El doctor Raúl Cepero Bonilla presidió la delegación cubana a la Séptima Conferencia Regional de la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO) con sede en Río de Janeiro. Pronunció allí su discurso el 20 de noviembre de 1962 y el 27 falleció junto a otros once miembros de la delegación en desastre aéreo ocurrido cerca de Lima, Perú. De aquella intervención en Río de Janeiro, revisemos sus palabras finales, verdaderamente proféticas:
La Reforma Agraria no está terminada en Cuba. Hay todavía muchas deficiencias que eliminar y errores que corregir. Pero en los próximos años avanzaremos a un ritmo más rápido y seguro. El desarrollo es acumulativo. No importan las restricciones establecidas al comercio exterior de Cuba. El bloqueo comercial, la guerra económica, dificultarán, no paralizarán, el proceso de crecimiento. La historia ha condenado al colonialismo, y esta sentencia, que es inapelable, se cumplió en Cuba, y se cumplirá en toda América Latina.
La existencia de Cepero Bonilla se tronchó sorpresivamente en momentos en que sus servicios al país hacían de él uno de los más relevantes intelectuales y funcionarios del servicio exterior.
Poseyó una inteligencia vigorosa y brillante y una personalidad con destaque en diversos perfiles del conocimiento. Ello, amén de ser hombre de su tiempo, comprometido hasta la médula en el acontecer político nacional, en las transformaciones y anhelos de los pueblos.
Nació en Sagua la Grande el 28 de septiembre de 1920 y siendo muy joven trabajó como auxiliar de oficina. Los estudios secundarios hasta el bachillerato y los de Doctor en Leyes en la Universidad de La Habana, donde se graduó en 1942, lo revelan como un estudiante que sobresale por sus calificaciones e integralidad. Durante esta etapa, comparte su tiempo con el ejercicio de profesor auxiliar de la asignatura de Cívica en el Instituto del Vedado, y además afianza su filiación marxista, sostenida en lecturas y conclusiones que acomete por sí mismo.
Este enfoque de la historia, con fuerte basamento en el tema sociopolítico, se manifiesta desde su primer libro, Azúcar y abolición, de 1948, y luego se reafirmará en otro trabajo ensayístico aparecido casi una década después, en 1957, titulado El Siglo (1862-68): un periódico en lucha contra la censura.
Recurre al periodismo como tribuna y sus colaboraciones, a la manera de crónicas concisas, le abren un espacio en el panorama del periodismo histórico y económico. Prensa Libre, Carteles, Bohemia, Acción, Tiempo en Cuba y también Cuba Socialista, que comienza a publicarse en 1961, son sus trincheras.
El periodismo no es en el doctor Cepero Bonilla afición ocasional, sino vocación cultivada en la Escuela Profesional de Periodismo Manuel Márquez Sterling, de la cual se graduó en 1951. Es así, una vocación compartida con los estudios históricos y los económicos.
Integra la delegación cubana que asiste en Londres a las conversaciones ante el GATT, siglas en inglés del Acuerdo General sobre Tarifas y Comercio, y en 1958 publica en México el libro Política Azucarera, duro enjuiciamiento del tratamiento gubernamental al tema.
Pero esa década es, además, de enfrentamiento intelectual y físico al régimen de Fulgencio Batista, al cual no deja de denunciar y criticar por su vinculación con los Estados Unidos y la oligarquía nacional, que comparten el predominio sobre el sector de la industria azucarera, entonces el más importante del país.
El triunfo de la Revolución en 1959 trajo consigo cambios significativos en la política exterior, en la diversificación de los mercados y las relaciones comerciales cubanas con el resto del mundo. El servicio exterior se nutrió de nuevas caras y el Dr. Cepero Bonilla, joven y de probada competencia, fue de los primeros en asumir roles de responsabilidad en consonancia con el nuevo reto de la economía y el comercio cubano. Se le designó ministro de Comercio, cargo que ocupó hasta 1960, cuando pasó a desempeñar las funciones de presidente del Banco Nacional, desde cuya responsabilidad se convirtió en promotor de la campaña educativa de ahorro popular, siendo, además, miembro del Instituto Cubano de Estabilización del Azúcar y uno de los fundadores de la Comisión de Historia de la Academia de Ciencias.
Cepero Bonilla recorrió toda Europa en misión de servicio, un servicio tenaz y competente, como en tales circunstancias necesitaba su patria. Vivió solo 42 años.
Visitas: 17
Deja un comentario