Nicanor Parra dejó instrucciones para después de su muerte en un antipoema de 1969 que en una parte dice: «[?] vélenme con los siguientes objetos: / un par de zapatos de fútbol / una bacinica floreada / mis gafas negras para manejar/ un ejemplar de la Sagrada Biblia / Gloria al padre / gloria al hijo / gloria al e. s./ vélenme con el Gato Dominó».
El poeta, físico y matemático es considerado el sobreviviente más importante de la literatura del siglo XX y murió ayer, a los 103 años, en Santiago. El gobierno decretó dos días de duelo oficial y lo están velando en su casa de la comuna de La Reina, en los faldeos de la Cordillera de los Andes. Su sobrino Nano Parra salió a la puerta a conversar con los periodistas y les contó: «Se está cumpliendo lo que pidió. Vamos a despedirlo cantando, dice que no los va a molestar más». También dijo que el funeral será mañana en el balneario de Las Cruces, región de Valparaíso, donde el poeta se radicó en 1994, y explicó que la salud de su tío estaba bien, que su deceso «fue algo propio de la edad. Estaba un poquito deteriorado, pero por el paso de los años. ¿Qué más se le podía pedir?».
Los mensajes por la muerte de Nicanor abundaron. También sus frases y antipoemas más célebres. En Twitter lo despidieron empresarios, personajes de la televisión, la selección chilena de fútbol y la presidenta Michelle Bachelet, que colgó en su cuenta: «Chile pierde a uno de los más grandes autores de la historia de nuestra literatura y una voz singular en la cultura occidental. ¡Estoy conmovida por el fallecimiento de Nicanor Parra! Mi más profundo pésame a su familia». Germán Marín, poeta y amigo de Nicanor, eligió «emplear la elocuencia del silencio ante su fallecimiento, el cual me afecta no solo como escritor, sino también como lector de su obra», dijo a La Nación.
En Las Cruces, la vida de Nicanor era de meditación, observación y soledad. Salía a comprar frutas y verduras al supermercado y a votar en las elecciones. Siempre a pie, con un gorro de lana o de pescador. No le gustaban los periodistas, no aceptaba preguntas ni grabadores. En esa casa se dedicó a trabajar en algunas obras y a traducir otras, junto a narradores jóvenes como Alejandro Zambra o el poeta Matías Rivas.
Sabine Drysdale, autora junto a Marcela Escobar del libro Nicanor Parra: la vida de un poeta, pudo entrevistarlo tres veces: «Entras en ese mundo increíble que es su casa, su inteligencia, y te pone a prueba, te cuenta que está leyendo cosas de Shakespeare. Nos leyó la carta que le dejó su hermana Violeta al suicidarse. Fue más vivir la experiencia de conocerlo que entrevistarlo». Para Drysdale, el legado de Parra es una poesía que “duele, hiere y muestra la hipocresía de la sociedad”.
Nicanor nació en San Fabián de Alico, cerca de Chillán, el 5 de septiembre de 1914. Tuvo seis hijos, cuatro esposas, fue el mayor de nueve hermanos y los sobrevivió a todos. Políticamente, se definió así: «No soy ni de izquierda ni de derecha. Yo simplemente rompo con todo».
Postulado tres veces al Nobel de Literatura, su obra principal es Poemas y antipoemas (1954), que renovó las letras hispanas. Recibió los premios Nacional de Literatura de Chile (1969), Juan Rulfo (1991), Reina Sofía (2001), Miguel de Cervantes (2011) y Pablo Neruda (2012). En 1969, también escribió su epitafio, que termina así: «Ni muy listo ni tonto de remate / Fui lo que fui: una mezcla / De vinagre y aceite de comer / ¡Un embutido de ángel y bestia!».
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