El 15 de julio de 1689 se fundó Santa Clara. Trescientos años después –1989– nació en ella un premio literario, entonces solo llamado Premio de la Ciudad. Se convocó para un único género: poesía. El galardón, de manera compartida, lo recibieron los cuadernos Algunas elegías por Huck Finn, de Frank Abel Dopico, y Relaciones de Osaida, de Jorge Ángel Hernández Pérez.
El pasado 15 de julio se entregaron, por trigésimo tercera vez, los premios, ahora en los cuatro géneros convocados: poesía, cuento, testimonio y teatro. Los respetivos ganadores fueron: Rubiel Alejandro González Labarta, en poesía, con Instrucciones para construir una máquina del tiempo; Liany Vento García, en cuento, con Lo que ocultan las rocas de la orilla; Amador Hernández, en testimonio, con Los puentes rotos de New York; y Abel González Melo, en teatro, con Intemperie. Dada la situación epidemiológica, se hizo un acto de premiación en formato reducido, centrada la difusión en plataformas virtuales de la Uneac, la Dirección de Cultura y la Asociación Hermano Saíz.
Hasta más allá de mediado el siglo xx Santa Clara no fue una ciudad que exhibiera mucho vigor en su movimiento literario, aunque algunos procesos culturales pudieran reconocerse como experiencias trascendentes; tal es el caso de los murales al fresco de la escuela normal para maestros, donde participaron los principales exponentes de la vanguardia plástica de entonces; las revistas Ninfas y Umbrales, iniciativa de la pedagoga María Dámasa Jova, en torno a las cuales se nuclearon creadores de la talla de Onelio Jorge Cardoso, Juan Domínguez Albelo y Enrique Martínez; y la academia de ballet de Martha Anido Gómez Lubián entre otras experiencias puntuales.
Ya a finales de los cincuenta, al amparo de la Universidad Central Martha Abreu de Las Villas, surgen la revista Islas y la editorial de esa casa de estudios, que gracias a la visión y empeños de Samuel Feijóo publicó, desde entonces, hasta 1968, algunos títulos imprescindibles de la literatura cubana del momento. Esa experiencia editorial quedaría trunca, con la salida de Feijóo de la universidad y hubo que esperar hasta 1990, con la fundación de Ediciones Capiro, para tener una casa editora con proyección profesional, lo cual no quiere decir que no se hiciera nada, porque la experiencia de la revista y Ediciones Hogaño (de Camajuaní), Con la Mies en Parvas (de Caibarién) y Vamos (de Santa Clara), entre otras, también pusieron su grano de arena a favor de la difusión.
Las amplias e inclusivas acciones del gobierno revolucionario en el terreno de la cultura, con el fomento de bibliotecas, librerías, talleres literarios, publicaciones de diversa y azarosa manufactura, hicieron posible la formación, crecimiento y consolidación de un movimiento literario en cuyo seno se desarrollaron procesos creativos e instituciones que hicieron de Santa Clara una de las ciudades de vida literaria más activa, además de erigirse como sede vital de autores hoy insoslayables en cualquier panorama riguroso de la literatura cubana contemporánea que se pueda hacer. Las décadas de los sesenta y setenta fueron de lanzamiento; de los ochenta a la fecha, de apoteosis.
Samuel Feijóo y Carlos Galindo Lena, pioneros provenientes de la etapa seudorepublicana, rápidamente sumaron sus creaciones y esfuerzos a las acciones de la joven revolución, con títulos notables como Ser fiel y Juan Quinquín en Pueblo Mocho, del primero, y Ser en el tiempo y Hablo de tierra conocida, de Galindo. Pero no sería hasta 1969, con la publicación de Escambray en sombras, de Arturo Chinea, a la que les siguieron De pronto sales con tu voz, de Antonio Hernández Pérez, en 1970 y Componiendo un paisaje, de René Batista Moreno, en 1971, que comenzarían a cosecharse los primeros frutos de las políticas expansivas de la cultura entendidas como elemento esencial en la definición del mapa simbólico de la nación.
Cuando miramos el crecimiento en lo institucional, la consolidación y desarrollo de la editorial Capiro, junto al nacimiento de las ediciones Sed de Belleza y la revista Umbral –que se unió a Signos– además de un despliegue promocional al amparo del Centro Provincial del Libro y la Literatura, comprendemos mejor la articulación sistémica de acciones que han traído como resultado una presencia creciente de autores de la provincia en las filas del canon literario del país.
Agustín de Rojas, Félix Luis Viera, Sigfredo Ariel, Heriberto Hernández, Arístides Vega, Frank Abel Dopico, Jorge Luis Mederos, Yamil Díaz, Edelmis Anoceto, Lorenzo Lunar, Otilio Carvajal, Luis Manuel Pérez Boitel, Sergio García Zamora, Maylén Domínguez, Mildre Hernández, Ernesto Peña, Caridad González, Amador Hernández, Alberto Rodríguez Copa, Arnaldo Toledo, Bertha Caluff y muchos otros que hoy son autores reconocidos, se formaron al calor de las acciones promotoras mencionadas y fueron sumando sus nombres, para marcar permanencia, en el panorama literario nacional.
El premio literario Fundación de la Ciudad de Santa Clara ha sido uno de los espacios de mayor impacto en la construcción de la identidad literaria de una ciudad de provincia que se negó a ser provinciana. Ya en 1994 se comenzó a aceptar manuscritos de otras provincias de Cuba: el balance presenta que, de los 103 originales premiados, 58 corresponden a autores de Villa Clara y 45 a los de otras provincias. Como algunos han repetido, en total suman 77 los que escritores que han recibido el espaldarazo fértil de un concurso que al año siguiente de su entrega, hasta ahora (con excepción de estos tiempos de crisis pandémica y económica) siempre ha cumplido el compromiso de publicación.
La ciudad de Santa Clara, sus autoridades culturales, políticas y de gobierno, con la inclusión de las actividades del evento en el programa de celebración del aniversario de la ciudad, demuestran cada año su aprecio al certamen. Quienes en distintas etapas nos hemos comprometido con la organización del premio literario Fundación de la Ciudad de Santa Clara sentimos que cada 15 de julio la ciudad también nos premia. La caricia poética de la ciudad nos llega, en esos días, con la fuerza y la ternura de lo trascendente.
(Santa Clara, 19 de julio de 2021)
Foto tomada de Juventud Rebelde
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