«Aunque la lluvia maldiga la ventana hágase el poema»: Entrevista imaginaria.
Anne Sexton fuma deliciosamente un cigarrillo, el cuarto de este encuentro para ser exactos. Esta mañana se encuentra risueña, ligera. Su risa limpísima cubre la noche, cubre la sospecha de ser una máscara que se interroga, que se juzga a sí misma. Acepta mis preguntas y mis dudas con una mirada penetrante y curiosa. Se divierte, incluso me hace sentir un poco ingenua cuando formulo una nueva interrogante. Anne es una flor extraña, una que juega con la descomposición antes de ser arrancada.
Los sueños han sido el lienzo de tus atrevimientos, ¿el lugar donde tu poesía despertó?
Despierta, memorizaba sueños, sueños que entraban en el cuadrilátero como luchadores de tercera línea cada uno una mala apuesta que podía ganar porque no había ningún otro. Los miraba fijamente, concentrándome en el abismo de la manera como uno mira hacia abajo, en una cantera de piedra, incontables kilómetros hacia abajo, mis manos oscilando abajo como garfios para arrancar los sueños de su jaula.
¿Qué sueños eran esos?
Los huéspedes permanentes no han hecho nada nuevo. Sus caras son todavía pequeñas. Como bebés con ictericia.
Te reconociste entre los tuyos en una casa de aullidos y nervios.
¡Seis años con tan pequeñas preocupaciones! ¡Seis años de entradas y salidas de este lugar! ¡Oh mi hambre! ¡Mi hambre! Hubiera podido darle dos vueltas al mundo, tener nuevos hijos, todos varones. Fue un largo viaje con pequeños días en él y sin lugares nuevos. Todos me han abandonado excepto mi musa, esa buena enfermera. Ella permanece en mi mano, un liviano ratón apacible.
¿Las cosas han cambiado ahora? ¿Tu hambre se ha transformado?
Hoy los cuervos juegan a las cartas en el estetoscopio.
Las crisis volvieron a mecer tus movimientos, ¿regresaste al lugar de la plétora?
Porque no había otro lugar a donde huir, regresé a la escena de los sentidos trastornados. En trance podía tener cualquier edad, voz, gestos, todo volteado hacia atrás, como un reloj de farmacia.
¿Cuándo comenzó esa escena de los trastornos?
Me escondía en el armario como uno se esconde en un árbol. Crecí allí dentro como una raíz y aun así planeaba tales planes de vuelo, creyendo que llevaría mi cuerpo al cielo, arrastrándolo conmigo como a una cama grande.
Si no alzó vuelo, ¿dónde está tu cuerpo entonces?
No imaginaba mi cuerpo en un encaje de mano. Hasta la córnea y la orina sobrante han desaparecido. Los suicidas han traicionado el cuerpo de antemano. Antes mi cuerpo era inservible. Ahora se está desgarrando las vestiduras de la vieja María, nudo a nudo y vean: ahora está acribillado, lleno de esos dardos eléctricos. ¡Zas! ¡Una resurrección!
¿Un cuerpo acribillado es un homenaje a la muerte?
¡Acaso no saben que prometí morir! Me mantengo en práctica. Me mantengo en práctica. Me mantengo en forma simplemente. Estoy en una dieta impuesta por la muerte.
¿Una muerte en contra o por la realidad?
¿Qué es la realidad para esta muñeca sintética que debería sonreír, que debería mover engranajes, que debería hacer saltar las puertas abiertas en un desorden edificante, y no tener evidencia de deterioros o miedos?
¿Una muñeca sintética juega a las cartas con dioses secretos?
Dios se salió de mí como si el mar se secara como papel de lija, como si el sol se volviera una letrina. Alguien me trajo naranjas en mi desesperación pero no pude comer ni una porque Dios estaba en esa naranja. No podía tocar lo que no me pertenecía.
¿A dónde perteneces?
Sé lo que sé. Soy la niña que fui, viviendo la vida que fue mía. Soy joven y estoy medio dormida. Es un tiempo de agua, un tiempo de árboles. ¡Piensan que yo soy yo!
El agua cubre los miedos.
No hay nada nuevo en el miedo pero al final es el miedo lo que te ahoga.
¿Contra eso escribes?
Con esta pluma mantengo a raya a mis diversos «yos» y con estos discípulos muertos contiendo. Aunque la lluvia maldiga la ventana hágase el poema. Mi máquina de escribir escribe. No se rompió como habían advertido. Aún loca, soy tan bonita como una barra de chocolate. Aún con la gimnasia de las brujas ellos confían en mi ciudad incalculable, mi cama corruptible.
¿La corrupción conduce al placer?
Ignorante de los hombres me tendí al lado de mis hermanas y levantándome de las cenizas grité ¡mi sexo será traspasado! Estoy loca de la manera como las muchachas están locas, con un ofrecimiento, un ofrecimiento…
Estuviste sujeta a un letargo, al menos eso has dado entender en tu poesía, ¿ha despertado en ti el grito de ser un cuerpo que desea?
Ya no estoy en guerra con el pecado, trabajando a diario con mi pequeño escudo y mi pala contra esos actos involuntarios, esas pequeñas hogazas de pan, esas gotas de esperma de ángel. Mi boca florece como una cortada. He estado equivocada todo el año, noches tediosas, nada en ellas excepto codos ásperos y delicadas cajas de Kleenex gritando «llora, nené, llora, nené». ¡Tonta!
¿Qué ves al otro lado del espejo?
Tengo una mirada maligna que no me gusta. Es una máscara que me pruebo. Emigro hacia ella y su rana se pone sobre mis labios y defeca. Es vieja. Es también una mendiga, he tratado de mantenerla a dieta. No le doy ninguna unción.
Tú corazón está bajo sospecha.
En mi corazón soy marcha lenta.
Los fármacos están bajo sospecha también.
Los fármacos me gustan más de lo que yo me gusto.
¿Qué hacías cuando te internaban?
Me sentaba todo el día empaquetando mi corazón en una caja de zapatos, evitando la preciosa ventana como si fuera un feo ojo por el que los pájaros tosían, encadenados a árboles exhalantes.
¿Qué has encontrado más allá de esa ventana-ojo?
He encontrado cuevas tibias en los bosques, las he llenado con sartenes, tallas, estantes, armarios, sedas, bienes innumerables: servido las comidas para los gusanos y los duendes: lamentándome, arreglando de nuevo lo desalineado.
¿Qué es lo desalineado?
Es la locura, solo una clase de hambre. De qué sirven mis preguntas en esta jerarquía de la muerte donde la tierra y las piedras hacen ¡Dinn! ¡Dinn! Esto es difícilmente un festín. Es mi estómago el que me hace sufrir.
Anne Sexton (Massachusetts, 1928-1974). Poeta estadounidense laureada por su poesía intimista, confesional. Proveniente de una familia acaudalada, prefirió dejar los estudios universitarios para contraer nupcias. Con el nacimiento de sus dos hijas, Sexton sufre colapsos mentales a partir de 1954. Los médicos y especialistas coadyuvaron su apetito autodestructivo, guiando su genio hacia la creatividad literaria. Sus amigos Sylvia Plath, Robert Lowell, Maxine Kumin y W. D. Snodgrass la apoyaron incondicionalmente en ese redescubrimiento poético. A finales de los años 50 sus textos empezaron a publicarse en The New Yorker, Harper’s Magazine y en Saturday Review. Fue profesora titular de la Universidad de Boston. Se quita la vida en el garaje de su casa mediante la inhalación de monóxido de carbono. Publicó To Bedlam and Part Way Back (1960), The Starry Night (1961), Live or Die (1966), Transformations (1971), The Death Notebooks (1974), entre otros títulos; también escribió literatura infantil. En el 2013, la editorial LINTEO publicó sus Obras Completas con la traducción al español a cargo de José Luis Reina Palazón. Sexton fue la primera mujer miembro de la orden Phi Beta Kappa otorgada por la Universidad de Harvard. Fue miembro de la Sociedad Real de Literatura. Obtuvo el premio Pulitzer de Poesía en 1967.
Diana Moncada (Caracas, 1989). Poeta y periodista cultural. Autora del poemario Cuerpo crepuscular (2015), que resultó ganador en el Concurso de Autores Inéditos de Monte Ávila en el 2013. Prologuista de la recopilación de entrevistas literarias Al filo (2015), de Miyó Vestrini, segundo título de Ediciones «Letra Muerta». En 2016 ganó una mención en el I Concurso Nacional de Poesía Joven «Rafael Cadenas». Su trabajo periodístico ha sido publicado en diferentes medios de comunicación venezolanos. Administra el blog Pasajera en trance en la web colaborativa peruana La Mula. Actualmente reside en la ciudad de Lima.
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Tomado de Letra Muerta.
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