
Heberto Padilla nació el 20 de enero de 1932, en Consolación del Sur, Pinar del Río, y falleció en Estados Unidos el 25 de septiembre del año 2000, a la edad de 68 años. Fuera de juego (1968), poemario galardonado con el Premio Julián del Casal que otorga la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en 1968, y la obra de teatro Los siete contra Tebas, de Antón Arrufat generaron la polémica cultural conocida como el Caso Padilla.
Luego de un amplio debate, ambas obras fueron publicadas con una nota de la institución en la que su directiva expresaba su desacuerdo con la decisión del jurado integrado por José Lezama Lima, José Zacarías Tallet, el peruano César Calvo y el británico J. M. Cohen.
Aquí va la selección de poemas del libro:
EN TIEMPOS DIFÍCILES A aquel hombre le pidieron su tiempo para que lo juntara al tiempo de la Historia. Le pidieron las manos, porque para una época difícil nada hay mejor que un par de buenas manos. Le pidieron los ojos que alguna vez tuvieron lágrimas para que contemplara el lado claro (especialmente el lado claro de la vida) porque para el horror basta un ojo de asombro. Le pidieron sus labios resecos y cuarteados para afirmar, para erigir, con cada afirmación, un sueño (el-alto-sueño); le pidieron las piernas, duras y nudosas, (sus viejas piernas andariegas) porque en tiempos difíciles ¿algo hay mejor que un par de piernas para la construcción o la trinchera? Le pidieron el bosque que lo nutrió de niño, con su árbol obediente. Le pidieron el pecho, el corazón, los hombros. Le dijeron que eso era estrictamente necesario. Le explicaron después que toda esta donación resultaría inútil sin entregar la lengua, porque en tiempos difíciles nada es tan útil para atajar el odio o la mentira. Y finalmente le rogaron que, por favor, echase a andar, porque en tiempos difíciles esta es, sin duda, la prueba decisiva.
EL DISCURSO DEL MÉTODO Si después que termina el bombardeo, andando sobre la hierba que puede crecer lo mismo entre las ruinas que en el sombrero de tu Obispo, eres capaz (lo imaginar que no estás viendo lo que se va a plantar irremediablemente delante de tus ojos, o que no estás oyendo lo que tendrás que oír durante mucho tiempo todavía; o (lo que es peor) piensas que será suficiente la astucia o el buen juicio para evitar que un día, al entrar en tu casa, sólo encuentres un sillón destruido, con un montón de libros rotos, yo le aconsejo que corras enseguida, que busques un pasaporte, alguna contraseña, un hijo enclenque, cualquier cosa que puedan justificarte ante una policía por el momento torpe (porque ahora está formada de campesinos y peones) y que te largues de una vez y para siempre.
LOS VIEJOS POETAS, LOS VIEJOS MAESTROS Los viejos poetas, los viejos maestros realmente duchos en el terror de nuestra época, se han puesto todos a morir. Yo sobrevivo, lo que pudiera calificarse de milagro, entre los jóvenes. Examino los documentos: los mapas, la escalada, las rampas de lanzamiento, las sombrillas nucleares, la Ley del valor, la sucia guerra de Viet Nam. Yo asisto a los congresos del tercer mundo y firmo manifiestos y mi mesa está llena de cartas y telegramas y periódicos; pero mi secreta y casi desesperante obsesión es encontrar a un hombre, a un niño, a una mujer capaces de afrontar este siglo con la cabeza a salvo, con un juego sin riesgos o un parto, por lo menos, sin dolor.
NO FUE UN POETA DEL PORVENIR Dirán un día: él no tuvo visiones que puedan añadirse a la posteridad. No poseyó el talento de un profeta. No encontró esfinges que interrogar ni hechiceras que leyeran en la mano de su muchacha el terror con que oían las noticias y los partes de guerra. Definitivamente él no fue un poeta del porvenir. Habló mucho de los tiempos difíciles y analizó las ruinas, pero no fue capaz de apuntalarlas. Siempre anduvo con ceniza en los hombros. No develó ni siquiera un misterio. No fue la primera ni la última figura de un cuadrivio. Octavio Paz ya nunca se ocupará de él. No será ni un ejemplo en los ensayos de Retamar. Ni Alomá ni Rodríguez Rivera Ni Wichy el pelirrojo se ocuparán de él. La Estilística tampoco se ocupará de él. No hubo nada extralógico en su lengua. Envejeció de claridad. Fue más directo que un objeto. *** Poemas tomados de Literatura.us
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