Tierra de navegantes y poetas, Portugal celebró su fiesta nacional el pasado 10 de junio, fecha en que falleciera en 1579 o 1580[1] Luís Vaz de Camões, nacido en Lisboa en 1524 y considerado una de las personalidades más sobresalientes de la literatura lusófona. Poeta, soldado y navegante, Camões presta su nombre al más alto galardón de las letras en portugués, y al instituto de estudios sobre lengua y cultura portuguesas.
La primera vez que se mencionó el 10 de junio como festividad fue en 1880, en un decreto del rey Don Luis I, quien lo declaró Día de Fiesta Nacional y de Gran Gala por conmemorarse, en aquel año, tres siglos de la muerte del magno poeta lusitano. El 29 de agosto de 1919, ya proclamada la República de Portugal[2], fue declarado el 10 de junio como feriado nacional. El hoy llamado Día de Portugal, de Camões y de las comunidades portuguesas, ha venido celebrándose, desde entonces, con diferentes nombres y matices.
Como saludo a la fiesta nacional portuguesa, quisiera compartir con los lectores cuatro poemas de autores lusos que he traducido para la ocasión, comenzando precisamente por Camões, quien además de la epopeya Los Lusíadas escribió poesía lírica en la que se destacan sus sonetos, pero también poemas de tema pastoril en versos de arte menor, muy frecuentes en su época, como «Pastora en la sierra».
Pastora en la sierra
(Fragmentos)
Pastora en la sierra,
sierra de la Estrella,
me pierdo por ella.
En sus ojos bellos
tanto Amor se atreve,
que abrasa entre nieve
a los que osan verlos.
No suelta cabellos
Aurora más bella:
me pierdo por ella.
No tuvo esta sierra
en toda su altura
más que la hermosura
que en ella se encierra.
Es cielo la tierra
donde hay tal estrella:
me pierdo por ella.
Siendo entre pastores
causa de mil males,
se oyen en los valles
solo sus loores.
Y yo por amores
no sé hablar de ella:
sé morir por ella.
(…)
Si flores quisiere
por ventura, bellas,
las recoge, y de ellas,
mil de envidia mueren.
No habrá quien no viere
lo mejor en ella:
me pierdo por ella.
Un gran salto en el tiempo nos lleva hasta quien hoy es, tal vez, el más conocido entre los poetas portugueses: Fernando Pessoa, nacido en 1888 en Lisboa y fallecido en la misma ciudad en 1935. Su legado abarca no solo su propia obra (la de Pessoa ortónimo), sino la de varios heterónimos con sus respectivos estilos, vidas, características poéticas y personales, entre ellos Alberto Caeiro, Alvaro de Campos y Ricardo Reis. El libro Quadras e outros cantares recoge parte de la obra poética de Pessoa ortónimo, incluyendo las varias versiones que de algunos de sus textos hiciera el autor, en busca de una perfección que le obsesionaba. De ese libro he tomado el siguiente poema.
Nunca te hallé ni te vi,
mas en la imaginación
se duele mi corazón:
tengo nostalgia de ti.
Nunca, amor, te conocí,
pero sin saber si existes
mis ojos por ti están tristes:
tengo nostalgia de ti.
Hallé a otra y te perdí
ya por haberla encontrado.
No sé si es sueño o pecado,
sé que engañado, exiliado,
tengo nostalgia de ti.
En 2017 tuve la suerte de que se publicara en Cuba mi traducción del poemario El peso de la sombra, de Eugénio de Andrade (seudónimo de José Fontinhas, Póvoa de Atalaia, 1923-Oporto, 2005), en cuya obra se refleja el entorno natural de su infancia campesina: luz, agua, tierra y sol. «La naturaleza está muy presente en mi poesía», expresó él mismo en una entrevista publicada en 2000 por la revista bilingüe Hablar/Falar de Poesía. La lírica amorosa de Andrade se caracteriza por un fino erotismo, una belleza y sencillez nada comunes. Su primer libro de poemas apareció en 1938; entre sus obras sobresalen Las manos y los frutos (1948), Las palabras prohibidas (1951) y Los lugares de la luz (1998). A continuación, un poema tomado de Los amantes sin dinero (1950).
Rumor
Me despierta
un rumor de ave.
Tal vez sea la tarde
queriendo volar.
Levantando del suelo
cualquier cosa que vive,
y es como un perdón
que no tuve.
Tal vez nada.
O apenas un mirar
que en la tarde cerrada
es ave.
Mas no puede volar.
Quiero concluir esta breve muestra con un poema de Nuno Júdice, uno de los más importantes autores vivos de Portugal. Nacido el 29 de abril de 1949 en Portimão, Mexilhoeira Grande, Nuno Manuel Gonçalves Júdice Glória es ensayista, poeta, narrador y profesor universitario. Su escritura incluye estudios sobre teoría de la literatura y sobre literatura portuguesa, y varias piezas teatrales. Ha traducido, entre otros, a Corneille y Emily Dickinson. Entre sus poemarios destacan As Regras da Perspectiva (Premio Don Dinís, 1990), y O Estado dos Campos (2003), al que pertenece el poema que incluyo aquí.
Poesía
Este árbol entró en mi cuerpo, con sus raíces
de fuego; me devoró el alma, con los ramos encendidos de la
inspiración; consumió cada escondrijo de mi ser, con las
hojas blancas de su ansia; y en cada primavera dio
la flor más inesperada, con la música de sus pétalos,
y el brillo de la imagen que se abre cuando el mirar
busca el centro de la corola. Es un árbol que no se seca,
ni necesita agua; que no pierde hojas y flores,
a pesar de inviernos y otoños; que comparte el día
con la noche, cuando busco su sombra, y es su luz
la que me llena. Pudiera ser un árbol de aire libre; mas
también crece en los cuartos más oscuros, en las salas
donde se acumula el humo y la respiración de quien vive,
en las cuevas donde la luz no entra. En vano le cortan las
raíces; en vano intentan apagar su fuego: nace del
ser el humus que lo alimenta; corre en las venas la savia
que lo recorre. Pero no crece solo; y es en ti donde
encuentra su tierra más fértil, en el frío del invierno,
el aire que lo envuelve, cuando tu ausencia lo asfixia,
el agua que sus flores beben, en la aridez del estío. Tú,
con tus dedos de hiedra, tus labios de polen,
y el dulce musgo de palabras con que envuelves su
tronco. Árbol compartido, abrigando las aves del amor,
dejo que sus ramas se extiendan sobre nosotros,
con su canto de nube, y su eco de floresta.
[1] No hay certeza absoluta sobre el año de su muerte.
[2] La República fue proclamada el 5 de octubre de 1910.
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