El Sábado del libro, actividad que auspicia el Instituto Cubano del Libro, se celebró en el lobby de dicha institución, a las 11:00 de la mañana del 12 de febrero.
Gertrudis Ortiz Carrero, Tula, fue la encargada de conducir la presentación y puso en conocimiento del público el equipo responsable de la confección de los libros. Esa mañana fue compartida entre dos poetas ecuatorianos: Aleyda Quevedo Rojas, con La otra, la misma de Dios y Edwin Madrid con Trilogía 0ᴼ0’0’’.
La poeta, escritora, ensayista e investigadora Caridad Atencio Mendoza fue la encargada de presentar a la poetisa ecuatoriana. Lo hizo mediante un escrito titulado: «Claridad sobre la belleza de un bosque Zen».
En el escrito Caridad clasificó a los versos como una poesía intimista que encuentra su eclosión con el amor. El cuerpo como rebeldía, como encuentro, como angustia, donde la voz de la poeta es fuerte y tibia, es adolescente, con una marcada inclinación erótica; para Atencio es presenciar el erotismo de la nicaragüense Gioconda Belli y la cubana Carilda Oliver Labra, pero extremado. El endiosamiento del amor, la humanización de Dios, el amor es el centro donde se castiga y se descubre, se desilusiona; donde son protagonistas las maneras del placer femenino, donde no hay territorio más allá de la pasión y la entrega. Es obsesión, es enseñorear el erotismo desmedido.
Yanelys Encinosa, directora del Centro Cultural Hispanoamericano de Cultura, además, poeta y ensayista, descubre en los versos de Edwin Madrid el sexo heterogéneo entre una filosofía culterana y el habla popular, lúdica, conversacional. En su escrito pregunta: ¿Dónde está en realidad el grado 0 de su vida? Son tres cuadernillos unidos entre sí por el mismo eje, el amor carnal: Mordiendo el frío, Latitud 0 y Pavo muerto para el amor.
Para ella el poeta no pretende empalagarnos con sus palabras, más bien exorciza al autor y al lector, para eso juega y equilibra la semiótica. Retoza al quebrar el lenguaje de los géneros literarios y poéticos. El apetito voraz hacia las mujeres es la principal personalidad del personaje, la carnalidad como divertimento.
El ensayista, editor y Premio Casa de América de Poesía Americana, España, 2004, Edwin Madrid, dio las gracias por el hermoso libro que realizara la editorial Arte y Literatura y dijo que era una obra autobiográfica porque cuando el poeta asume desde los huesos y desde la sombra, los poemas pueden ser verdaderos. «Un poeta nunca se miente en los poemas», reafirmó. Leyó para el público poesías escogidas de los tres cuadernillos: «La mujer que va a mi lado», «Miradas de Quito», «Pavo muerto», «Ají de palabras» y «Cuento».
Por su parte, la periodista, ensayista y gestora cultural, considerada como una de las voces más relevantes de la poesía hispanoamericana contemporánea, Aleyda Quevedo, quien ya formaba parte del catálogo de dicha editorial, agradeció una vez más volver a ella porque reafirmó que cuenta con prestigio tanto en Cuba como en el extranjero. Elogió la portada, la belleza del libro, su revisión madura, después de 12 años de haberse dado a la luz por primera vez; celebró los dibujos de cubierta e interiores realizados por Eduardo Guerra Hernández, presente en el público, y los cinco comentarios críticos escritos por Rafael Courtoisie, Soledad Álvarez, Ángel Emilio Hidalgo, Juan Carlos Abril y Yolanda Castaño.
Escogió para leerle al público los poemas: «Arranco todas las flores de mi cuerpo», «Todavía no aprendo a distinguir», «Las olas hablan consigo mismas», entre otros.
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