En el año 2014 fue publicado dentro de la colección Pétalo dedicada a la poesía cubana y universal por la editorial Gente Nueva, y específicamente en su sección Juvenil, el cuaderno lírico titulado Mujer que espera en el parque, de Magaly Sánchez Ochoa. El libro constituye una ocasión favorable para apreciar la creación poética de esta multipremiada autora holguinera, quien nos acerca a su intimidad con versos.
En la edición y corrección de estilo se aprecia la labor de Amanda Calaña Carbonel. En el diseño y la composición estuvo Laura Tariche, y se celebra, como en otros ejemplares de la colección, las ilustraciones de cubierta e interiores, del artista de la plástica nacional Osvaldo García, sutiles y de una original belleza armónica en sus matices secundarios suavemente contrastantes, verdiazules y violetas, y en sus trazos ondulantes y certeros que conforman una metáfora visual, como regalo para la primera impresión del lector.
Al decir de otra reconocida escritora cubana, Lina de Feria, quien firma el prólogo de este volumen:
Magaly proyecta lo que es conmoción espiritual al rango de una palabra asequible y plenamente conmovedora. Su lado no está huracanado. Una tras otra, las imágenes convierten la historia contada en transmisión de sentidos y gusto por la palabra bella.
Para la prologuista, la autora es «alguien de particular estilo, con el que nos demuestra un sello propio, pleno de ideas», al tiempo que la compara sin vacilaciones, por su naturalidad expresiva, con gigantes de la poesía universal como Rabindranath Tagore y Juan Ramón Jiménez.
Magaly Sánchez Ochoa, nacida el 20 de febrero de 1940, es también periodista y tiene una labor reconocida dentro de la literatura para la infancia en Cuba, con gustados títulos como Tararí, la pandilla y yo, El príncipe que jugaba a las casitas, Constantino en globo, Un hada y una maga en el piso de abajo, Cuentos de muñecas y La sonrisa de Caratriste, entre otros títulos publicados por varias editoriales nacionales y provinciales como Cauce, Matanzas, Holguín, Unión y la Editorial de la Mujer.
Esta creadora ha sido agasajada con numerosos premios: en 1989 obtuvo el de poesía en el certamen convocado por la revista Verde Olivo, de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. Luego alcanzó otros, como el premio nacional La Edad de Oro en cinco ocasiones, La Rosa Blanca en cuatro ediciones, además de los galardones Pinos Nuevos e Ismaelillo. Ha integrado la presidencia de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), y forma parte del Consejo Asesor de las editoriales Extramuros y Gente Nueva, que también la han incluido en sus catálogos de publicaciones como autora.
En el presente volumen, temas como el valor del amor y de la amistad, el decursar del tiempo, las sensaciones provocadas por las vivencias experimentadas en el pasado y los momentos más álgidos de dolor y placer guardados en el recuerdo son expuestos bajo títulos como «A tu semejanza el clavel», «Que mi corazón estaba vivo», «Caminando la ciudad sin ti», «Casi el amor», «Las trampas del espejo» y «La canción de la tarde». Cautiva especialmente la cantidad y calidad de los poemas dedicados a amistades, de igual calibre espiritual y formal que los inspirados por emociones puramente amatorias. También la historia ocupa un lugar en la memoria de la escritora, acicateada por evocaciones de un pretérito de luchas, ideales, ganancias y pérdidas humanas irrecuperables, y un presente donde el paso de las edades revela retornos mentales de melancolía y nostalgia a épocas juveniles de entusiasmo, ilusiones y arrojo.
El lenguaje es elegante y sencillo, no abunda en descripciones físicas sino en sensaciones espirituales que hacen primar el sentimiento en cada expresión lograda. No busca generalidades sino esquinas y rincones, detalles y visiones fugaces, impresiones recortadas, grabadas hondamente en su interior, que exterioriza sin reparos, pero con sabia medida. No existe un vocabulario rebuscado ni un fraseado infranqueable, y esa escritura diáfana se transforma en bálsamo y claridad para cada idea reflejada.
Les dejo con estas líneas de Magaly Sánchez Ochoa, bajo el título de «Siempre Santiago»:
La generosidad del tiempo permite este regreso. Mis ojos ruedan impasibles por los rincones de la ciudad: otra no hay más bella. Marcada está de nubes, de lloviznas, de pólvora, de sangre. Fuimos tan jóvenes y la amamos tanto como solo podíamos entonces querernos a nosotros mismos. Me sorprendo en aquella esquina dialogando con el viento y quiero más. Quiero partirme los pulmones en este aire de salitre donde se asfixian los pájaros de la mañana. Quiero mi sombra de perro amaestrado fija sobre las piedras de las calles. ¿Es el rumor del mar o de mi sangre esta nostalgia ronroneando los árboles del parque? Allí te amé, derramé mis primeras lágrimas de amor, pensé ser desgraciada para siempre. Claro es el amor a la edad en que la muerte y la vejez son asuntos de los otros cuando desde la inmortalidad y la segura gloria donamos el corazón al odio y al amor. Las flores desprendidas por el viento caen en mi memoria y en las calles lenta, lentamente….
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