Nacido en Cabaiguán, en la central provincia cubana de Sancti Spíritus, en 1956, Gumersindo Pacheco es hoy uno de los más gustados autores no solo para el público infanto-juvenil sino también para el lector adulto. Un breve recuento cronológico y bibliográfico de su obra nos lleva a destacar algunos hitos en su carrera.
Su colección de cuentos para jóvenes titulada Oficio de hormigas obtuvo el Premio Abril en 1990. Su título María Virginia, mi amor fue finalista del Premio Fundalectura. La noveleta María Virginia está de vacaciones, continuación de la anterior, obtuvo Premio Casa de las Américas en 1994, y vio la luz además de en Cuba, por Plaza Mayor en 2003.En Cuba se han vuelto a publicar ambas, dentro de la Colección Veintiuno por Gente Nueva, en 2009 y 2010, respectivamente, y como libro único en 2019 por la Editorial Capiro de Villa Clara bajo el título María Virginia y yo.
Esos muchachos es otro relato de la misma autoría, dedicado a los adolescentes y aparecido en 1994 en Cuba, así como también Las raíces del tamarindo, una obra finalista del Premio EDEBÉ y publicada en 2001 en Barcelona.
En 1995, Sindo Pacheco recibió el premio Bustar Viejo, en Madrid, por su cuento «Legalidad post mortem» incluido en la actual colección cubana Un pie en alto y otras encerronas, que incluye quince cuentos de variados temas, técnicas y formatos. Mañana es Navidad vio la luz por la editorial norteamericana Iduna en el 2009. Por su parte, El beso de Susana Bustamante, novela para la infancia, fue publicada en 2011 por la Editorial GenteNueva dentro de la Colección Veintiuno.
La presente creación que les comento, Retrato de los tigres, publicada por la editorial Oriente de Santiago de Cuba en 2018 y presentada en la fortaleza San Carlos de la Cabaña durante la Feria Internacional del Libro Cuba 2020, centra su argumento en un grupo de amigos nacidos en el mismo barrio, que integran un equipo infantil de béisbol en su pueblo natal y comparten la escuela primaria, la secundaria y van definiéndose en sus destinos diferentes, pero a la vez, inseparables. La particularidad de este texto reside en su técnica literaria, al describir la historia de cada personaje empleando la primera persona del plural, de manera que las venturas y desventuras que le suceden a cada protagonista, son asumidas por todos. Acertadamente manejado, este recurso hace brillar la novela y evidencia a la vez la maestría narratológica del autor, pues en modo alguno lleva a la confusión o al oscurecimiento de la trama, sino todo lo contrario: entroniza cada imagen y cada peripecia en toda su magnitud a través de múltiples significados de solidaridad, sinceridad, complicidad, compañerismo y cooperación entre los amigos. A partir de esta divisa que evidencia los atisbos de un Alejandro Dumas en sus mosqueteros, los personajes convergen y divergen en múltiples experiencias positivas y negativas, como la vida y las escapadas de los diferentes centros educacionales, las becas, el Servicio Militar, las prisiones; los trabajos en oficinas, campos y microbrigadas; las relaciones íntimas con novias, esposas, amantes y el reconocimiento de la homosexualidad; la emigración, la lejanía y la permanencia (forzosas o voluntarias); el enfrentamiento a la corrupción de los superiores, los abusos de poder (temas estos muy tratados en la literatura de Pacheco, siempre o casi siempre desde el punto de vista del afectado), la enfermedad y la muerte por diversas causas. Así, se alternan escenas y secuencias de profunda emoción, con otras donde el humor y los elementos escatológicos más burdos hacen gala de un buen manejo por parte del escritor y provocan tanto risa como lágrimas, a veces en una mezcla difícil de definir en sus límites.
En toda su obra dedicada a la niñez y la adolescencia, Sindo aboga por la importancia de saber, de leer, de conocer otros autores, y en esta oportunidad no realiza una excepción, pues de manera indirecta, ofrece a quien lo lee, un catálogo completo de referencias al mencionar personajes y obras apropiadas para las edades que protagonizan la trama, a la vez que imita acciones propias de caracteres de obras cumbre de la literatura mundial en el devenir de sus protagonistas.
Otro rasgo de la obra de este escritor que se manifiesta en las páginas de Retrato de los tigres, es el ofrecer como solución a cualquier conflicto, por extremo que este sea, el amor. Como en todas sus creaciones, los personajes sobreviven o salen a flote debido a este sentimiento, no importa la edad, el sexo, el entorno social al que pertenezcan o sus características disímiles; sin resultar por ello una visión empalagosa o romántica de los variados contextos. Al contrario: el amor es símil de la esperanza y se maneja intencionadamente como deux ex machina, o sea, la solución divina, la máquina de Dios, que salva las situaciones por más extrañas, duras o desesperadas en que se hallen los personajes.
En un esquema circular, Retrato de los tigres evoca el pasado en cuanto a lo que fue y lo que pudo haber sido, en un rejuego de las condiciones imperantes contrastadas con los sueños de los protagonistas. Mezclados con frecuencia, ambos planos de la vida, el real y el ideal, convergen en meditaciones y circunstancias que desembocan en soluciones bien logradas, a veces con un atinado toque irónico o francamente amargo que mucho aporta al relato en cuanto a verosimilitud.
Estructurada en cinco partes de variable extensión, la novela se enriquece con la presencia de distintos formatos, formas de elocución y géneros literarios –monólogo interior, diálogos, descripciones, poemas, cantares, semblanzas, narraciones simples- que suman un quehacer provocativo y meritorio. Mucho se agradece la correcta edición y el emplane de Oreste Martín Solís Yero y el diseño de cubierta de Anabel Lorenzo Batista, donde se acredita la obra dentro de la colección Ficciones de la citada editorial.
Desde el acento profundamente metafórico del título mismo hasta el punto final del texto, la novela se yergue como una muestra de buen hacer escritural para estos tiempos donde tanta lectura vana abunda en las redes y hasta en librerías.Recomiendo muy insistentemente Retrato de los tigres, donde desde crónicas individuales muy íntimas se refleja a todo color y al mínimo detalle la historia plural de Cuba y del mundo en las últimas décadas, a través de unos cuantos jóvenes que fueron como muchos que los leerán.
Visitas: 259
Deja un comentario