El 17 de agosto de 1870 fue fusilado en Santiago de Cuba el patriota y poeta Pedro Figueredo, Perucho para la historia de Cuba, quien murió repitiendo los versos «morir por la patria es vivir». De la fecha se cumplen ahora 150 años.
De entre los patriotas poetas de la Guerra del 68 vienen a nuestra memoria Carlos Manuel de Céspedes, José Joaquín Palma, Ramón Roa, Antonio Hurtado del Valle (El Hijo del Damují), Miguel Gerónimo Gutiérrez, Juan Clemente Zenea y Perucho Figueredo, los tres últimos abatidos frente al pelotón de fusilamiento. Observará el lector que no incluimos a los de la Guerra del 95, que tiene como primerísimo al Apóstol de la independencia de Cuba, José Martí.
Reconocemos todos en Perucho Figueredo al autor de la letra de La bayamesa, devenida Himno Nacional, pero no está de más recordar cómo sucedieron los hechos y en qué circunstancias.
Abogado (graduado en España) y con cierta instrucción musical (estudios de piano), Figueredo nos resulta una de las personalidades de mayor interés y empeño en los planes gestores del alzamiento de La Demajagua en 1868.
En 1867 se incorporó a la logia Redención, presidida por Francisco Vicente Aguilera, que en agosto de aquel año convocó a la formación del Comité Revolucionario de Bayamo, como centro conspirativo de un alzamiento en la región. A Figueredo se le encomendó componer una marcha para enardecer el espíritu de los combatientes. El 14 de agosto de 1867 se realizó en el domicilio de Perucho una reunión secreta que formó el antes citado comité y ese mismo día escribió la letra de la marcha de guerra La bayamesa, que devendría Himno Nacional.
A inicios de mayo de 1868, Figueredo entregó la letra al músico Manuel Muñoz, director de la orquesta de la Iglesia Mayor de Bayamo, quien le puso música e instrumentación. Y algo curioso: se interpretó un mes después en presencia del gobernador de la ciudad, coronel Udaeta, durante las celebraciones religiosas del Corpus Christi.
Figueredo estuvo involucrado en cuanta reunión se efectuó con propósitos conspirativos en aquel heroico 1868 y el 7 de octubre las autoridades dieron orden de detención contra él y Carlos Manuel de Céspedes. Entonces se precipitaron los acontecimientos y ante la inminencia de que la revoluciòn pudiera abortar, Céspedes se alzó en armas contra el colonialismo el día 10 de octubre de 1868, algo que para el propio Perucho resultó inesperado, pero que secundó a instancias de Céspedes, alzándose en su ingenio Las Mangas al frente de 32 hombres armados.
Céspedes, Perucho y el general dominicano Luis Marcano se reunieron el día 15 para preparar la toma de Bayamo. Canducha, hija de Figueredo, sería la abanderada, y el 20 de octubre las fuerzas insurrectas tomaron Bayamo. Perucho, sentado sobre su caballo, dio a conocer la letra de la marcha antes creada, entonada públicamente. Días después, a Perucho se le nombró jefe de Estado Mayor.
Esta es la historia sucinta de los hechos.
Por acuerdo de la Asamblea de Guáimaro constitutiva de la República en Armas, en abril de 1869 se le confirió el grado de mayor general, siendo además jefe de despacho del presidente Céspedes.
Apresado por los españoles el 12 de agosto de 1870 y en estado convaleciente de resultas de fiebre palúdica, se le intentó vejar y fusiló cinco días después en Santiago de Cuba.
Esta es en poquísimas líneas la historia tan admirable como impresionante de quien para nosotros es Perucho Figueredo, el autor del Himno Nacional de Cuba, uno de los padres forjadores de la independencia, quien entregó vida y fortuna por la causa de la libertad.
Foto tomada de Ecured
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