Hace 103 años, un 5 de septiembre de 1921 nacía en Tarija Óscar González Alfaro, el poeta de los niños y jóvenes. En su natal San Lorenzo, cuna de grandes caudillos; hombres y mujeres valerosos de dulce corazón, a través de las letras supo plasmar en sus obras la sensibilidad del niño que aún habita en el corazón de cada uno, y para esas almas describió con cada palabra en sus cuentos y poemas, el folklore y belleza de las costumbres de la gente sencilla.
A sus 17 años presentó su primera obra titulada Bajo el sol de Tarija. Más adelante se desempeñó como profesor de castellano, lenguaje y literatura en la Normal de Canasmoro (Escuela Superior de Formación de Maestros Juan Misael Saracho) en San Lorenzo y nutrió las mentes de los niños en varios colegios e institutos del departamento de Tarija y La Paz.
Óscar Alfaro, esposo y padre de familia, figura destacada del periodismo durante el siglo XX, fue productor del programa La República de los niños en radio Illimani y colaboró escribiendo columnas en varios periódicos. En La Paz, formó parte del grupo literario y del movimiento cultural revolucionario cuyo instrumento era la revista impresa denominada Gesta Bárbara en su segunda generación.
Un hombre noble, que albergó en su espíritu inquietudes sociales, guiado por la pasión de la enseñanza, escribió principalmente para los niños, aquellas almas sensibles que descubrieron en sus cuentos y poemas vivencias del hombre de campo con sus alegrías y tristezas y también del hombre que trabaja en las ciudades y que lucha constantemente por un mundo mejor.
En la calidez de sus obras serenas se percibe un compromiso moral y cívico a través de los valores en la narrativa de sus cuentos y en aquella prosa de ficción cuya descripción alimenta la imaginación de los niños y jóvenes, convergen la lucha del hombre que busca un mejor mañana con la inocencia de los personajes infantiles, hecho que convierte sus obras en una artística forma de denuncia social.
La poética y fundamental obra literaria de Alfaro fue reconocida con el Primer Premio en el Concurso Nacional de Cuentos para niños en el año 1956, y con Cuentos Chapacosobtuvo el Premio Nacional de Cultura en el año 1963.
Su temprana ausencia llegó siendo aún joven y con tanto para dar, Óscar Alfaro falleció a los 42 años un 25 de diciembre de 1963 en la ciudad de La Paz. Pero su obra es como la semilla que muere para dar frutos en abundancia, es la flor que adorna eternamente la memoria del pueblo de las flores, San Lorenzo como lo refleja la cueca Moto Méndez, obra escrita por sus manos y musicalizada por el maestro Nilo Soruco, pieza que forma parte de la colorida riqueza cultural de nuestro país.
El maravilloso trabajo de Óscar Alfaro es un ejemplo y fuente de inspiración para los maestros de escuelas y escritores contemporáneos, quienes mediante creaciones de ficción educan e instruyen a los niños y jóvenes y les ayudan a crear hábitos de lectura para enarbolar con orgullo la bandera de la literatura juvenil.
En su extensa creación literaria destacan: Canciones de lluvia y tierra (1948); Bajo el sol de Tarija (1949); Cajita de música (1949); Alfabeto de estrellas (1950); Cien poemas para niños (1955); La escuela de fiesta (1963); La copla vivida (1964); Poemas chapacos (1966); El circo de papel (1970); Caricaturas (1976); Sueño de azúcar (1985); Cuentos infantiles (1962); Cuentos chapacos (1963); El sapo que quería ser estrella (1980); El pájaro de fuego y otros cuentos (1990).
Sus escritos son «clásicos de la literatura infantil boliviana». En «El pájaro de fuego» el lector descubre que un ser de fuego ayuda al viejo ceibo a sentirse útil o en «El sapo que quería ser estrella», el niño y el adulto meditan sobre la importancia de brillar con luz propia y sin lastimar a otros.
En otro de sus cuentos, «El pájaro revolucionario» denuncia la falta de justicia hasta nuestros días y la vulneración del derecho a recibir un salario justo. No se cansa de recordarnos que debemos comportarnos adecuadamente en la vida, y en «El violín robado» manifiesta que solo en las manos correctas el instrumento regala maravillosas melodías.
Un bello relato es «El hermano lobo» que con su discurso recuerda al lobo de Francisco de Asís. Pero Alfaro le da un matiz particular al describir la situación del lobo que buscaba comida y paz y que al no conseguirlo se disfraza con el traje de un monje al que ha dado muerte. ¡Cuántos seres andan por el mundo disfrazados de monjes siendo en realidad lobos!
Sus poemas dedicados al cultivo del civismo de los estudiantes son un referente de la expresión de amor a la patria y del amor a la tierra. Sus versos equilibrados presentan al lector un reflejo de la lucha política y una denuncia firme de las injusticias sociales. Por la profundidad de contenido, sus obras han sido traducidas a varios idiomas. Un claro y bello ejemplo son los poemas que niños y jóvenes eligen para regalar a la patria. No podemos dejar de mencionar los versos del poema Bolivia en el que su corazón se conmueve por su patria de laurel y olivo.
En «Soneto a mi niña» destaca con la suavidad de sus palabras la dulzura del perfil de una niña trazado en un trozo de papel. De la colección de versos también se destaca el poema «La cruz de palo» en cuyas líneas muestra su amor por los animales y la naturaleza y en el poema titulado El perro reconoce en los ojos del animal cierta comunicación con el ser humano.
En el mes en el que las flores renacen, a cien años de su nacimiento, reafirmamos nuestro reconocimiento y agradecimiento a este gran ser humano que pasó por este mundo demostrando su amor a la tierra que lo vio nacer, a los niños y a quienes conservan aún el alma de niño y nos deja en el corazón su pasión por las letras, por el abecedario con el cual construyó sentidos e importantes mensajes que perduran en el tiempo.
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Tomado de La Razón
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