Hay asuntos que, aunque se dude de su veracidad, se mantienen a lo largo de la historia como posibles verdades. En nuestra tierra aparecen asuntos de esa índole que se conocen como leyendas, cuentos, ficciones, y hasta mentiras que se asumen como verdades.
Quiero presentarles a mis lectores un caso que ha hecho época en la literatura mundial y de todos los tiempos, nadie sabe a ciencia cierta si este personaje existió o fue producto de la ficción de algún literato, pero que se mantiene a lo largo de la vida, y hay aspectos recreados en la literatura de ficción como El caballo de coral de Onelio Jorge Cardoso que sigue reconocido en la literatura cubana. El caso en cuestión que les propongo es el personaje Perogrullo, y ahí les va mi comentario.
Hace unos días leí en la prensa una frase que decía textualmente: «esa es una verdad de perogrullo» y enseguida fui compulsado por esa vieja manía del también viejo oficio de maestro y me dije: «no puede ser, Perogrullo se escribe con mayúscula, aquí hay un error». Con la misma llamé a mi amigo Argelio Santiesteban, cazador oficial de gazapos en nuestra prensa tanto escrita, radial o televisada, y le comenté. Estuvo de acuerdo conmigo.
Pero luego, ya en la soledad de la computadora me pregunté: ¿Y quién fue Perogrullo? Y como pensé que quizás muchos de ustedes tampoco saben quién fue este personaje tan manoseado, me dediqué a investigar y ahí van los resultados:
Pedro Grullo, Pedrogrullo, Pero Grullo o Perogrullo es un personaje de la literatura tradicional cuyo origen histórico es difícil de precisar.
Siempre ha aparecido como un individuo cómico, nacido de la imaginación popular, por lo cual no tiene un autor reconocido, ni se puede precisar bien el momento y el lugar de su nacimiento como protagonista.
Existen hipótesis e investigaciones en las que se afirma que fue real en un momento de la historia, y que siempre se caracterizó por decir continuamente expresiones que son evidentemente sabidas, conocidas por todos, por ejemplo, si se dice «cuando no hace frío hace calor», o «en lo lleno no hay vacío» se están hablando perogrulladas.
Está decidido que quien inventó el vocablo perogrullada fue Francisco de Quevedo, al utilizarlo en su libro Los sueños, publicado en 1622.
Luego en el texto La visita de los chistes, también conocida como Sueño de la muerte, hay un actor central que es el «gran profeta» Pero Grullo, el cual habla varias necedades que Quevedo denomina perogrulladas. Un ejemplo de ellas es ésta:
Andárase con los pies, volárase con las plumas, serán seis dos veces tres por muy mal que hagas las sumas. Por otra parte, dice la historia de la época que Petro Grillo fue un personaje real que actuó como testigo en dos escrituras de 1213 y 1227 en Palencia y que, en el siglo XV, particularmente en Cantabria, se citaba a Pedro Grillo.
Existe además un documento que data de 1460, titulado Profecía, que es un relato corto en el que se describe a un profeta ermitaño a quien llaman, Pero Grillo, y que decía cosas tan disparatadas como ésta:
El primer día de enero que vendrá será primer día del año, que todo el mundo no lo estorbará, si con el tiempo no se remedia. Este día amanecerá al alba. Vendrá una niebla tan grande y tan oscura que cubrirá el cielo, y no habrá hombre, por ciego que sea, que vea las estrellas a medio día.
Algunos investigadores creen que el Pedro Grillo del siglo XV evolucionó hasta Pero Grullo en el siglo XVI.
Ya en 1605 aparece en una novela, La pícara Justina, de López de Ubeda, y luego Cervantes en su obra cumbre Don Quijote de la Mancha, en el capítulo LXII, pone en boca de Sancho Panza una pregunta que le hace a la «cabeza» acerca de si volverá a ver a su mujer y a sus hijos. La «cabeza» le responde: «Gobernarás en tu casa; y si vuelves a ella, verás a tu mujer y a tus hijos; y, dejando de servir, dejarás de ser escudero». A lo cual Sancho añade: «Bueno, por Dios; esto yo me lo dijera: no dijera más el profeta Perogrullo».
Como ya se habrán dado cuenta, Perogrullo, personaje real o no, se hace interesante porque se convierte en un protagonista popular que la sabiduría colectiva y la jocunda propia de las agrupaciones poblacionales lo han reinventado cada día, provocándole transformaciones y adecuaciones en función de las circunstancias que se viven o se aspiran a vivir, aunque es este caso particular Perogrullo se ha hecho tan interesante que ya constituye un elemento apoyador y recurrente para todos aquellos que emborronamos renglones en hojas de papel.
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