La escritora y directora teatral alemana Monika Ehrhardt-Lakomy ha visitado Cuba varias veces, la más reciente en ocasión del XV Simposio de Traducción Literaria de la UNEAC, celebrado en noviembre de 2019. Durante el evento se presentó la antología bilingüe Begegnungen/Relaciones, una colección de diez cuentos donde interactúan autores y traductores alemanes y cubanos, y para la que tuve el placer de traducir un relato de Monika. En el mismo Simposio fue leída una ponencia sobre la traducción al español, realizada por Jesús Írsula y Ramón Caro, del texto de la comedia musical El árbol de sueños mágicos (en alemán Der Traumzauberbaum, con letra de Monika y música de Reinhardt Lakomy). Generaciones de niños alemanes han crecido a la sombra de ese árbol, y aunque la pandemia de Covid-19 interrumpió los preparativos para llevar a escena la pieza en Cuba, esperamos que también nuestros niños puedan disfrutarla cuando la situación epidemiológica lo permita.
Monika Ehrhardt-Lakomy, quien estudió ballet clásico y ciencias de la cultura en Berlín, fue vicepresidenta de la Liga de Escritores Alemanes, y desde 2003 preside el National Delphic Council Germany (con sede en Düsseldorf). Trabajó durante 35 años en colaboración con su esposo, el compositor y cantante Reinhard Lakomy (fallecido en 2013). Además de los textos de sus comedias musicales, Monika ha escrito guiones para cine y televisión, obras teatrales para niños y cuentos para adultos.
Con la anuencia de la autora, quiero obsequiar a los lectores su cuento inédito «El Año Nuevo», que he traducido especialmente para presentarlo aquí.
El Año Nuevo
Era la última noche del viejo año cuando una niña salió a buscar al Año Nuevo. El viejo año apenas podía sostenerse; apático y tristón, colgaba de un clavo en la pared. Había devorado todo el calendario, solo quedaba una hoja. ¡Qué pasará si el Año Nuevo no encuentra su camino y el viejo año sigue ahí colgado! ¡No, simplemente no! ¡El Año Nuevo tiene que estar en alguna parte!
La niña caminó por las silenciosas calles de la ciudad hasta la gran vidriera de la juguetería; tal vez el Año Nuevo estuviera allí, durmiendo en una cama de juguete. Pero la tienda estaba cerrada, la vidriera estaba oscura, no se veía a ningún Año Nuevo. Pues debo seguir buscando, se dijo la niña. Entonces vio un cálido rayo de luz que caía sobre la calle, delante de la pequeña librería en la esquina. La puerta estaba entreabierta. Un niño estaba sentado en medio de los libros, leyendo. Levantó la vista y sonrió. «Así que eres tú», dijo el niño, «te estaba esperando. Tú me buscabas». La niña lo miró y guardó silencio, perpleja. «Ven, siéntate», dijo el niño. «Soy el Año Nuevo, y estoy llenándome de todas estas historias y coloridas imágenes, porque quiero ser un buen año.» La niña recuperó el habla. «¿Puedes prometerlo?» «No», dijo el niño, «eso no depende solo de mí, sino de todos ustedes; yo soy solo un inocente número, 2021. ¡Oh! Voy a nacer casi ahora mismo, eso no puedes perdértelo». Le entregó a la niña un obsequio, un calendario con maravillosos paisajes de lejanos países y sus habitantes: el mundo entero estaba en aquel calendario. La niña corrió hacia su casa y lo colgó en la pared. Y lo hizo en el momento justo, porque precisamente en ese instante caía la última hoja del otro, el del viejo año. Una estrella fugaz brilló muy clara en el cielo, y la niña, saludándola, susurró:
Sé bienvenido, Año Nuevo, si al inicio suave vas, con el sol tú crecerás, y bello el mundo será.
Monika Ehrhardt-Lakomy, 31.12. 2020
Traducción de Olga Sánchez Guevara
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