
Rosa Hilda Zell es una de las autoras cuya vida y obra fueron rescatadas para la memoria durante el ciclo de conferencias que en 2012 tuvo lugar en el Centro Alejo Carpentier bajo el título Escritores olvidados de la República. De retirarle el polvo del olvido se encargó el eminente investigador y profesor Salvador Arias.
Lo cierto es que la Zell es figura escasamente conocida hoy día, pese a que su labor intelectual abarcó diversas facetas, las de cuentista, periodista, poeta y guionista, sin pasar por alto su incursión en el terreno de la culinaria -lo cual la popularizó- con dos volúmenes que en 1952 publicó y tal vez aún puedan encontrarse en el hogar de algún lector: Arroz con mango (una selección de crónicas, básicamente de temas de cocina) y Recetas para sus fiestas: cakes, helados, bocaditos.
Esta autora nació en 1910 en La Habana y vivió durante su niñez en los centrales Manatí y Francisco, de la región oriental y Camagüey, respectivamente, en tanto la adolescencia transcurrió en Sagua la Grande, provincia de Villa Clara. Ya en La Habana hizo estudios en la Escuela Libre de Artes Plásticas de la Asociación de Pintores y en la Academia de San Alejandro. Sin embargo, su formación literaria fue básicamente autodidacta.
Además, fue luchadora antimachadisa en la década del 30 y militante de la Liga Antiimperialista, activista sindical. Todo ello hizo Rosa Hilda Zell en tanto entregaba sus colaboraciones a las revistas Lyceum, Carteles, Bohemia, Islas, La Gaceta del Caribe, los diarios Hoy, El Mundo y alguno que otro.
Su obra narrativa no pasó inadvertida, en particular dentro del grupo de mujeres cuentistas que en Cuba incursionaban por entonces en el género, donde se incluyen además, Fanny Crespo, Aurora Villar Buceta, Dora Alonso, Flora Díaz Parrado.
Es el crítico Max Henríquez Ureña quien señala el interés que despertaron sus cuentos de animales y sus fábulas de Pepe el Ciego; pero también los cuentos entresacados de la realidad cubana y a veces de la historia.
De su obra propiamente literaria solo publicó el libro Cunda y otros poemas, texto no exento de denuncia social, aparecido en 1962, pues el resto de su producción vio la luz en publicaciones periódicas. Sin embargo, como poetisa Rosa Hilda incluyó su Elegía del buen camarada dedicada a Rubén Martínez Villena, en la antología La poesía cubana en 1936.
Sandino está llamando: ya es mañana, pero aún es ayer. (Tú sabes cuándo...) Lo que no es, es hoy. Es la mañana roja y negra. Es un día que ya ha sido y todavía no es. Primero de año, nueve de abril o veintiséis de julio, un barco el negro mar está cruzando.
(Fragmento del poema «Sandino está llamando»)
Como cuentista aparece en las antologías Navidades para un niño cubano, de 1959, y Kubinskaya novella XX veka, editada en Moscú, 1965. Ello, además de la mención honorífica que alcanzó en el prestigioso concurso de cuentos Hernández Catá en 1943. El Anuario Martiano recoge también colaboraciones suyas. De manera que reconocimientos no le faltaron a esta autora por su desempeño en las letras.
Esta distinguida y olvidada escritora murió en La Habana el 26 de mayo de 1971, según registra el Diccionario de Literatura Cubana. Nos honra recordarla en estas páginas digitales de Cubaliteraria.
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