Paula Andrea Pérez Reyes es una poeta, abogada y filósofa nacida en Medellín en 1983. Su obra poética se caracteriza por abordar temas como el conflicto, la violencia, la memoria y el deseo desde una perspectiva crítica y sensible. Ha publicado los libros de poesía: Cuando escribo sobre el muro (El Quirófano Ediciones, Ecuador, 2021) y Las quimeras del tiempo. Apuntes poéticos en tiempos de sufrimiento (Fallidos Editores, 2022), este último reconocido como el mejor libro de poesía del año por esa editorial. También ha participado en diversas antologías, revistas y eventos literarios tanto nacionales como internacionales.
Su formación académica se refleja en su labor como docente investigadora del Grupo GITS adscrito a la Escuela de Ciencias Sociales de Universidad Pontifica Bolivariana y de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas de la Universidad de Antioquia. Además, es defensora de derechos humanos con énfasis en el reconocimiento de los derechos de víctimas y personas con discapacidad. Ha participado como presentadora, conferencista y poeta en eventos nacionales e internacionales en países como España, Ecuador, México y Perú, sobre temas filosóficos, jurídicos y sociales.
Su poesía bebe de diversas fuentes literarias, artísticas y culturales. Entre sus referentes se encuentran autores como Juan Rulfo, Gustave Doré, María Mercedes Carranza, Patricia Nieto y Mery Yolanda Sánchez. Su estilo combina la fuerza expresiva con la delicadeza estética, creando imágenes que conmueven e interrogan al lector. Sus poemas son plegarias, testimonios, denuncias y homenajes a las víctimas de la violencia y el olvido. También son exploraciones del deseo, la identidad y el tiempo.
Plegaria sin nombre, un punto de fuga
Rezo por todas las voces, presto mi boca para que ellas hablen.
Hago una plegaria por Juan Preciado que tiene la boca llena de tierra
una plegaria por los que, con Él, van directo a la fosa del olvido
Para aquellos que no están presentes…
son cenizas, son menos que polvo
No son nada sobre la fría mesa metálica.
Miles y millones de partículas que caen en la tierra y las arrastra el viento
Rostros a los que no se les dio el permiso de envejecer
Ojos que no se les concedió más la luz del día
Son sumados a la lista por encontrar
Son contados como un muerto más
Y un vivo menos.
Seres que caminan errantes por el mundo
la Madre Tierra los reclama,
el río los vomita.
Otros gimen cada día esperando que encuentren el camino a casa:
A su primera morada,
Al polvo de la tierra de donde salió Adán y adonde volvemos todos.
A ustedes:
PORQUE UNA PALABRA DIBUJA EL ROSTRO BORRADO.
(Del blog Aleteo poético)
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