Acogido por la Biblioteca Pública Provincial Rubén Martínez Villena concluyó este miércoles 16 de agosto, el seminario «Lectura y Bibliotecas. Prioridades para el contexto actual». El espacio, auspiciado por el Instituto Cubano del Libro, el Observatorio Cubano del Libro y la Lectura, y el Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe (CERLAC), reunió a expertos de instituciones bibliotecarias de diverso tipo: parlamentarias, públicas, escolares, académicas y especializadas.
Su última sesión resultó propicia para la exposición, por los diferentes equipos, de cada uno de sus proyectos, lo que permitió debatir sobre diversas problemáticas y apostar por una biblioteca inclusiva. Guiados por la gerente de Lectura, Escritura y Bibliotecas del CERLAC, la colombiana Jeimy Hernández Toscano, los grupos mostraron todo lo aprendido durante los cinco días que duró el seminario especializado en la lectura, la escritura y la oralidad, pero sobre todo, en el arte de la bibliotecología.
Hacer de la biblioteca un espacio diferente y no como el lugar clásico donde dormitan los libros, fue el punto principal; atrapar al público, ese que nunca ha ido y aquel que se va perdiendo poco a poco. En eso se basa la inclusión. Es imprescindible buscar el punto medio, intentar hacer coincidir lo clásico con lo moderno, con cuidado, para no caer en lo opuesto: la exclusión.
Una de las problemáticas mayores son el burocratismo que no deja avanzar la comunicación y la información, la falta de recursos, el poco sentido de pertenencia, el poco dominio del dirigente que la administra, la merma en el número de los especialistas. La no comprensión de la palabra «participar», que, como bien se aclaró, es decir una opinión, que sea respondida y, a su vez, tenida en cuenta.
Otro asunto del que se dialogó fue la hora del servicio. Una biblioteca debe tener un horario opuesto al horario donde el usuario esté trabajando o estudiando, para dar la oportunidad de que sea visitada. Por otro lado, Jeimy Hernández reflexionó que «Un bibliotecario no es un policía cuidador de libros», y sería erróneo pensar que no tiene que ver con los problemas sociales.
Se dejó claro que las bibliotecas deben verse como un laboratorio, un lugar para investigar y descubrir; ella debe ser la universidad del pueblo. Para volver a obtener ese lugar debe empoderar la información y hacer que cada usuario descubra su potencial. Por eso se debe conocer y estudiar esa comunidad, que es única. Hay que tener conocimiento de las personas que no saben aún leer, de los incapacitados, de los débiles visuales, de los de la tercera edad, los vulnerables, no olvidarnos que vivimos con personas reales con problemas reales: para construir la biblioteca de todos y para el bien de todos.
Después de la exposición de cada grupo se exhibió el breve documental «Que nadie se quede atrás», donde personas de diferentes latitudes del mundo hablaban desde su lengua sobre sus problemas, sus sueños, sus anhelos, que partían desde el querer saber cada vez más.
Para concluir, se entregaron los diplomas que acreditaban participación y conocimientos del taller y se rifaron 10 libros de la Antología de los Premios Andersen, de Enrique Pérez Díaz, publicado por la Editorial Gente Nueva.
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