Sobre el Autor
Antonio Borrego Aguilera, Tony, (Las Tunas, 5 de enero de 1962- 20 de noviembre de 2019) fue un poeta, cuentista y novelista cubano, considerado el poeta más popular de su generación.
Doy gracias a Dios de ser ateo, su primer poemario, le abrió las puertas hacia su esplendorosa carrera literaria al descubrir desde muy temprano, sus extraordinarias aptitudes para la poesía, de la cual hizo su mejor forma de expresión, al escribir y decir sin atuendos de grandeza una poesía que goza de franca espontaneidad. Con este poemario logró tomar, a contra luz, frases hechas de nuestra espontaneidad, connotándolas del contexto común a las dimensiones recurrentes de su obra. Como poeta, en buena medida intuitiva, nos brinda textos que distan de la academia, aunque demuestran dominio en el difícil oficio de la creación poética.
Terrenal, Premio Cucalambé 1992, Primera Mención, constituye el segundo poemario de este autor tunero. Utilizando rimas asonantes y hasta el metro bisílabo, Terrenal entrega versos que se apartan del tradicional canto a la vegetación para ofrecerle espacio al amor, la familia, el temor, la posteridad y la vejez, logrando un recorrido hacia el interior de un hombre que confiesa, puede «ser la quemadura»; pero que «el agua de buenos ríos surca (su) voz».
Publicó más de diez libros en diferentes géneros literarios. Entre ellos se destacan Doy gracias a Dios de ser ateo, Diapositivas, Juegos lunares, Ovejas y demonios, Los días de Dios y La eternidad no alcanza para todos. Obras suyas aparecen en las antologías Poetas del Seminario, Poetas del mediodía, Diez de Espada, Poesía Tunera. Siglo XIX y Siglo XX, Ebria de sol y trino, Poetas de la isla y Poesía Cubana Hoy (Madrid), y en revistas de México, Estados Unidos, Argentina, Uruguay, España y Brasil.
A modo de homenaje en su aniversario luctuoso, compartimos una selección de su obra poética.
Fragmentos de su obra
Biografía del camino
El camino es el elogio del espacio.
Milan Kundera
Cuando por mí la hierba era paisaje y el agua me erizaba cada hueso, las huellas de la noche me confiaron sus dudas. De piedra y argamasa hiciéronme este lomo largo. Sobre la espalda dolorosa me crecía un claro, un claro que se hizo interminable, un sitio ya sin frondas, sin acordes… Me alimenté de pasos y quejidos. Sobre mi cuerpo no quedaron retoños si no piedras, asfalto enardeciente. Y así de obscuro quedé bocabajo sin conocer el cielo, esa ruta inventada por las aves. Como dormido voy donde me lleven aunque no sepa volver de donde parto, aunque al mundo sin fondo que me arrastra, se retuerza y alargue, se descueste y empine.
Enigma
Delante, una tierra maldecida y lejana que el tiempo sepultó. Yo voy detrás y observo esa discordia, mito de lo desconocido. Ignoro el después, y esta palabra remite a un futuro que todavía espero. Embarcaciones de frágiles maniobras han de cruzar la inmensidad, y un mar esbelto les sacude como de popa a proa, y sin saber se abisman. Ningún peligro alcanza. Desde mis ojos cualquier infinitud remonto. La incertidumbre es un país que siempre nos espera.
Discurso de un hombre solo
A Gilberto E. Rodríguez
Esta casa necesita de algo nuevo hay demasiado CO2 en esta sala demasiado silencio en estos cuadros Ayer quise ajustar el cuerpo a la piyama y me fui a correr detrás de un taxi quemé todos mis libros amanecí en la azotea de un vecino pero nada Esta casa necesita un perro un órgano una (sirena un disparo de sol que desempolve el techo los pasos de un elefante algo antipoético que recuerde tu imagen Anoche soñé que habías vuelto que amabas el unicornio que aprendías de memoria mis poemas y me dabas el Nobel de tu corazón Soñé que tú eras una estrella y yo el cosmonauta del siglo que soportabas a los intelectuales que te (besaba infinitamente desnuda y te hundía en mi pecho como una almohada con brazos y labios pero nada estoy convencido de que no vendrás que seguiré comiéndome las uñas amontonando poemas buscándote en todas las paradas de ómnibus en los (cines en los estanquillos sin importarme la gente los intelectuales MIS PREPOTENCIAS No te das cuenta que soy un peregrino moderno que ya no tengo zapatos para buscarte que por la noche le hago la guardia a los (cederistas para estar al tanto de tu regreso que estoy parado en este parque diciendo en alta voz el discurso de un hombre solo Ah pero no importa mañana saldrá en todos los periódicos una nota que diga Se permuta esta casa habitaciones amplias buenos vecinos no falta el (agua Motivo de la permuta Ella no vino
Poiesis
A cómo estamos hoy. Si acaso el alma sabe. Cómo decir que se llevaron estos árboles que vi por la mañana, estas nubes que anclaron en mis ojos. A cómo entonces volverán las oscuras golondrinas si ya la muerte acecha en su rumor de aldaba. Todo cuanto huelo me ha sabido inútil: la flor echada al marchitar del polvo, el desganar del agua cuando corre. A cómo estamos hoy. Si acaso el aura sabe, ella, que volteó el cadáver de los días sin remediar un ascua de alimento. Qué cráneo brotará desde la exhumación sin hojas, sin lombrices semejando el humo, la cuerda interrumpida por el lodo. Si no vinieras tú sin almanaques a rebosar lo que escanció la vida, el pequeño destierro al que me adiestro, acomodando mi cuerpo para luego. Cómo iba a respirar tu nombre, la cábala que esconden tus dominios. Cómo iba a desechar mis atenuantes en aquel juicio del espejo con mi rostro. Que Dios no intente valorar mis fuerzas, mi hereje devaneo por tu música, no sepa que tú y yo dormimos juntos en el rincón donde sus cabras beben. Que ampare Dios estas siluetas, estas dos sombras que cruzan la orfandad del triunfo. A cómo estamos hoy, si no a tu diestra, a tus diez dedos de contar las noches, los diluvios y sequías que suceden a mi falta de voz para calarte. De dónde llegas tú con esos vasos que por doquier me brindan con tus manos, con esas largas manos de coser los versos. A qué estambre, a qué rueca de sándalo o yagruma mi corazón se ovillará. Entretejido en la verdad que ocultas, yo doblaré mi escarcha y el camino, me tiraré a tu amparo de portal en quiebra. A cómo estamos hoy, si no a la ausencia que repartida en pedacitos grandes me dé el instinto de reencontrar tu casa, el sitio en que gobiernas la lujuria. Desde dónde no decirte que me llames y entierres en mis labios tu boca moribunda, tu sentido confuso de constreñirlo todo.
Sahumerio
A Lucy Maestre, por su afán
de proteger el cielo.
Santo Padre: Estamos reparando el cielo, no calculamos los talentos necesarios. Cada abertura tendrá solución en primavera. Detrás de los morrales, hay clavos y almidones, la carcoma ha destrozado los parales y las vigas. El cielo está sobre tus hombros, válgannos tus hombros, válgannos las vigas y parales, válgannos las tablas de Moisés, el trapecio que mecías cuando yo era un niño. Santo Padre: Hay zonas podridas, irreparables escaños por donde se subía al cielo. No hay culpables, las huellas que hubo ya no están, están las voces, las liturgias y los carnavales, el vino humedeciendo la vergüenza. Espero que bajes con cuidado, el hueco está embarrado de sombras y tus pies son frágiles. Santo Padre: Acaban de enterrar el cielo, también enterraron a los inocentes. Los inocentes son culpables. Ayer no basta, hoy no ha comenzado. El tiempo desgrana su inocencia de humo. También el tiempo es culpable de este hueco. Se fugarán las aguas y los pedimentos, se fugarán los culpables inocentes. Santo Padre: Se fugaron los culpables y nos quedamos la miseria y yo. La miseria no habla, tiene un ojo y una cicatriz, pero no habla. La miseria quiere lo que tengo, lo que tengo es la boca, la lengua que tallaste cuando yo era un niño. Sé que me escuchas, cuidado con el hueco, que nos quedamos sin tu hombro, que el cielo se nos viene encima. Acerca tu oído hasta mi boca, no es preciso que enciendas una lámpara.
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