Pues sí, ya que se trata de la Rumania recordada en algún momento por Pablo Neruda volvamos a ella: «Cuando llegué a la Transilvania pregunté por Drácula, no me entendieron».
Y esa Transilvania (o Rumania) es también la de Paul Celan, o más bien, Paul Antschel, el mismo que pudo ver la luz en Czernorwitz, Bucovina, en 1920.
No sé en cuál, pero recuerdo haber leído una novela de Balzac donde uno de sus personajes vacilaba entre lanzarse o no a las malditas aguas del Sena en un inobjetable acto de suicidio. Celan no tuvo que vacilar sino que hubo de concretar su acción hacia 1970, fecha incólume, ante el mismo río.
Algo habría estado ya preconcebido. Su coterráneo Emir Cioran supo valorar su obra y su amistad mucho mejor, en tanto, dijo haber rechazado ser el protector de toda su obra… post morten, esto es, su albacea en el mismo momento que este, a saber por qué se lo pidiera. ¿Habría estado seguro de los ajustados desequilibrios de su amigo? Significativas no dejan de ser las palabras de Emir cuando escribiera: «El suicidio es un acto de desafinación». Ambos habían cruzado fronteras durante la II Guerra y ambos habían terminado como refugiados en Francia hasta el final de sus días. El contrastante Cioran, el atormentado Paul.
Mejor que catalogar la obra de Celan como extensa (tantos libros publicados en vida, seis póstumos) es preferible valorarla como importante si tenemos en cuenta que, cantidad nunca ha sido sinónimo de calidad. Veinte años de edad y tan solo unos once muy breves poemas le van dando ya a Eros Alesi un lugar en la poesía italiana. Las angustias de Paul pasan por los horrores de la guerra: holocausto y campos de concentración.
Pienso en Pablo Neruda y su manera de recordar un clásico de la novela gótica y también a su autora Mary Shelley, la misma que reproduce un desplazamiento de escenario al colocar su personaje fuera de los espacios londinenses, digamos, en un ejercicio de desterritorialización según habrían podido haber dicho Deleuze y Guattari desde sus Mil Mesetas.
Fuga de la muerte
Negra leche del alba la bebemos de tarde la bebemos a mediodía de mañana la bebemos de noche bebemos y bebemos cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho Vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete lo escribe y sale de la casa y brillan las estrellas silba a sus mastines silba a sus judíos hace cavar una fosa en la tierra nos ordena tocad a danzar Negra leche del alba la bebemos de tarde te bebemos de mañana a mediodía te bebemos de tarde bebemos y bebemos vive un hombre en la casa que juega con las serpientes que escribe que escribe al oscurecer a Alemania tu pelo de oro Margarete Tu pelo de ceniza Sulamit cavamos una fosa en los aires no se yace allí estrecho Grita hincad los unos más hondo en la tierra los otros cantad y tocad agarra el hierro del cinto lo blande con sus ojos azules hincad los unos más hondo las palas los otros seguid tocando a danzar Negra leche del alba te bebemos de noche te bebemos a mediodía de mañana te bebemos de tarde bebemos y bebemos vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete tu pelo de ceniza Sulamit juega con las serpientes Grita que suene más dulce la muerte la muerte es un Maestro Alemán grita más oscuro el tañido de los violines así subiréis como humo en el aire así tendréis una fosa en las nubes no se yace allí estrecho Negra leche del alba te bebemos de noche te bebemos al mediodía la muerte es un Maestro Alemán te bebemos de tarde y mañana te bebemos y bebemos la muerte es un Maestro Alemán su ojo es azul él te alcanza con bala de plomo su blanco eres tú vive un hombre en la casa tu pelo de oro Margarete azuza sus mastines a nosotros nos regala una fosa en el aire juega con las serpientes y sueña la muerte es un Maestro Alemán tu pelo de oro Margarete tu pelo de ceniza Sulamit.
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