Hace diez años nació en la casa de Dulce María Loynaz, hoy Centro Nacional de Promoción Literaria, lo que llamamos el Encuentro Internacional de Jóvenes Escritores de Latinoamérica y el Caribe. Una idea que surgió del poeta y narrador Edel Morales y que luego enriqueció Yanelys Encinosa con su magia y esfuerzo inigualable junto al poeta Roberto Manzano con sus nobles ideas, y al que fueron sumándose escritores como Daniel Díaz Mantilla, Yeney de Armas, Raúl Flores Iriarte, Antonio Herrada, entre otros, para hacer las presentaciones de cada panel. Al poeta Pierre Bernet, que ayudó durante años con su espacio Lecturas Compartidas en el Hurón Azul. Y a coordinadores como Jocelyn Pantoja desde México, que aportó mucho con su editorial para hacer realidad una propuesta tan difícil para nosotros como lograr hacer un libro artesanal con las memorias del Encuentro, aportando por parte de los invitados: hilo, hojas, cartulina, tijeras, plumones, colores y lápices, con el objetivo de poder regalar un ejemplar a cada país. Después se sumó Eudris Planche, que comenzó como invitado en lecturas presentando sus libros publicados y terminó ayudándome incondicionalmente cuando Yanelys tuvo que asumir la dirección de la Casa de la Poesía en aquel momento, sin dejar de atender y preocuparse por todo lo que hacíamos. Más tarde se fueron uniendo los amigos Sinecio Verdecia y Alejandra Ferrer como colaboradores fieles, ayudando en toda la organización del evento con aportes necesarios para lograr que la voz del artista y el creador se extendieran hacia La Habana Vieja sin dejar de hacer su inauguración donde naciera, en la casa de la escritora admirada y querida Dulce María Loynaz, Premio Nacional de Literatura y Premio Cervantes.
Encuentro que ya no era solamente de Latinoamérica y el Caribe, sino de Iberoamérica, con la participación por primera vez de una de las poetas más importantes de la literatura española contemporánea llamada Verónica Aranda, y de cuyo Encuentro surgió su libro Mapas, publicado por la Editorial Matanzas en la isla, y al mismo tiempo salía una antología de preparada por Yanelys, de la poesía puertorriqueña publicada por la Ediciones La Luz, en la provincia de Holguín, también en la isla. Ambos libros fueron seleccionados de uno de los Encuentros y entregados a la dirección del Instituto Cubano del Libro por sugerencia de la presidenta, en aquel entonces Zuleica Romay, para que fueran publicados al año siguiente.
Y en todo esto, yo como soñadora de un proyecto, no solo literario sino también espiritual. Concebido para jóvenes de la isla y también del mundo.
Vivir estos momentos ha sido para mí como aportar ideas para nuevas generaciones. Ayudar a que los escritores sientan que esta es su casa, vengan de donde vengan mientras tengan algo que decir para los demás.
Compartir todo ese tiempo con ustedes ha sido como un toque mágico, como un rejuvenecer, porque es contagioso compartir con los jóvenes, respirar con los jóvenes, interiorizar con los jóvenes. Como decía Rafael, el presidente de la Asociación Hermanos Sainz en la inauguración del Encuentro, «es que aunque ya no seamos tan jóvenes nos hacen sentir por dentro que sí lo somos». Crear un espacio de diferentes voces sin discriminación, con apoyo de los intelectuales y maestros cubanos de la palabra, de la creación literaria como Roberto Manzano, que siempre ha sido el maestro de generaciones de jóvenes y no tan jóvenes como yo, dejándonos antologías que sirven para salvar el mundo y la cultura de alguna manera, para que no olvidemos de donde venimos, ayudándonos siempre a entender la poesía desde una mirada sabia y límpida, dinámica y descubrimiento del lenguaje poético con su pensamiento humanista y espiritual.
Haber formado parte de este lindo proyecto me sigue dando fuerzas para creer que no estamos solos, que la poesía y la literatura en general nos da la posibilidad de crear puentes necesarios que nos lleven a lugares, donde el debate sobre las revistas alternativas, la literatura para niños y jóvenes, la narrativa, la poesía, el cine, las editoriales independientes y cartoneras, el teatro, paneles donde se dialoga sobre el racismo y la literatura gay, han dejado una huella para todos los que han podido estar en estos encuentros.
De hecho, creo que se debe hacer más por parte de las Instituciones que nos acompañan para que los medios de comunicación apoyen este lindo proyecto durante el diario de la Feria Internacional del Libro y la Literatura, que no es más que un mensaje hacia las nuevas generaciones. Pienso que son el camino hacia verdades en las que los escritores se cuestionan y desean ser escuchados.
Como el día de ayer, cuando la escritora chilena Victoria Valenzuela expresaba, cómo a través de su lucha a favor de los derechos de la mujer se refleja el dolor de su tierra al verlas atropelladas, violadas y muertas, sin que el gobierno haga juicio a los que han cometido esas atrocidades. Escuchar a Leonardo Madriz de Costa Rica, con su lucha por proteger a las tortugas que masacran y van comiendo sus partes mientras aún viven, y de cómo asesinaron a su amigo Jairo por defenderlas y luchar a favor del medio ambiente. Algo tan horrible a lo que no estamos acostumbrados a ver en nuestro país, porque en Cuba se cuida y se protege el medio ambiente con los pocos recursos que tenemos. Entonces, es cuando pienso que estos espacios son como de lucha por la palabra hacia un mejor porvenir, de lucha por los jóvenes que necesitan más solidaridad y encontrar el verdadero camino que los lleve a socorrer a la naturaleza y a demostrar a través de la poesía, el teatro, el cine su capacidad de sobrevivir en un mundo lleno de desigualdades. Eso es lo que reflejan estos encuentros. La poesía hermanada y con voz propia que lucha por un futuro mejor para el planeta.
Por eso me siento agradecida, por haber tenido la oportunidad de ayudar y rejuvenecer junto a ustedes este sueño que es el sueño de todos. Agradecer a los compañeros del Instituto Cubano del Libro, al Centro Nacional de Promoción Cultural Dulce María Loynaz, a Edel Morales, a su director actual Josué y a sus trabajadores. Agradecer siempre a la Asociación Hermanos Sainz por estar presente brindando su espacio en el Pabellón Cuba, a La Casa de la Poesía con Sinecio de director y a su colega Alejandra Ferrer. A la UNEAC, y a mis queridos amigos Yanelys y Eudrys por seguir adelante con un sueño hecho realidad.
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