Si se le pregunta a un niño cubano qué libro se ha leído es muy probable que la respuesta sea La Edad de Oro, aunque verdaderamente solo recuerde un par de historias o algún poema. Ese texto martiano, compilación de aquellos cuatro números en forma de revista que vieron la luz en 1889, nos ha acompañado en muchas de nuestras etapas escolares y sigue siendo un texto de referencia.
Cada 28 de enero vemos, al igual que lo hicimos nosotros, desfilar por avenidas y parques a nuestros hermanos, hijos, nietos, primos y vecinos, con sus atuendos inspirados en los cuentos martianos. Recibimos, junto a nuestro certificado de graduación de sexto grado, como herramienta para el futuro, un ejemplar de La Edad de Oro en su versión más difundida en Cuba: la que tiene un grabado de Nené ojeando el libro que su papá no quería que tocase.
Hemos aprendido, casi de memoria, cada una de las aventuras de Meñique, sufrimos junto a Nené las consecuencias de sus actos, elegimos junto a Bebé darle el sable a Raúl y dejamos en un árbol a la muñeca de seda para ir, como Piedad, a besar a la muñeca negra, esa que habla con los ojos.
Vemos cada día en los carteles y muros de las escuelas o escuchamos en la radio y la televisión los más importantes aforismos martianos sin sospechar que la mayoría provienen de la «Última página», sección dedicada a profundas reflexiones. Este supuesto anonimato no es exclusivo de esta sección, otros textos incluidos en la revista son apenas recordados, en el mejor de los casos.
Más allá de olvidos y argumentos repetidos hasta la saciedad, tómese un tiempo y reflexione sobre cuánto sabe realmente del mundo recreado en La Edad de Oro. Para los que creen que no hay nada más que aprender de ella y que todo está dicho (y redicho) los invito a responder estas sencillas preguntas:
1-¿Cuál era el verdadero nombre de Meñique?
2- ¿Qué significa el nombre de la esposa de Lopi?
3- ¿Cómo le decían a Nené, aquella niña traviesa, y por qué?
4- ¿Cuál era el verdadero nombre de la muñeca negra?
5- ¿Cuál es el animal y el color que más se mencionan en el libro?
6- ¿Cuál es el artículo que José Martí prometió a los niños durante los tres primeros números y que en «cada número se anuncia muy orondo, como si fuera una maravilla, y luego sucede que no queda lugar para él»?
7- ¿Cuál fue el artículo del cual José Martí le habló a los niños y quedó pendiente de publicación?
8- ¿Puede usted mencionar al menos cinco textos pertenecientes a esta obra y de los cuales no hayamos hablado?
Si usted ha logrado responder todas sin consultar el texto lo felicito. Mas, si la inseguridad lo hace su presa o simplemente no encuentra una respuesta, vaya a la fuente. Hacer públicas las soluciones a este curioso cuestionario no supone esfuerzo alguno pero el verdadero valor está en beber del maestro nuevamente. Ese será el mejor evaluador.
A Martí hay que regresar no solo en mayo, sino «en junio como en enero»: rebusque en su librero, descárguelo de Internet, pídalo prestado, pero relea las palabras llenas de amor, consejos y conocimientos que para los niños de América escribió el Apóstol.
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