Preciado Virgilio López Lemus:
Agradezco infinitamente la deferencia de enviarme su poemario Hipno1 que es una oración sagrada de fe y esperanza, con esa bella dedicatoria «Para mi querido RMR este laberinto de amor que sea un recuerdo de tu amigo que te abraza». Así he llegado a mi ciudad y bajo este intenso otoño que parece durará en mi corazón leo emocionado tu poemario. Realmente hay mucho de remembranza y de esperanza en estas páginas que parecen navegar por tu interior y dar fe de un amor intenso. Difícil por estos tiempos es amar… yo me refugio en las imágenes que van cayendo como los días que se suceden en este país, desde donde te escribo.
Tú fuiste alguien que se perdió en el mediocielo.
Alguien por quien las campanas tañen para mí.
Estabas. Eras. Yo te pulsaba…
Así inicia este poemario que bien apuesta por aferrarse a la imagen que se configura con el tiempo y la nostalgia. Nos entregas con estos primeros versos una gran misión: Desempolvar lo que se ama. Diría que es un verdadero azar leer estos textos que nos hacen humano, y lo digo con énfasis, por lo emotivo del mensaje. El tiempo nos castiga por el hecho de sufrir. Tal parece un estampido de sentimientos o ciertos sentimientos en estampidos. No sabría confirmar otra cosa.
Dejabas de ser cualquiera,
Ya no fuiste nunca más un número.
Supe hallar en tu aliento la alegría.
Sincero, oportuno y aferrado al amor, te mantienes durante todo el poemario. Especie de canto amatorio que impones a partir de esas sajaduras que hace el tiempo mismo. Devoción por lo amado; aquí se enseñorea la palabra amor y se distiende a ciertas márgenes que no sabemos nunca delimitar su espacio. Desde la mirada del receptor, cuánto hace grato a esa belleza que no queremos decir, que no queremos justificar. Este libro, preciado Virgilio, es un soliloquio por la esperanza. Más que tristeza encuentro fe en que el amor se mantiene, el tiempo es el mismo. La palabra vuelve a su aposente como una luz matinal y llueve ahora mismo sobre nosotros. Aquí en mi casa donde nací, es otoño, ciertamente, Hipno es un otoño, pero también es una casa.
Apuesto por este hermoso y sincero poemario que nos entregas, que me permites leer y quisiera ahora mismo abrazarte, como si fuera el mensajero de alguien que te abraza todos los días, de alguien que está atento a ti, que te ve desde esas nubes que bien dibujas en el horizonte y me desvanezco, pero en ese instante vuelvo a ti, como una persecución por ese aliento que deja el paisaje. Dibujar así los escondrijos de la memoria, es un lujo, preciado y buen Virgilio, dejemos en ese sortilegio los últimos versos del libro:
Cantarán los soles,
Y habrá una lluvia apocalíptica.
Suyo,
Rainer Maria Rilke
Nota:
1Colección Sur, UNEAC, 2018
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