
Pedagogía de la autonomía y otros textos, del eminente pedagogo brasileño Paulo Freire (1921-1997), es el título del libro publicado por la habanera Editorial Caminos, y prologado por la doctora Esther Pérez, para satisfacción de los fieles seguidores de la «Pedagogía de la autonomía, de la ternura o de la liberación», cuyo máximo exponente es el doctor Paulo Freire.
Antes de reseñar esta joya de la literatura pedagógica contemporánea, quiero relatarles a los lectores cómo se produjo mi primer encuentro con la pedagogía revolucionaria de Paulo Freire: fue en una cobertura a una conferencia magistral, impartida por el doctor Lois (ya fallecido), profesor titular de la Universidad de Panamá, en la habanera Alma Mater, subsede del evento internacional de Pedagogía. Allí, el ilustre discípulo de Paulo Freire disertó acerca de la «Pedagogía de la autonomía, de la ternura o de la liberación», creada por Freire, y acto seguido, captó la atención e interés del auditorio (incluido este cronista, que quedó gratamente impactado con ese método pedagógico de enseñanza-aprendizaje, que en su esencia íntima era una versión contemporánea de un aforismo del venerable padre Félix Varela: «el que enseña y el que aprende solo son compañeros; el verdadero maestro del hombre es la naturaleza», ya que el educador carioca percibe al profesor y al estudiante como iguales en el largo camino que implica la formación integral que debe recibir el hombre genérico.
Sobre el texto llama la atención el lenguaje utilizado por el autor: llano, sencillo, directo al intelecto y el espíritu del lector, sin tecnicismos propios del vocabulario pedagógico, ya que su objetivo fundamental es acariciar la mente y el alma de quienes decidan incursionar en sus páginas de ese texto, escritas —al decir martiano— «con afecto y respeto ternísimos» hacia quienes son objeto y sujeto de la «pedagogía de la autonomía, de la ternura o de la liberación», y en las que sintetiza las bases teórico-conceptuales y metodológicas en que se estructura esa forma sui generis de llevar a la praxis el proceso docente-educativo dentro de la academia y fuera de ella.
No me asiste la más mínima duda de que Freire es uno de esos geniales pensadores que logró plantearse tempranamente preguntas esenciales para la existencia humana, lo que es condición sine qua non de la Pedagogía como ciencia social que pretende elevarse por encima de la prevaleciente hasta ahora, para poder cumplir —a carta cabal— su función fundamental, o sea, guiar al educando hacia metas superiores de vida con autonomía, amor y libertad de mente y espíritu, que es —según el Apóstol— la «verdadera libertad».
Paulo Freire dedicó su existencia terrenal y su fecunda obra en el campo de la Pedagogía Contemporánea a responderse a sí mismo y a los demás esas interrogantes, que le aguijoneaban sus esferas cognoscitiva, afectivo-espiritual y conativa (la unidad de la personalidad humana), y cuyas respuestas examinó en más de una ocasión e incorporó a los resultados de sus nuevas pesquisas e indagaciones, así como a la lucidez intelectual y espiritual que lo caracterizara, y a la cálida atención que les prestara a las disímiles interpretaciones, lecturas y amplios debates que sus doctrinas pedagógicas desencadenaban en los diferentes círculos sociales brasileños y de otras latitudes geográfico-culturales.
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