La creación de la joven poeta Gretel Hernández Castro, nacida en Santa Clara en 1996, obtuvo el premio internacional Rosetta en España en 2018, un galardón que le valió el reconocimiento de su poemario titulado Nueva extracción de la piedra de locura, y la difusión cultural del mismo por parte de la Federación de Autismo de Madrid. Este hecho fue un estímulo para su creatividad, y en 2019 presentó el cuaderno artesanal de poesía «Señales desde la constelación Trilce», dentro del proyecto Una vela para ti. La autora pertenece al taller literario que conduce el multilaureado escritor remediano Luis Manuel Pérez Boitel, y ha participado en distintas Ferias internacionales del libro en Cuba, entre otros espacios culturales, para la promoción de su obra.
Nueva extracción de la piedra de locura fue publicado en el año 2020, por la editorial Sed de Belleza, de Villa Clara. Cuenta con la cuidadosa edición y el emplane de Edelmis Anoceto Vega, una exigente corrección de estilo por parte de Miriam Artiles Castro, y un elegante diseño de cubierta realizado por Héctor Gutiérrez Bolaños. El volumen contiene poco más de una treintena de poemas donde la joven autora expone pensamientos que definen y cuestionan su propia existencia, como sucede en el titulado «Ventana de luz».
Personas sombrías aparecen y miran por las ventanas, cada noche vienen amigos que no muestran su rostro, amigos que vienen después de una representación teatral. No saludan, no se mueven, no hablan, están frente a la puerta y no la abren; solo tienen que abrirla para entrar en la habitación que no existe, solo tienen que hacer un gesto, empujar la puerta, pero no lo hacen, no pueden hacerlo.
Mezcla de meditaciones filosóficas, fruto de sus asombros y descubrimientos, de análisis de coincidencias y causalidades, sus ideas se combinan en un estilo conversacional, directo, y por momentos, artísticamente ingenuo, naif; que evade toda forma rimada, todo formato prefigurado, y profundiza en el nivel intelectivo, semántico, sensorial, connotativo. Oscila entre la más críptica sutileza y la más descarnada llamada desde la angustia y la soledad interior. Expone su preocupación ante las varias aristas del exterior agreste, los misterios de las relaciones humanas, las necesidades espirituales insatisfechas, los accesos prohibidos, el desarme de las apariencias en busca de las esencias. En sus palabras se conceptualiza el ansia de ser comprendida, de ocupar un lugar justo dentro del mundo, de comunicar sueños y esperanzas desde su yo más íntimo. Tal es el caso de «Una voz»:
Una vez escuché una voz, sonaba tan vacía que mis oídos se perdieron en el agujero de su resonancia. Los sonidos pueden manifestar vida y muerte, llegar mucho más lejos, crear universos vacíos que solo el espíritu ve. Esa voz no era la mía, era la de alguien muy diferente, pero que sufría tanto como yo.
A la vez, dialoga explícitamente con su creadora preferida, Alejandra Pitzarnik, a quien cita y dedica, y de quien se observa una marcada influencia en su escritura. Igualmente se percibe la resemantización y recontextualización de alegorías procedentes de clásicos de la literatura infantil y juvenil universal, como la sombra y la risa, los espejos y ventanas; el concepto de país, mundo y universo como entes paralelos, intangibles y posibles; las estrellas, la magia, entre otros (Peter Pan y Wendy; Alicia en el país de las maravillas). Quizás esto se corresponda con el hecho de que la totalidad de esta selección fue escrita en 2011, cuando la escritora adolescente dejaba atrás su niñez en pos de la juventud. Su padre, Camilo César Hernández, novelista de profesión, ha sido inspiración y estímulo para la joven poeta cubana, quien se encuentra integrada al gremio de escritores villaclareños y se desempeña en el taller donde comparte su creación.
Les dejo con el poema «Movimiento perpetuo», perteneciente al volumen Nueva extracción de la piedra de locura, de Gretel Hernández Castro.
Las personas se mueven, yo no me muevo, yo discurro, soy como el tiempo, ando por la vida sin que nadie me note. Mi presencia es transparente, mi existencia incierta. A veces siento que solo soy un caparazón, siento que estoy totalmente vacía, siento que no soy más que una sombra que se arrastra en el pavimento, la sombra de alguien que no conozco, de alguien que no existe. Siendo las personas dueñas de sus sombras, terminan por ignorar las formas que proyectan del todo. // La gente no puede imaginar que exista una sombra verdaderamente dueña de su cuerpo. Nadie puede ver mi espíritu, nadie puede ver mi alma, nadie puede palpar las infinitas lágrimas que mi aura derrama. ¿Yo estoy viva o soy solo una figura con sentimientos de miedo y tristeza? // La niña pálida, pero bonita, dice que es un fantasma, el fantasma de una persona que jamás sonrió y que vaga por el mundo real buscando su risa. Cuando consiga ser feliz por un momento, podrá entonces descansar en paz. // Intento mirar mi reflejo en el agua y no veo nada. Cuando los demás lo hacen, me inclino y puedo observar el rostro, el cuerpo y la existencia de las personas que contemplan sus imágenes. ¿Acaso yo soy un ser humano? ¿Acaso alguna vez lo fui? Siento un gran vacío que me urge llenar de alguna forma. Tengo mucha prisa por sentir que existo, tengo prisa.
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