Rómulo Gallegos, famoso escritor venezolano, es el autor de la conocida novela Doña Bárbara. También escribió cuentos, artículos, dramas y ensayos. Había nacido en 1884. Fue un renovador de la narrativa de nuestra América y, a través de ella, conocí de los paisajes y las características del pueblo venezolano, apasionado y febril, en las décadas del 29 al 40 del pasado siglo. Después, me fue más fácil comprender que la obra de Gallegos nos sirve, además de por el placer que brinda leerla, para evaluar el proyecto ideológico como verdadero testimonio, y comprender el desarrollo de nuestras sociedades y culturas.
En abril, señalado como el mes del idioma español, fallece este gran escritor, tan leído y conocido en Cuba como si aquí hubiera nacido. Un poco antes de su partida física se creó el Premio Internacional de Novela Rómulo Gallegos. Sus novelas Doña Bárbara, Cantaclaro, Canaima, eran libros siempre presentes, entre otros muchos, en los libreros de mi adolescencia.
Aún recuerdo las palabras escritas por Rómulo, que iniciaban su Doña Bárbara: «Tal vez no les agrade a todos los lectores de este libro que yo le diga que sus personajes existieron en el mundo real pues, si alguna función útil desempeña una novela, es la de ser una puerta de escape de ese mundo donde los seres humanos y los acontecimientos proceden de un modo tan arbitrario y disparatado…»
Después, expresó enfáticamente: «Por exigencia de mi temperamento yo no podía limitarme a una pintura de singularidades individuales, que compusieran caracteres puros, sino que necesitaba elegir mis personajes entre las criaturas reales que fuesen causa o hechuras del infortunio de mi país, porque algo, además de un simple literato, ha habido siempre en mí».
En fin, así llegó a las manos nuestras la novela Doña Bárbara, la historia de esa mujer «devoradora de hombres», que en el cine, la radio y la televisión pudimos disfrutar.
Como puede observar el lector, además de literato, fue Rómulo un maestro, periodista, político, que hasta alcanzó la presidencia de la República. Hizo estudios de Derecho y de Agrimensura en la Universidad Central de Venezuela. Alternó sus trabajos editoriales, como periodista, con sus labores magisteriales, que le brindaron la posibilidad de ocupar el cargo de Ministro de Educación en su país. Fue uno de los fundadores del Partido Acción Democrática, allá por 1941, que lo postula para presidente de la República.
Sin embargo, nunca dejó de escribir sus cuentos, ensayos y novelas. Su labor literaria fue larga y apreciada en muchas naciones que lo honraron con sus Honoris Causas, premios y distinciones; en Venezuela, en la Universidad de Oklahoma, Estados Unidos, en Guatemala, Costa Rica y Argentina, entre otras. Fue Premio Nacional de Literatura y, como algunos cultivadores de la lengua en nuestra América, fue propuesto para el Premio Nobel de Literatura. Los que conocieron bien al escritor dicen que era un hombre corpulento, de mirada aguda y profunda, y aspecto austero. Él mismo comentaba que tenía olfato de novelista.
Llega a Cuba desterrado. Un golpe de estado lo saca de la presidencia. Como buen observador, siempre supo que el imperio del norte estaba detrás de esa ilegal acción. Tan conocido era Gallegos en nuestro país que, sin apenas saber que llegaría a nuestra tierra, en el propio aeropuerto lo reconocen: «¡El gran novelista y presidente de la República del gran país de Venezuela, acaba de llegar!» Así lo cuenta Ciro Bianchi, en un artículo que titula: «La noticia inesperada».
Gobernaba Cuba nada menos que Carlos Prío Socarrás. Cuando aterriza el avión era una mañana del cinco de diciembre de l948. Llega con la esposa y parte de su familia. No sabe a dónde ir y allí le sugieren el Hotel Nacional. Raúl Roa y Jorge Mañach habían estado en Caracas en ocasión del ascenso del gran escritor al poder presidencial, a cuyo acto lo acompañaron, por cierto, como hombres de letras que admiraban al novelista y no como políticos.
Radicado en México el novelista, después de visitar Cuba, conoce a don Alfonso Reyes. Fue su amigo cercano y generoso. Distintas personalidades de la política y la cultura del país azteca le brindaron todo su apoyo y admiración.
Volvió a la Habana en 1952. Venía a terminar aquí, en nuestra tierra, su libro La brizna de paja en el viento, una novela cubana que dedica a sus amigos Raúl Roa y Sara Hernández Catá. Era un año muy triste para la patria. Un golpe de estado derribaría a Prío, y Batista asumiría el poder. Prío saldría exiliado y la patria se sumiría en una terrible dictadura.
La historia siguió su marcha indetenible. En Cuba, Martí lo avizoró y Fidel culminó lo trazado. Lo que ocurrió después ya lo sabemos: en 1959 triunfa la Revolución Cubana, martiana y fidelista, que se ha ido radicalizando.
Fue Gallegos también famoso por sus cuentos, agrupados por el Instituto Cubano del Libro, en el año 1973, como parte de Ediciones Huracán. Aún conservo en mi biblioteca un ejemplar, en cuya contraportada aparece el siguiente texto: «Rómulo Gallegos no necesita presentación en el mundo de las letras, su obra le ha ganado carta de ciudadano universal».
Hoy recordamos al gran venezolano cuya vida y la obra nos permiten reflexionar. Lo pasado nos ayuda a entender mucho mejor el presente convulso que nos ha tocado vivir. Se sitúa en su tiempo y para su tiempo.
En 1969, en su Caracas hermosa, dejó sus últimos suspiros. Sus restos y los de su querida esposa, fallecida en México, reposan juntos en tierra venezolana, esta tierra hermana, que los vio nacer y que los llaneros han sabido venerar.
Desde el llano adentro vengo tramoliando este cantar Cantaclaro me han llamado ¿Quién se atreve a replicar?
***
Tomado de Cubarte
Visitas: 42
Deja un comentario