborar en dos situaciones que se le dan a Martí en el ámbito chino, en su concepción cosmovisiva; fue mi pequeñísimo granito de arena al gran trabajo que han hecho ellos.
¿Qué obras literarias o de investigación considera que pudieran integrar los derroteros futuros de la industria editorial cubana?
Sería bueno actualizar los diccionarios de literatura cubana con nuevos autores. Otra publicación que sería muy necesaria es el atlas lingüístico de Cuba, que aportaría un instrumento muy fuerte para el viejo deseo de obtener de manera sistemática la riqueza lingüística del país. Porque no todos, de manera plana, hablamos español y ya, sino que hay muchas personas que hablan otros idiomas, tanto a nivel de nacimiento como a nivel de estudios, y este potencial multilingüe que tiene el país para autoenriquecerse y para colaborar, desaparece de los censos. Se le otorga mayor prioridad a los aspectos económicos o demográficos y se obvian las cuestiones culturales de estadística. Resulta que los seres humanos, aparte de la esencia biológica, somos íntimamente culturales, y este es un factor importante para el desarrollo. La cultura uno la elabora según piense, y ahí está el recurso de la lengua. Y esos detalles no siempre se comprenden con claridad. No siempre se facilita la conversión de propuestas en ejecución. Y esto es importante para las políticas étnicas, el respeto a lo local, a lo regional, la condición cultural del ser humano.
¿Qué papel cree que pueda jugar la academia en la consecución de estas investigaciones tan anheladas?
Tanto la Facultad de Artes y Letras, de la cual fui parte, como el Instituto de Literatura y Lingüística, han hecho sus esfuerzos, es más, el polo de Ciencias Sociales en pleno. Hay estudios en la Universidad Central de Las Villas y de Santiago también, que igual son centros muy fuertes en lingüística y pudieran ayudar a través de sus vínculos internacionales.
¿Qué importancia concede a una adecuada promoción del conocimiento, de la literatura, de la historia, en medio de la avalancha informativa (y desinformativa) que caracteriza a las redes sociales actualmente? ¿Qué desafíos debe enfrentar?
En este momento tiene una función estratégica el tema de la difusión por diferentes vías. Es decir, si se puede emplear perfectamente la radio y la televisión, las redes sociales y la internet pueden también ser accesos muy efectivos, siempre que estas puedan estar, de un modo u otro, entrelazadas, para manejar opciones. Me refiero a que muchos jóvenes, en estas generaciones más recientes, han ido perdiendo el hábito de la lectura, desde el punto de vista, vamos a llamarle, de la interpretación de textos; y hay una gran dependencia de la imagen. Esa relación asimétrica entre imagen y texto puede ser grave, pues es más evidente la información publicada como un texto, pero si se pone una imagen, debe analizarse bien su concordancia y complementariedad, porque puede complicarse todo a la hora de su percepción. De modo que en este momento es un desafío mundial. Yo, que estoy viviendo en el país más poblado del mundo (China), veo que hay una inmensa dependencia en los jóvenes. No siempre lo que sale por la prensa, la televisión o la radio, los muchachos lo ven, porque no es el mundo de ellos cuando algunos están —aunque pueda sonar exagerado— las 24 horas con el teléfono en la mano. En las redes se crean mecanismos obsesivos, sobre todo a través de los juegos. O sea, no siempre se ofrecen materiales adecuados para ellos. Me parece una iniciativa muy importante, por parte de organismos internacionales, el hecho de que hayan ido colocando bibliotecas virtuales, como ha hecho la UNESCO, la RAE a través de las 23 Academias de la Lengua que existen. En este sentido, Cuba tiene un proyecto muy interesante nombrado Patria y dirigido por Eduardo Torres Cuevas, al cual pienso contribuir con unos cuantos libros. Otro desafío es el tema del multilingüismo, independientemente de que ya existen una cantidad muy grande de traductores digitales, pero a veces son más transliteradores que propiamente traductores, y ahí entronca el tema del estilo, por eso va a seguir existiendo trabajo para los traductores humanos. A los diseñadores de traductores digitales no les quedará otro remedio que superar el tema de la estilística o el tema de las correspondientes sintaxis para una mejor comprensión. Esto sigue siendo un desafío y lleva una inversión estratégica vinculada al tema de las mentalidades y del conocimiento. Otra cuestión relevante es influir en la capacidad selectiva de quienes leen. No todo en internet es «corta y pega», pero tampoco todo el que tiene acceso a participar de la internet, contribuye de buena fe a la enseñanza colectiva. Entonces ese es un tipo de análisis crítico que, en el caso de Cuba, se ha visto mucho en los espacios cinematográficos y literarios, es decir: detectar cuáles son las terceras intenciones que pueda haber en determinados textos y en ciertas imágenes, y el uso que se les da. Entonces sigue siendo un desafío, porque no es nada secreto que la inmensa mayoría de lo que circula por internet está dominado por los grandes medios internacionales y no por las posibilidades propias de los países generadores del contenido. Un ejemplo claro está en la prensa. La prensa mundial depende más de lo que dicen los grandes medios que de lo que son capaces de generar los grupos locales. Otros logran un enfoque crítico, como lo está haciendo, por ejemplo, TeleSur, y a pesar de los bloqueos y de otros factores, Russia Today (RT) y Spútnik. Son verdaderos desafíos para estos grupos contrarrestar opiniones que se construyen, bien desde universidades estadounidenses, o bien desde grupos operativos, para que esa sea la versión de la verdad que se divulgue. Debido a eso, hay un crecimiento de fake news a nivel mundial.
¿Cómo valora la existencia de un evento como la Feria Internacional del Libro de La Habana (FILH) para la cultura cubana?
He tenido la oportunidad de participar muchas veces en la Feria Internacional del Libro en Cuba. Pienso que es necesaria para la continuidad cultural del país; es una lucha feroz por la lectura. Es importante que se mueva por todo el territorio nacional para desterrar el «habanocentrismo»; que tenga invitados extranjeros. El gran desafío actual es el papel, y la solución puede estar en el mundo digital como alternativa, es un elemento a favor, aunque ahí están los problemas del derecho de autor. Otra de las ventajas de la FILH es que atrae a todas las edades, eso es importante desde el punto de vista intergeneracional, pues promueve el hábito de lectura desde pequeños, que es mejor que cualquier otro hábito; y los acostumbra a no dejar de leer en la medida en que se va creciendo. La educación depende de determinados libros de texto y de la responsabilidad que se tiene al seleccionar y publicar esos libros de texto. Para seleccionar un texto debes hacer una criba de todo lo que hay publicado, porque hay publicaciones muy tendenciosas. El Instituto Cubano del Libro ha creado sitios web y ha comercializado por esa vía. Otro desafío de la FILH es la inversión fuerte en logística para lograr traer a los escritores, pero merece la pena, es fundamental porque da la ventaja de un espacio para el contacto directo del público con los autores, porque muchos los conocen desde sus libros pero no como personas. Una solución podría ser que los gobiernos locales, tanto a nivel provincial como municipal, asuman un rol estratégico en la feria, descentralizarla, para mantenerla a toda costa.
Después de estudiar tan profundamente los componentes de la historia y la cultura cubanas, ¿cómo describiría o definiría la cubanidad actualmente?
La cubanidad es profundamente mixta, no solo por los orígenes histórico-culturales, sino demostrada por la genética. La investigación científica tira por tierra la raza y el racismo, que Ortiz criticó duramente. Está demostrado que muchas personas tienen componentes genéticos de diferente procedencia. El estudio de los marcadores genéticos, tanto a nivel del ADN mitocondrial, por vía materna, como del cromosoma Y paterno, ha sido el gran aporte del Centro de Genética Médica de Cuba, aunque su intención original sea mostrar los diferentes componentes genéticos que sirven, básicamente, para contrarrestar enfermedades. Hay componentes africanos, aborígenes, europeos, pero cuando vas al detalle, hay hebreos, asiáticos, de todas partes del mundo. Por otra parte, no se tiene conciencia aún de los más de siete mil años de historia de la presencia aborigen en Cuba, previos a 1492. Cuando comparamos la presencia histórica aborigen, vemos que es mucho mayor que los siglos de colonialismo español, y sin embargo, apenas se toca en las clases de historia. Es una asignatura pendiente, y ahí están las excavaciones del Chorro de Maíta, Buchillones, etc. Se ha ido llenando esta ausencia a partir de los trabajos de la Oficina del Historiador, del Gabinete de Arqueología, con grandes contribuciones al respecto, pero debe existir una demanda de publicación hacia los arqueólogos cubanos, tienen que publicar sus investigaciones para formar un corpus. Deben contribuir a la historia de Cuba. La prehistoria es un mito europeo asociado a la presencia de documentos con datos, pero otras fuentes: un hueso, un pedazo de cerámica, una huella, también son datos.
¿Cómo valora el empleo de la Inteligencia Artificial (IA) en la academia actualmente?
Este es un tema relativamente nuevo. Depende de los objetivos con que se crea. Noam Chomsky ha expresado críticamente que nunca le llamaría Inteligencia Artificial, pues es inteligencia creada por los seres humanos a partir de recursos informáticos. Lo define como «inteligencia humana aprovechando al máximo las nuevas tecnologías». Pero es el término que se ha acuñado desde el punto de vista comercial. Son recursos humanos que pueden estar vinculados a la vida cotidiana, a la defensa del país o a empresas científicas.
Como todo invento nuevo de la ciencia, por ejemplo, si se emplea con fines bélicos es dañino para el planeta, pues es una inversión en armamento. Se puede emplear con fines de salud, de educación, de prácticas deportivas, pero lamentablemente está la línea que le va a dar prioridad a la IA con fines bélicos, que es donde se invierte más dinero a nivel mundial. Entonces sigue siendo un peligro para el mundo, porque hay muchas personas con muchos recursos que invierten en armamento. Por ejemplo, China no ha dejado de invertir en IA, pero la utiliza en temas tan importantes como la cosmonáutica asociada a las telecomunicaciones. Pero también hay proyectos encaminados a la autodestrucción, por eso hay tantos criterios polarizados en torno a la IA. En el caso de Cuba, existen proyectos de cooperación para el desarrollo de la IA a través de universidades, como el centro donde yo laboro, específicamente de la colaboración médica asociada a las nuevas tecnologías. Los chinos están dispuestos a pasar a estadios superiores en las nuevas tecnologías vinculados también a la vida cotidiana, no solo a la defensa del país, lo cual es inevitable por razones obvias. La IA se estudia en casi todas las universidades, en varios niveles. Ya hay ciudades inteligentes fuera de la capital que desarrollan IA específicas de cómo, por ejemplo, cultivar manzanas, y crean un aparato que selecciona y discrimina por tamaño, textura, color, y eso es innovación en la producción de alimentos, tan necesaria. En China hay un diseño estratégico de IA. Hay mucho avance para las comunicaciones, por ejemplo, la 6G que ahorita llega y será muy superior a la anterior 5G.
¿En qué medida le aporta su trabajo actual en la República Popular China como investigador en el campo de las ciencias sociales y humanísticas?
En China asesoro a estudiantes de maestría con trabajos de investigación sobre vínculos lingüísticos de China en Cuba, sus raíces. No me dedico ahora directamente a la docencia, pero apoyo a muchos doctorantes que investigan este espectro de relaciones. Hay que tener en cuenta que la mayoría de las poblaciones multiétnicas cultivan varias lenguas, viven en esa diversidad. Aunque el país tenga una lengua oficial, llamémosla franca, operacional, vehicular, hay que considerar el resto. En Rusia se llegó a un fracaso por la intención de homogeneizar la lengua en todos los territorios con la política de rusificación. Ya hoy se publica en otras lenguas propias allí. En China se están respetando las diferencias etnolingüísticas, la diversidad. En el caso de Cuba se ha avanzado en el trabajo comunitario, no solo en lo que es el entretenimiento. Es un tema muy delicado políticamente. Con la cultura pasa por el estilo, se entiende solo como cultura la parte artística y es un concepto mucho más amplio. La diversidad lingüística es el sentido de pertenencia, el modo de pensar, porque si no lo que se produce es un mecanismo de asimilación étnica, de un modo u otro, forzado o natural. No se conoce mucho de los avances de China porque publican mucho en chino, como es lógico. Con las celebraciones por el décimo aniversario de la Franja y la Ruta de la Seda se está planteando retomar una nueva dimensión para el desarrollo de este proyecto, y hay cientos de países interesados en participar, vinculados a la propuesta, que no solo consta de infraestructura, sino de proyectos culturales. Durante las actividades por el aniversario 60 de las relaciones entre Cuba y China, participé y presenté proyectos de relación cultural y cooperación cultural entre China y América Latina.
¿Podría hablarnos sobre alguna cuestión relevante o anecdótica específica, en su carrera, que pueda haber influido, a su juicio, en su selección para el Premio Nacional de Ciencias Sociales y Humanísticas?
El 17 de febrero a las cuatro de la tarde deberé asistir a recibir el Premio que me otorgaron. Ya tengo preparado mi discurso de agradecimiento. Sé que una de las personas que fue miembro del jurado, y que yo admiro muchísimo, va a hacer las palabras de elogio: Alberto Prieto, por lo cual estoy muy agradecido. Y así he conformado una larga lista de personas a quienes debo agradecimiento —creo que eso es lo que debo destacar—, como son mis profesores de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana, que fueron grandes estrellas, enormes. Además de Argeliers León, recuerdo a Eduardo Torres Cuevas, también gran amigo; mi querida Nara Araújo, en Lengua Francesa; Salvador Bueno, en Literatura Cubana; Rolando López del Amo, para Literatura Universal; Adelaida de Juan, para Arte Cubano; María Elena Jubrías, en Arte Moderno; Lázara Menéndez, también alumna de Argeliers en todos estos temas; Luz Merino Acosta, para Arte de la República y Arte de la Revolución; Isabel Monal, a quien también se dedica la Feria, que tuve en Filosofía. Palabras aún mayores tengo para Rosario Novoa, Amado Palenque y Saíz de la Peña, en Arte Europeo; Omar Díaz de Arce, para Historia de América; y José Antonio Portuondo, en Estética; y Vivian Acosta y Yolanda Aguirre también en Arte Cubano.
Asimismo, agradezco al Instituto de Moscú y al Centro de Investigación y Desarrollo de la Música Cubana (CIDMUC), donde trabajé durante diez años, y a las instituciones que me permitieron desarrollar un trabajo múltiple, coordinando una enorme cantidad de actividades, como la Fundación Fernando Ortiz, la del Nuevo Cine Latinoamericano, el Instituto Cubano de Investigación Cultural Juan Marinello y el Instituto de Antropología, lugares donde tuve el privilegio de colaborar con varios trabajos.
Participé en un proyecto muy ambicioso, el Diccionario de la Música Española e Hispanoamericana, junto a quince autores cubanos más; en total, más de 400 investigadores participaron de toda América Latina y España. El Diccionario salió publicado en diez volúmenes a principio de los años 2000, a través de la Sociedad General de Autores y Editores (SGAE).
Además, hago un reconocimiento, sobre todo por las condiciones de trabajo, a la Universidad de Estudios Internacionales de Hebei, en China, que no solo me dio la oportunidad de contar con un fondo de tiempo importante para la investigación, sino que representó una ventana para conocer el país, y eso me dio la posibilidad de visitar varios lugares. Cuando estuve trabajando en el Diccionario de los Pueblos de Norteamérica, estuvimos quince días en Mongolia Interior para estudiar todo el tema del chamanismo, que pasó luego por el Estrecho de Behring hasta América con la migración, y estuve en contacto directo con portadores de esa cultura.
Toda una vida saludable en aprendizaje, conocimiento y sabiduría es el resultado del esfuerzo y el talento unidos en Jesús Guanche Pérez, a quien veremos próximamente en la Feria Internacional del Libro, y de quien seguiremos sabiendo desde las cubiertas de sus interesantes, enjundiosas y a la vez, amenas publicaciones, como autor e investigador, o desde los salones de conferencia de varias facultades y universidades de diferentes países, donde influirá en la formación de nuevos científicos por todo el mundo.




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