Sobre el autor
Xú Zhìmó o Hsü Chih-mo (1897-1931) fue uno de los mayores renovadores de la literatura china moderna, con una obra de gran sensibilidad e idealismo. Haciendo uso de la lengua vernácula -白话, báihuà-, Xu procuró con éxito acercar la poesía china a las nuevas formas líricas llegadas de Occidente, especialmente de los románticos ingleses. Hoy día, es uno de los poetas más populares en China, a pesar de una vida breve.
Nacido en Zhejiang en 1897, se graduó en la Universidad de Pekín, tras lo cual, en 1918, viajó a Estados Unidos, donde estudió economía y finanzas en las universidades de Clark y Columbia. Mientras se encontraba en Norteamérica, en China eclosionaba el Movimiento del Cuatro de Mayo o de la Nueva Cultura, que marcaría profundamente el desarrollo intelectual del país en el siglo XX.
En 1921, hastiado de la vida en Estados Unidos y llevado por un creciente interés por la filosofía y la literatura, Xu decide marcharse a Inglaterra, donde prosigue sus estudios en el King’s College de Cambridge durante unos dos años. Allí, según relató en algunos de sus textos, toma una nueva conciencia de su relación con la naturaleza. En estos años, en el entorno intelectual y aristocrático de la ciudad universitaria inglesa, se asientan las bases de su ideario político, intelectual y estético. Comienza también a escribir poesía, tras acercarse a la obra de poetas románticos como Percy B. Shelley, John Keats y Byron, y traduce al chino a autores como Voltaire, Mansfield o D’Annunzio.
Tras dos años en Inglaterra, regresa a China y comienza a publicar sus obras en varias revistas, además de ejercer como profesor en unviersidades del país. En 1923 funda la «Sociedad de la Luna Nueva» (新月社, Xin Yue She) junto con otros célebres intelectuales como Hu Shi (胡适) o Wen Yiduo (闻一多). Este grupo literario y su revista Luna Nueva (新月, Xin Yue) se convertirán en el principal foco del modernismo intelectualista del norte de China, frente al modernismo sensorial de la escuela del «Nuevo Sensacionismo» (新感觉派, Xin Ganjue pai) que brota en el sur.
En 1924 publica por primera vez una selección de poemas que, escritos entre los años 1922 y 1924, son reflejo de su visión de la vida y el mundo en los primeros años de su retorno a China: romanticismo e idealismo optimista y búsqueda del amor y la libertad. Sin embargo, sus desengaños posteriores lo convertirán en un ser más melancólico y dolido, sentimientos que irán ganando peso en sus obras más tardías.
En 1931, cuando sólo contaba con 34 años de edad, murió en un accidente de avión de camino a Nankín. Quedó así truncada la vida de una de las figuras literarias más influyentes y, a la vez, prometedoras de la literatura china del siglo XX.
La temática sentimental, intimista y esteticista prevaleciente en su obra hizo que esta quedara relegada tras el triunfo del realismo literario en la República Popular. Sin embargo, a partir de la década de 1980, sus poemas y su prosa fueron «redescubiertos», convirtiéndose, precisamente por sus temas románticos, en uno de los autores más populares de la literatura moderna en China. Su poema 再别康桥 (Zài bié Kāngqiáo; lit., De nuevo adiós a Cambridge) es uno de los más reconocidos entre los jóvenes chinos.
Como homenaje en su aniversario luctuoso este 19 de noviembre, compartimos, a modo de homenaje, una selección de su obra poética.
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Con información de China traducida
Fragmentos de su obra
El ancho mar
El cielo sobre el ancho mar, yo no lo necesito.
Tampoco pienso soltar el inmenso cráneo de papel.
Me dirigiré al cielo para capturar el viento huidizo.
Yo solo quiero un minuto,
Yo solo quiero un poco de luz,
Yo solo quiero una fisura abierta,
Como un niño que se encarama
Delante de la ventana de la habitación oscura
Y mira la fisura abierta de las cuatro esquinas
Del cielo, mira el minuto,
El poco de luz.
Al despedirme de Cambridge otra vez
Suavemente me alejo, tan suavemente como vine un día; y suavemente me despido de las nubes del cielo de occidente. En la ribera los sauces dorados son novias jóvenes en el sol que se oculta. Sus imágenes brillan en el río fulgurante y se han quedado en mi alma. Los juncos verdes enraizados en fango se mecen sin prisa en el agua que corre. Quién fuera uno de ellos, hierba silvestre, en el dulce fluir del Río Cam. En el estanque que protegen los olmos no hay agua cristalina, sino un arco-iris estrujado en la lama donde anidan los sueños de colores. ¿Para ir en pos de un sueño? Habría que ir río arriba donde todo es más verde y dejar que la barca se llenara de estrellas cantando con fuerza bajo su luz radiante. Sin embargo no puedo ya cantar ahora. Que la paz sea la última música de mi partida. Ni los grillos se atreven a romper mi silencio. Cae la noche en Cambridge, y Cambridge está muda. Quietamente me alejo, tan quietamente como vine un día. Diciendo adiós, la manga de mi traje ondea. No me llevo ni una sola nube.
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