
Nacido en Matanzas el 6 de octubre de 1844, algunos autores discrepan al afirmar que Nicanor A. González nació un año después. A los efectos nuestros, los del recuerdo, no importa quién tiene la razón. Sí se sabe con certeza que se desempeñó como maestro y que la pobreza acompañó cada uno de sus pasos, pese a lo cual González no cejó en su empeño de enseñar y de escribir.
Aclaremos algo: la poesía y el magisterio nunca fueron oficios muy «rentables», como hoy diríamos con términos un tanto eufemísticos. Menos aún a la altura de la segunda mitad del siglo XIX, época durante la cual transitó por la vida Nicanor A. González, un escritor hoy día desconocido.
Colaboró en dos publicaciones de la ciudad de Matanzas, La Libertad y Diario de Matanzas, pero además fundó y dirigió la totalidad de los números de la revista literaria El Pensamiento, entre 1879 y 1880. A la luz de estos tiempos nuestros —cuando la tecnología impone sus avances en el proceso de impresión— fácil resulta imaginar cuán ocupado debió estar el tenaz poeta matancero para llevar a sus compatriotas algo de conocimiento y belleza a través de las letras.
En su condición de pedagogo, Nicanor A. González dirigió el colegio El Estudio, en la población cienfueguera de Santa Isabel de las Lajas, la misma donde, en 1919, nació el inmenso compositor e intérprete Benny Moré, nada menos que nuestro Bárbaro del Ritmo.
Además de realizar su labor poética, Nicanor A. González, quien a veces firmaba solo con su nombre, cultivó la prosa de intención moral y política, a favor del mejoramiento social.
El crítico José Manuel Carbonell, en su valiosa colección La poesía lírica en Cuba, de 1928, afirma de Nicanor que «sus versos (son) de estro magnífico y entonación grandilocuente, (que) escondía durante tiempo, sorprendido él mismo de haberlos escrito».
Estaba ella junto a mí: sus ojos
serenos y rasgados
nunca tuvieron tanto magnetismo
ni tantos pensamientos irradiaron.
Era tal el silencio, que se oía
del péndulo el tic-tac acompasado,
la luz era muy tenue; la velaba
un globo de alabastro.
(«Reflejo del pasado»)
El poeta firmó también con un seudónimo, Corino Gazzannel. Escribió versos que fueron publicados en la Revista de Cuba. Publicó el libro, El éxito de un drama. Ensayo escénico en cinco actos y un prólogo (Sedano y Hernández, Matanzas,1883).
Nicanor A. González falleció en su ciudad natal de Matanzas, el 22 de marzo de 1898. Contaba 55 años y se hallaba gravemente enfermo, pero no se supo con exactitud la causa de su muerte. Los amigos, que conocían de su precaria situación económica y probidad, intuían, si bien preferían callar, la causa real de su deceso en una triste realidad: el hambre.
Como su obra nos es hoy desconocida, nos permitimos cerrar este homenaje con otro fragmento, este muy pequeño, de su poema «Olvidar»:
¡Olvidar! —¡Insensato pensamiento!...
¿Y tiene corazón el que aconseja
oponer el olvido al sentimiento?
Juzgue usted.
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