Ciento siete años atrás, en el mes de noviembre, transitó por las calles habaneras el poeta mexicano Salvador Díaz Mirón. Personaje singular hasta por su estampa, debió llamar la atención a más de un transeúnte. Pero cuidado: nada de bromas con él, era hombre de carácter fuerte y decidido a todo.
Llegó en la segunda quincena de noviembre de 1915. La publicación El Fígaro le dio la bienvenida, destacando que «es autor de libros que son aplaudidos en todos los cenáculos y una de las más ilustres figuras intelectuales de América».
El visitante es, pues, uno de los poetas mexicanos más conocidos de los primeros decenios del siglo XX. Y en Cuba vivirá parte de su vida, un suceso del que hoy poco se conoce y que amenaza perderse en el olvido.
Díaz Mirón impartió clases de Literatura, Historia Universal y Matemáticas en la Academia Newton. Poseía un saber muy diverso y gran facilidad de palabras. Cautivó a la sociedad cubana y es Alejo Carpentier quien apunta: «Cuando yo tenía 17 años, los dioses del día eran el mexicano Gutiérrez Nájera, el uruguayo Herrera y Reissig y Salvador Díaz Mirón, también mexicano, que en aquellos días era profesor de una escuela en La Habana».
El escritor se sintió a sus anchas, acogido por el sector intelectual. El presidente Mario García Menocal le ofreció una pensión de 300 pesos anuales que el poeta declinó pues no era su intención resultar gravoso a la nación que tan amablemente lo recibía.
Como escritor, Díaz Mirón se preciaba de ser un perfeccionista en cuanto a la forma poética y la búsqueda de la sonoridad deseada. En su «Oda marina» explica metafóricamente su procedimiento:
Prendas hay en mi espíritu y lo exploro,
y de buzo trabajo por cogerlas
y logro al fin desentrañar las perlas
y las engarzo en oro.
«Genio y figura», como dice el proverbio, Díaz Mirón mereció el privilegio de colocarse entre los escritores preferidos de habla española.En la edición de El Fígaro del 28 de noviembre de 1915 se incluye una muestra de su prosa. El texto es una reflexión sobre el criterio del autor en torno al hecho poético y su significación social. El estilo de Díaz Mirón, al igual que su carácter, es impetuoso, apasionado, altisonante.
En La Habana, donde se le unieron las hijas, permaneció cuando menos hasta comienzos de 1919. Este autor nació en el mismo año que José Martí, 1853, el 14 de diciembre, y llevó la dirección del diario El Imparcial, considerado primer periódico moderno de México. Muy implicado en la política, en 1892 cometió homicidio en legítima defensa y fue liberado después de más de cuatro años de reclusión. En 1910 volvió a prisión al atentar contra la vida de un diputado.
Controvertido y polémico, apoyó el gobierno de Victoriano Huerta, que asumió el poder con el decisivo apoyo de Estados Unidos. Murió el 12 de junio de 1928 y la noticia fue muy sentida tanto en México como en Cuba y otras muchas naciones del continente. Se le enterró en la Rotonda de las Personas Ilustres. Sus Poesías completas aparecieron en 1941.
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