Kurt Tucholsky nació en Berlín el 9 de enero de 1890, y aunque se doctoró en Derecho por la Universidad de Jena, no ejerció esa profesión, sino que se dedicó de lleno a la literatura y el periodismo. Escribió textos de canciones, novelas, poesía y crítica literaria, musical y cinematográfica. En 1912 publicó su primera novela, Rheinsberg: Ein Bilderbuch für Verliebte (Rheinsberg: un libro con ilustraciones para enamorados), que alcanzó gran éxito de público.
Como periodista colaboró en Ulk, suplemento satírico semanal del Berliner Tageblatt (Diario de Berlín), pero sobre todo en el semanario Die Weltbühne (El escenario del mundo), publicación de la que fue coeditor con su amigo Carl von Ossietzky. En cada edición del semanario aparecían dos o tres artículos, críticas o sátiras de Tucholsky, que utilizó varios seudónimos (Peter Panter, Ignaz Wrobel, Theobald Tiger, Kaspar Hauser) para no repetir su propia firma.
Durante la primera guerra mundial, Tucholsky fue llamado a filas y enviado al frente oriental, donde sirvió primero como soldado aprovisionador de municiones y luego como corresponsal. En esa etapa coincidió en Letonia con la que sería su segunda esposa y albacea de su obra, Mary Gerold. Regresó de la guerra en el otoño de 1918, transformado en antimilitarista y pacifista convencido.
En abril de 1924 se trasladó a París como corresponsal del semanario Die Weltbühne, y a partir de entonces pasó la mayor parte del tiempo fuera de su país, al que solo regresaría ocasionalmente. Como Heine en el siglo XIX, Tucholsky intentó fomentar el entendimiento entre alemanes y franceses, por los que manifiesta su simpatía en el libro de viajes Ein Pyrenäenbuch (1927), que describe su recorrido por la región de los Pirineos. Esta obra fue publicada por la editorial vasca Txalaparta en 2018, bajo el título Un libro pirenaico, con traducción y semblanza biográfica de Tucholsky por Fernando Pérez de Laborda.
«El lenguaje es un arma. Mantenedla afilada. Aquí vivió desde 1920 hasta 1924 Kurt Tucholsky / 9.1.1890-21.12.1935 / Escritor, crítico de su tiempo, enemigo del nacionalismo y el militarismo». (Tarja en la casa de Berlin-Friedenau donde el escritor residió cuatro años). Demócrata de izquierda, Tucholsky advirtió tempranamente sobre el peligro que representaba para Alemania el auge de la ideología hitleriana. El novelista y poeta Erich Kästner lo llamaría “el gordito berlinés que intentó detener una catástrofe con una máquina de escribir” (Erich Kästner en Die Weltbühne, 4 de junio de 1946, p. 22).
La abierta hostilidad de Tucholsky contra el nazifascismo ocasionó que su nombre apareciera en la primera lista de expatriados por el Tercer Reich en 1933, y a partir de esa fecha sus libros fueron prohibidos y quemados públicamente en Berlín y otras ciudades alemanas.
Exiliado en Suecia desde 1929, Tucholsky falleció el 21 de diciembre de 1935 a consecuencia de una sobredosis de veronal, medicamento que tomaba para paliar una grave enfermedad. Por largo tiempo se creyó que había sido un suicidio, pero pesquisas realizadas en 1993 por Michael Hepp, biógrafo del escritor, indican que pudo haberse tratado de una sobredosis accidental.
En el verano de 1936, las cenizas de Tucholsky fueron enterradas en Mariefred, Suecia, bajo una encina cerca del castillo de Gripsholm, escenario de una de sus novelas más conocidas. Concluida la segunda guerra mundial, se colocó allí una lápida con una cita de la segunda parte del Fausto: “Todo lo transitorio es solo un símbolo.”
Con sede en Berlín y fundada en 1988, la Sociedad Kurt Tucholsky se dedica a conservar la memoria del escritor y a divulgar su obra, y concede cada dos años el Premio Kurt Tucholsky de Periodismo Literario. En el castillo de Rheinsberg, escenario de la novela homónima de Tucholsky, se fundó en 1995 el museo literario que lleva su nombre, y que expone una amplia muestra documental sobre la vida y obra de este autor.
Comparto con los lectores mis traducciones de dos poemas de Tucholsky, incluidos en la antología Poesía en tiempos convulsos (SurEditores, La Habana 2017, selección y prólogo de Francisco Díaz Solar).
Parque Monceau
Aquí es hermoso. Aquí puedo soñar tranquilo. Aquí yo soy persona, y no solo un civil. Puedo ir hacia la izquierda. Bajo los verdes árboles No hay ningún cartel para prohibir. Una pelota grande está en el césped. Un ave picotea una hoja clara. Un pequeño se hurga en las narices Y se alegra cuando encuentra algo allí. Cuatro americanas comprueban Si Cook tuvo razón y hay árboles aquí. París desde dentro y París desde fuera: Tienen que verlo todo, y nada ven. Los niños hacen ruido en coloridas piedras, Sobre una casa el sol brilla y destella. Yo me siento tranquilo y me dejo alumbrar Y de mi patria puedo descansar.
Ojos en la gran ciudad
Cuando al trabajo vas temprano en la mañana, y en la estación esperas con tus preocupaciones: entonces la ciudad te muestra, liso asfalto, en el embudo humano sus millones de caras: Un par de ojos ajenos, una breve mirada, las cejas, pupilas, los párpados— ¿Qué es? Tal vez la suerte de tu vida… Se fue, voló, ya nunca más. Toda tu vida vas Por miles de calles; En tu camino ves, A los que te olvidaron. Un ojo que hace un guiño, el alma que resuena; lo has encontrado solo por segundos… Un par de ojos ajenos, una breve mirada, Las cejas, pupilas, los párpados— ¿Qué ha sido? Nadie al tiempo hace volver atrás… Se fue, voló, ya nunca más. En tu camino debes atravesar ciudades; lo que dura un latido sientes al otro, extraño. Puede ser enemigo, puede ser un amigo, puede ser en la lucha tu camarada. Mira a lo alto, Sigue de largo… Un par de ojos ajenos, una breve mirada, Las cejas, pupilas, los párpados— ¿Qué ha sido? ¡Un trozo de la gran humanidad!… Se fue, voló, ya nunca más.
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