Palabras de Aleida March
La Sala Guillén de la Fortaleza de San Carlos acogió el homenaje a una de nuestras emblemáticas figuras históricas: el Comandante Ernesto Guevara de la Serna recibió el tributo de su hija Aleida Guevara March y, sobre todo, el regreso vital y latente de sus ideas. En el acto estuvieron presentes Fernando Rojas, viceministro de Cultura; Juan Rodríguez Cabrera, presidente del Instituto cubano del Libro y los vicepresidentes Josué Pérez y Nancy Hernández, entre otros asistentes e invitados.
Aleida hizo un extenso recorrido por el ideario del Che. Uno de los hombres, destacó, más coherentes que conocimos y que, como dijo Fidel, se convirtió en el ejemplo más completo de revolucionario, el modelo del hombre nuevo que todavía hoy, tantos años después de su muerte, continúa mostrando a las nuevas generaciones el camino a seguir. Él nos legó un caudal de sabiduría que desgraciadamente no siempre utilizamos; y es una pena, porque en sus palabras y su acción está el ser humano que tanto necesitamos para continuar y perfeccionar nuestra sociedad, subrayó.
La doctora Guevara March recordó que el Che alertó acerca de que la nueva sociedad en formación tiene que competir muy duramente con el pasado. «Esto se hace sentir no solo en la conciencia individual, en la que pesan los residuos de una educación sistemáticamente orientada al aislamiento del individuo, sino también por el carácter mismo de este período de transición con persistencia de las relaciones mercantiles». La mercancía es la célula económica de la sociedad capitalista; mientras exista, sus efectos se harán sentir en la organización de la producción y, por ende, en la conciencia, citó.
En su intervención, Aleida también se refirió al texto donde el comandante explicaba que el subdesarrollo por un lado y la habitual fuga de capitales hacia países «civilizados» por otro, tornaban imposible un cambio rápido y sin sacrificios.
Resta un gran tramo a recorrer en la construcción de la base económica y la tentación de seguir los caminos trillados del interés material, como palanca impulsora de un desarrollo acelerado, es muy grande. Se corre el peligro de que los árboles impidan ver el bosque. Persiguiendo la quimera de realizar el socialismo con la ayuda de las armas melladas que nos legara el capitalismo (la mercancía como célula económica, la rentabilidad, el interés material individual como palanca, etcétera), se puede llegar a un callejón sin salida. Y se arriba allí tras de recorrer una larga distancia en la que los caminos se entrecruzan muchas veces y es difícil percibir el momento en que se equivocó la ruta.
Asimismo, la ponentetrajo a colación otros fragmentos de las reflexiones de su padre. El Che destacaba que la base económica adaptada hа hecho su trabajo de zapa sobre el desarrollo de conciencia.
Para construir el comunismo, simultáneamente con la base material hay que hacer al hombre nuevo. El socialismo es joven y tiene errores. Los revolucionarios carecemos muchas veces, de los conocimientos y la audacia intelectual necesaria para encarar la tarea del desarrollo de un hombre nuevo por método distintos a los convencionales y los métodos convencionales sufren de influencia de la sociedad que los creó (otra vez se plantea el tema de relación entre forma y contenido).
La desorientación es grande y la problemas de la construcción material nos absorben, recordó la doctora. Por igual, citó en su intervención que «el hombre debe transformarse conjuntamente con la producción que avance y no haríamos una tarea adecuada si solamente fuéramos productores de artículos, de materias primas, y no fuéramos a la vez productores de hombres».
Guevara March hizo énfasis en aquella frase que expresaba que en este período de construcción del socialismo podemos ver el hombre nuevo que va naciendo. Su imagen no está todavía acabada; no podría estarlo nunca ya que el proceso marchа paralelo al desarrollo de formas económicas nuevas. Destacó que en sus textos el Che pedía: «pero la gente que vaya adelante, que muestre con su ejemplo, seguir o hacerse seguir es una tarea que puede hacerse a veces difícil, pero que es enormemente más fácil que empujar para que otros caminen…».
En otras indicaciones, el Guerrillero Heroico instaba a sacrificarse «para ayudar al compañero en las pequeñas tareas, para que pueda así cumplir su trabajo, para que pueda cumplir con su deber en el colegio, en el estudio, para que pueda mejorar de cualquier manera. Estar siempre atento a toda la masa humana que lo rodea» y también así «desarrollar al máximo la sensibilidad hasta sentirse angustiado cuando se asesina a un hombre en cualquier rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad», recordó Aleida en su alocución.
Abundó sobre los conceptos del Che referidos a la condición moral humana y la sensibilidad del revolucionario. Aleida recordó que el Comandante pedía un gran espíritu de sacrificio, un espíritu de sacrificio no solamente para las jornadas heroicas, sino para todo momento. También «una gran sensibilidad ante todos los problemas, gran sensibilidad frente a la injusticia; espíritu inconforme cada vez que surge algo que está mal, lo haya dicho quién lo haya dicho. Plantearse todo lo que no se entienda; discutir y pedir aclaración de lo que no esté claro: declararle la guerra al formalismo, a todos los tipos de formalismo». De igual forma acotó que Ernesto Guevara entendía que nadie es perfecto, ni mucho menos, «y todo el mundo debe ir mejorando sus cualidades mediante el trabajo, las relaciones humanas, el estudio profundo, las discusiones críticas, todo eso es lo que va transformando a la gente».
«Déjeme decirle, a riesgo de parecer ridículo, que el revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor. Es imposible pensar en un revolucionario auténtico sin esta cualidad», rememoró la doctora Guevara March los textos de su padre. También reiteró otra idea del Che, esa «insistencia que continuamente les he hecho es para que no dejen de ser jóvenes, no se transformen en viejos teóricos, o teorizantes, conserven la frescura de la juventud, el entusiasmo de la juventud». Pues, escribía, «aquí está una de las tareas de la juventud, impulsar, dirigir con el ejemplo, la producción del hombre del mañana y en esa producción y en esa dirección está incluida la producción propia». Ernesto Guevara, tal como hizo con su propia vida, instaba a «ser esencialmente humano, ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano, purificar lo mejor del hombre por medio del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo».
Algo muy especial es la creación del trabajo voluntario, apuntó Aleida y rememoró las ideas del líder revolucionario rosarino sobre este tema, cuando el Che expresaba:
Por eso nosotros decimos que el trabajo voluntario no debe mirarse por la importancia económica que signifique en el día de hoy para el Estado; el trabajo voluntario fundamentalmente es el factor que desarrolla la conciencia de los trabajadores más que ningún otro. Y más todavía cuando esos trabajadores ejercen su trabajo en lugares que no les son habituales, ya sea cortando caña, en situaciones bastante difíciles a veces, ya sean nuestros trabajadores administrativos o técnicos que conocen los campos de Cuba y conocen las fábricas de nuestra industria por haber hecho en ellas el trabajo voluntario, y se establece también una nueva cohesión y comprensión entre dos factores. ¿Por qué hemos permitido que esta actividad muera?
Otro tema que tocó Aleida en su intervención fue la mirada del Che sobre temas capitales de la condición humana. En especial, sus alertas sobre asuntos como la corrupción y las flaquezas morales.
Claro que hay peligros presentes en las actuales circunstancias. No solo el del dogmatismo, no solo el de congelar las relaciones con las masas en medio de la gran carrera; también existe el peligro de las debilidades en que se puede caer. Si un hombre piensa que, para dedicar su vida entera a la revolución, no puede distraer su mente por la preocupación de que a un hijo le falte determinado producto, que los zapatos de los niños estén rotos, que su familia carezca de determinado bien necesario, bajo este razonamiento deja infiltrarse los gérmenes de la futura corrupción.
Una frase que también citó la hija del comandante en su intervención, abunda sobre este tema:
No se trata de cuántos kilogramos de carne se come o de cuántas veces por año pueda ir alguien a pasearse en la playa, ni de cuántas bellezas que vienen del exterior pueden comprarse con los salarios actuales. Se trata, precisamente, de que el individuo se sienta más pleno, con muchа más riqueza interior y más responsabilidad. El individuo de nuestro país sabe que la época gloriosa que le toca vivir es de sacrificio; conoce el sacrificio. Si su afán de revolucionario se embota cuando las tareas más apremiantes se ven realizadas a escala local y se olvida el internacionalismo proletario, la revolución que dirige deja de ser una fuerza impulsora y se sume en una cómoda modorra, aprovechada por nuestros enemigos irreconciliables, el imperialismo, que gana terreno. El internacionalismo proletario es un deber, pero también es una necesidad revolucionaria. Así educamos a nuestro pueblo.
Otro tema del que Aleida hizo referencia, fue acerca de la misión ideológica del revolucionario. «Nuestra tarea consiste en impedir que la generación actual, dislocada por sus conflictos se pervierta y pervierta a las nuevas». Subrayó que, para el Héroe de la Higuera: «La arcilla fundamental de nuestra obra es la juventud: en ella depositamos nuestra esperanza y la preparamos para tomar de nuestras manos la bandera».
Sé que no es nada fácil imitar ese extraordinario ejemplo de vida, pero para mejorar y perfeccionar nuestra sociedad nos hace muchа falta que ese ejemplo se multiplique en los niños y en los jóvenes, necesitamos que la estudien y lo lleven a la vida cotidiana, su sentido de justicia social, su desinterés por las cosas materiales, su regio respeto al ser humano, sobre todo a los más desposeídos y necesitados, su forma de practicar la solidaridad con cada uno de los seres humanos y con los pueblos del mundo, expresó la ponente.
Nuestro Che no puede morir, debe continuar junto a nuestros pioneros cuando dicen «Pioneros por el Comunismo, seremos como el Che»; debe continuar vivo junto a este pueblo que a pesar de las dificultades inmensas que sufrimos sabe que aquí no se rinde nadie; debe continuar su quehacer cotidiano como constructor de una sociedad más justa unido a los brazos y las mentes de nuestros médicos que se inspiran en su ejemplo de galeno revolucionario para realizar miles de proezas que practicamos en muchas partes del mundo, pero sobre todo las que realizamos junto a nuestro pueblo, al único soberano al que servimos.
Nuestro Che debe continuar luchando, sin miedo, con la verdad y la justicia como armas. Continuar su obra significa continuar el socialismo, puede ser difícil, seguro lo es, pero él nos decía que todos podemos cansarnos, tenemos derecho a ello, pero entonces no seremos de vanguardia y todos estamos conscientes que este pueblo es la vanguardia, es la esperanza de millones y millones de personas que ven en nuestra resistencia y lealtad la posibilidad de un mundo mejor.
Entonces compañeros, ¿qué nos queda? Continuar la luchа. ¿Hasta cuándo? Hasta la Victoria Siempre.
Visitas: 89
Deja un comentario