El mes de julio pudiera pertenecerle a Nicolás Guillén: nació el día 10 en 1902, y murió siete días y 87 años después. En Cuba durante esos días se realizan disímiles homenajes al Poeta Nacional, quien le ofreció a nuestro país mucho más que sus versos.
Artículos periodísticos y poemas (que no aparecieron en su momento) fueron los primeros acercamientos de Guillén con las letras, para ir conformando poco a poco una obra literaria que al día de hoy ha sido traducida a varios idiomas, ha merecido elogios y reconocimientos y continúa siendo objeto de estudio.
En pleno periodo neocolonial, su poesía irrumpe como expresión de las legítimas y revolucionarias aspiraciones populares, e igualmente introduce el tema negro en la poesía de la lengua española. Su obra no puede verse separada de su activismo político: pertenecer al Partido Socialista Popular le valió el exilio durante la dictadura de Fulgencio Batista.
Fue luego de 1959, con el Triunfo de la Revolución, que regresó a su isla natal, donde se convirtió en un destacado representante de la cultura, llegando a convertirse en fundador y el primer presidente de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac).
A la vez que llevaba el nombre de Cuba bien en alto en escenarios foráneos, también continuaba con su obra poética y periodística. En vida fue merecedor de reconocimientos nacionales e internacionales, entre ellos el Premio Nacional de Literatura.
Guillén nos legó volúmenes tan notables como Motivos de son, Elegía a Jesús Menéndez, Sóngoro cosongo, El son entero y La paloma de vuelo popular.
En 1991, apenas dos años después de su fallecimiento, fue creada la Fundación Nicolás Guillén, bajo los auspicios de la Uneac y los familiares del poeta.
Según su sitio web «es una organización de carácter cultural que trabaja inspirada en los valores de equidad y justicia social de nuestro poeta nacional, y procura contribuir a la formación de hombres y mujeres como sujetos sociales responsables y comprometidos con el desarrollo cultural y social de su territorio.»
Desde julio del 2019, una estatua en bronce de Guillén (de tamaño natural), realizada por el escultor Enrique Angulo, puede verse en la capitalina Alameda de Paula.
Dicen que al poeta, de pie y con el codo apoyado en una baranda de la Alameda mirando la Bahía de La Habana (justo como quedó inmortalizado), pudo vérsele en más de una ocasión.
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