Fernández García tuvo la desgracia de morir el pasado 1ro de agosto, y no vivió la satisfacción de conocer los criterios de los lectores a este, su primer libro publicado, y ahora en el mercado.
La novela de 260 páginas tiene un prefacio, nueve capítulos y un epílogo, se desarrolla en el balneario de Varadero, lugar donde por un tiempo residió el autor, y puede ser considerada como una novela policiaca, por cuanto, como casi siempre sucedes en ejemplares de este tipo de obras, la acción comienza con un crimen. Sin embargo, aborda la convulsa vida cubana post Período Especial, donde la quizás protagonista principal es una muchacha que no ha residido nunca en Varadero y que supuestamente viene a cuidar a una parienta enferma. Dicha joven, de una vida licenciosa, es el eje de la trama de un grupo de personajes y circunstancias sociales que marcan la situación de esa localidad.
El jurado que premió la obra estuvo integrado por tres importantes profesionales: Julio Travieso Serrano, Pedro Pérez Rivero y Lourdes de Armas Matos.
Fernández García fue un jurista y profesor de Derecho en la entonces Universidad Municipal de Varadero.
Desde su más temprana juventud se vinculó con las Fuerzas Armadas Revolucionarias llegando a ostentar el grado de coronel de la Dirección de Inteligencia Militar y participando en numerosas contiendas bélicas solidarias en numerosos países de África y otros lugares del mundo.
Su experiencia a partir de la vida transcurrida, lo llevó, apoyándose en la historia, a escribir literatura, que como todos saben, es ficción, pero permite que aparezcan los llamados testimonios novelados, o novelas testimonios, donde se conjugan los hechos históricos con la ficción, aplicándose la lógica de Gabriel García Márquez cuando dijo muy sabiamente: “La vida no es la que uno ha vivido, si no la que uno recuerda, cómo la recuerda, y cómo la escribe”.
En ese contexto Fernández García deja inéditos varios títulos como Pido la palabra (cuentos), La Hora del recuento (testimonio) y Candito, un héroe anónimo (testimonio, sin concluir).
Ojala las editoriales cubanas se interesen por estás obras que Fernández García no pudo publicar en vida.
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