Junto a Friedrich Dürrenmatt y Max Frisch, Kurt Marti (pronúnciese “Márti”) es uno de los grandes escritores suizos en la segunda mitad del siglo XX. Nacido en Berna el 31 de enero de 1921, Doctor Honoris Causa por la Facultad de Teología de Berna, Marti recibió numerosos reconocimientos, como el Gran Premio Literario de la Ciudad de Berna, el Premio Kurt Tucholsky de Periodismo y el Premio de la Fundación Schiller de Suiza. Su obra literaria incluye poesía, ensayos, periodismo, exégesis bíblicas, memorias y narraciones.
La infancia y juventud de Marti coincidieron con el ascenso de Hitler al poder, la amenaza del nazismo para Europa y el mundo, y el estallido de la Segunda Guerra Mundial. Pese a la neutralidad de su país, los suizos no descartaban la posibilidad de ser agredidos y se prepararon para rechazar cualquier ataque. A los veinte años Kurt Marti sirvió como oficial en las tropas de montaña.
Comenzó estudios de Derecho, pero en 1942 decidió formarse como teólogo evangélico. En 1950 se casó con Hanni Morgenthaler, su gran amor y musa inspiradora, quien apoyó la labor pastoral y literaria de Marti, y fue su colaboradora más cercana. Tuvieron cuatro hijos, de los cuales uno, Lorenz Marti, es escritor y periodista. Casi 60 años duró el matrimonio, hasta la muerte de Hanni en 2007.
Kurt Marti comenzó a escribir poemas a fines de la década de 1950. Con el humorismo que le era característico, en cierta ocasión comentó: “En vez de tener una crisis de la mediana edad, empecé a escribir.” Su primer libro fue el poemario Boulevard Bikini; le siguieron en 1959 Republikanische Gedichte [Poemas republicanos] y en 1960 Dorfgeschichten [Historias de aldea].
Publicó en 1966 Die Schweiz und ihre Schriftsteller – die Schriftsteller und ihre Schweiz [Suiza y sus escritores – los escritores y su Suiza], donde analizaba problemas y circunstancias reflejados en la literatura suiza de la época, y en 1967 rosa loui – vierzg gedicht ir bärner umgangssprach [rosa loui – cuarenta poemas en dialecto de berna], libro que inició una renovación de la poesía en dialecto en su país. En 1969 vieron la luz sus Leichenreden [Despedidas de duelo], textos relacionados con la muerte y la vida, polémicos por la manera poco convencional en que el autor aborda esos temas.
Algunos poemas de Kurt Marti han sido musicalizados como canciones para el culto de las iglesias evangélicas. Con Adolf Muschg y la teóloga y escritora Dorothee Sölle, Marti escribió en 1989 los textos para Oratorio por el Planeta de la Vida (Sunt lacrimae rerum), con música de Daniel Glaus.
Marti desempeñó una importante labor como periodista durante toda su vida, y de 1964 a 2007 escribió la columna Notas y detalles, para la revista Reformatio. En sus trabajos periodísticos y literarios tomó posición ante cuestiones importantes de su momento histórico, y participó en movimientos por la paz, el desarme, el apoyo a los más desfavorecidos y a los países del Tercer Mundo.
Kurt Marti murió en Berna el 11 de febrero de 2017, a los 96 años. Los poemas que he traducido para presentarlos aquí pertenecen al libro Die Liebe geht zu Fuss[1] (El amor va a pie), selección que incluye textos tomados de diversos poemarios del autor.
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revisofía
comprobado
comparado con los recibos
y hallado correcto
cada año
en cada asociación
en cada comunidad
millones de cuentas
pero quién
comprueba las palabras
cada año
en cada asociación
en cada comunidad
millones de palabras
y quién
las compara con los recibos
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región
donde la luz temprana sabe sosa en la lengua
donde la hora del alba traición lleva en la boca
donde el viejo paisaje lame las nuevas heridas
donde cada accionar implica hechos atroces
donde también los entendimientos se malentienden
donde la quietud es llevada al silencio
donde todo es posible y nada es ya importante
donde es confiable solamente el sueño
donde solo los sueños aún son ciertos
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el consejo de la rosa
1
¿fe? un rosal silvestre
la luz de una sonrisa
fugaz ah sí
no se erige con eso
ningún baluarte
2
mantén la rectitud
dice la rosa
muestra espinas
sé orgulloso
inclínate
solo ante el amor
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mirando nubes
no veré más el mar
no estaré más en la cumbre de un monte
no cruzaré frontera alguna:
en las alturas me queda el deseo
de ver las nubes que viajan por el aire
[1] Nagel & Kimche, Zürich, 2018.
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