Sobre el autor
Paul Celan (Rumania 23 de noviembre de 1920 – Francia 20 de abril de 1970) Poeta y traductor rumano de origen judío y habla alemana, considerado por la crítica como el más grande lírico en alemán de la posguerra. Su lenguaje innovador se forjó en un duro periplo por la Europa de la II Guerra Mundial y la represión comunista.
En 1941, los nazis invadieron la región y reagruparon a los judíos en guetos y un año más tarde, mientras estudiaba en la universidad de su ciudad natal, sus padres fueron deportados y murieron en un campo de concentración, mientras que él fue recluido en un campo de trabajo en Moldavia. Al ser liberado en 1944, se trasladó a Bucarest donde trabajó un tiempo en una editorial y en 1947 abandonó Rumanía para trasladarse a Viena, dónde publicó su primer libro. En 1948 se radicó en Francia, donde dictó clases de alemán en la Escuela Normal Superior de París.
Como homenaje en su aniversario luctuoso, compartimos una selección de su poesía, influida por el surrealismo y rica en imágenes bíblicas, expresión de lo absurdo de la vida moderna y la dificultad de la comunicación.
Fragmentos de su obra
Canción a una dama en la sombra
Cuando la Taciturna llegue y decapite los tulipanes, ¿Quién saldrá ganando? ¿Quién saldrá perdiendo? ¿Quién se asomará a la ventana? ¿Quién pronunciará primero su nombre? Alguien que es portador de mis cabellos. Los lleva como se lleva a los muertos en las manos. Los lleva como llevó el cielo mis cabellos aquel año en que amé. Los lleva así por vanidad. Ese saldrá ganando. No saldrá perdiendo. No se asomará a la ventana. No pronunciará su nombre. Es alguien que está en posesión de mis ojos. Los tiene desde que se cierran los portones. Los lleva en los dedos, como anillos. Los lleva como añicos de fruición y zafiro: era ya mi hermano en otoño; y ya cuenta los días y las noches. Ese saldrá ganando. No saldrá perdiendo. No se asomará a la ventana. Pronunciará su nombre el último. Es alguien que tiene lo que dije. Lo lleva bajo el brazo, como un bulto. Lo lleva como el reloj su peor hora. Lo lleva de umbral en umbral, mas no lo arroja. Ese no saldrá ganando. Saldrá perdiendo. Se asomará a la ventana. Pronunciará su nombre el primero. Será decapitado con los tulipanes.
Con todos los pensamientos me fui
Con todos los pensamientos me fui fuera del mundo: allí estabas tú, mi sosegada, mi abierta, y- nos recibiste. ¿Quién dice que se nos murió todo cuando se nos quebraron los ojos? Todo despertó, todo comenzó. Grande vino un sol flotando, radiantes se le enfrentaron alma y alma, claras, imperiosas le presilenciaron su órbita. Suave se abrió tu seno, silente subió un aliento al éter, y lo que se hizo nube ¿no era, no era forma y a partir de nosotros, no era tanto así como un nombre?
De viaje
Hay una hora que hace del polvo tu escolta, de tu casa en París, lugar de sacrificio de tus manos, de tu ojo negro, el más negro ojo. Hay una estancia donde un tiro de caballos se detiene para tu corazón. Tu cabello quisiera ondear en el viento cuando te vas – eso le está prohibido. Los que quedan y hacen signos de adiós no lo saben.
Ciégate para siempre
Ciégate para siempre: también la eternidad está llena de ojos- allí se ahoga lo que hizo caminar a las imágenes al término en que han aparecido, allí se extingue lo que del lenguaje también te ha retirado con un gesto, lo que dejabas iniciarse como la danza de dos palabras sólo hechas de otoño y seda y nada.
Había tierra en ellos
Había tierra en ellos y cavaban. Cavaban y cavaban y pasaba así el día y pasaba la noche. No alababan a Dios que, según les dijeron, quería todo esto, que, según les dijeron, sabía todo esto. Cavaban y nada más oían; y no se hicieron sabios ni inventaron un canto ni imaginaron un lenguaje nuevo. Cavaban. Vino una calma y vino una tormenta y todos los océanos vinieron. Yo cavo y tú cavas e igual cava el gusano y aquel remoto canto dice: cavan. Oh uno, oh nadie, oh ninguno, oh tú: ¿Adónde iba si hacia nada iba? Oh, tú cavas y yo cavo, yo me cavo hacia ti, y en el dedo se nos despierta el anillo.
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