
La pregunta que da título a este artículo viene al caso porque la vuelta al mundo editorial cubano de la revista La Siempreviva, en 2007, esta vez bajo la dirección del escritor Reinaldo González, sacó del olvido a uno de los fundadores de aquella otra La Siempreviva del siglo XIX que tan grata impresión causó entre los lectores de la época.
La Siempreviva circuló entre 1838 y 1840, y en su primera entrega, correspondiente al mes de julio, se leía que estaba «dedicada a la juventud habanera». Con periodicidad mensual, sus redactores fueron Antonio Bachiller y Morales (hoy aún bien conocido), Manuel Costales y Govantes (desconocido y olvidado), José Victoriano Betancourt (casi desconocido y también olvidado) y José Suzarte (de quien nadie se acuerda).
En las páginas de aquel primer número se expresaba: «Contaremos con producciones de literatos y profesores que hermosearán nuestras páginas, sin que tampoco falten traducciones de asuntos útiles o amenos, y noticias de los descubrimientos que en las artes y ciencias sean aplicables a la economía de las familias».
En cuanto a Manuel Costales y Govantes, llevó una vida activa dentro del panorama intelectual cubano de mediados del siglo XIX. Hizo estudios en las Escuelas Pías y en el Seminario de San Carlos. Se graduó de abogado en 1839 (tenía entonces 24 años) y se dedicó a la enseñanza de diversas materias: filosofía, física y derecho. La escritura y el magisterio le ocupaban, pues su labor en la prensa de entonces se puede seguir en varias publicaciones.
Además de en La Siempreviva, su huella aparece en el Diario de la Habana, en 1841, y años después como redactor de El Faro Industrial de La Habana; también en el semanario Siglo XIX, Flores del Siglo y El Aguinaldo Habanero. La relación de publicaciones en las que colabora incluye El Artista, Cuba Literaria y Álbum Religioso para los Niños. Todo ello sin abandonar su labor pedagógica en el Seminario de San Carlos.
Este intelectual fue miembro de mérito de la Sociedad Patriótica y en 1860 se le eligió director de la Sociedad Económica de Amigos del País, lo cual nos revela cuán destacado fue su quehacer. Apunta Francisco Calcagno que «tenía erudición para disertar en multitud de ramas, pero las cuestiones de educación, fomento, industria, talleres, exposiciones agrícolas, moral pública y otras en las que el país adolecía de graves faltas, fueron las ramas que escogió y en que más se distinguió su civismo. Su colaboración llegó a ser indispensable a toda publicación que obrare al favor público».
Su Memoria sobre construcción y traslación de los rastros recibió premio del Ayuntamiento de de La Habana y su Libro de lectura para los niños tuvo ocho ediciones entre 1846 y 1867, siendo además recomendado por la Sección de Educación de la Sociedad Económica. Otra obra suya, Educación de la mujer, tuvo siete ediciones entre 1852 y 1884.
Como autor costumbrista, escribió una novela de corte moralizante, Florentina (1856), y aunque sus artículos no los reunió en libro, sí aparecieron en colecciones que agrupaban diversos autores, como las tituladas Los cubanos pintados por sí mismos, de 1852, y Tipos y costumbres de la Isla de Cuba, 1881.
Costales y Govantes vivió 50 años. Nació en La Habana el 24 de junio de 1815 y murió en la misma ciudad el 22 de marzo de 1866.
Nos honra recordarlo en su aniversario 210. Casi nada, ¿verdad?
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