El décimo Encuentro de jóvenes escritores de Iberoamérica y el Caribe, que auspicia la Casa de la poesía ha tenido una ardua faena para dar a conocer, no solo la poesía, sino la literatura que se mueve por este continente.
El foro con el tema de la literatura en otros formatos artísticos y presentación de proyectos interdisciplinarios tuvo exposiciones enriquecedoras.
No todos los invitados fueron de América, al encuentro asistieron los franceses Béatrice Bociner y Jérémy Courault, quienes vinculan la literatura con la trova más tradicional, la occitana. Nieto de un cubano, Courault no puede dejar de conjugar su poesía cantada con la trova hecha en la Isla. Hace un bosquejo por la historia de la trova desde la Edad Media hasta nuestros días y toda la similitud que tienen: la revolución ante el amor, los temas sociales y la prosa pagana de alto vuelo poético.
Rubén Darío Roca de Venezuela expuso un proyecto complejo, venido de las redes sociales, «Movimiento de jóvenes creadores para labrar». La última palabra es un símbolo, significa cosechar algo nuevo y es precisamente eso lo que buscan: acompañan la poesía con un bajo eléctrico, con las artes plásticas, se estudia y se desarrolla el hipertexto. La digitalización es otro formato para leer y una imprenta experimental donde se involucra a toda la familia y todo eso lo engloban en una web llamada La madriguera. El performance también está contenido y su base es incentivar la lectura y la buena escritura.
Bia cultura es un proyecto mexicano y lo integran Jocelyn Pantoja, Judiht Camacho, bailarina, actriz y psicopedagoga y Victorino Rodríguez, artista plástico; ellos fusionan de manera más amplia la poesía con la danza y las artes visuales las complementan con el vestuario. Hay un rescate de sus ancestros al poner de base las culturas prehispánicas. El juego popular de la muerte como cotidiano y como parte de la vida. Con estos símbolos folclóricos revelan la violencia que padecen los mexicanos y el feminicidio que sufren. Actualmente se denuncian 8 casos de mujeres desaparecidas por día y otras tantas que no lo hacen.
Julio Hernández (Cuba-España) opinó que la poesía y la música respiran en un mismo pulmón. Por eso Ritmo es un software que reproduce el micro abierto de 1970 en Nueva York. Con un código abierto, el programa hace que personas amateur integren la música con su poesía.
Yanet Llovet es una cubana, narradora oral, quien afirma que la oralidad es lo más genuino y la raíz de la misma poesía cuando no existía la escritura ni los diferentes formatos, el hombre usó la lengua para difundir sus observaciones, sabidurías y el recuerdo de los ancestros, también como arma de curación y divinidad. La oralidad es la Ilíada de Homero, Los cantares del Mio Cid, Boccacco, los hermanos Grimm, y el siglo XX la coloca del lado de la infancia, quizás por eso es un género marginado como lo es visto la literatura para niños. Ni el mismo diccionario de la real lengua distingue bien la palabra oralidad. Esta lleva consigo la expectativa, suspenso, es directa, efectiva, pero no por eso menos bella.
«Transparencia de una economía casi perfecta», de Manuel Actis (Suecia-Argentina) y Estela Ferrer, curadora cubana, es un proyecto que permite al público crear minicuentos y dejarlos metidos en jabas de nylon, mientras se oye el sonido clásico de una máquina de escribir. La instalación combina la literatura con el cuidado del medio ambiente.
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