
Instituto Cubano del Libro (ICL) (1967- ). Amparada en la Ley 1203 de 27 de abril de 1967 fue fundada esta entidad con el nombre de Instituto del Libro, modificado después por Instituto Cubano del Libro (ICL). Su propósito fue crear una organización en sistema que partiera de las distintas partes componentes del proceso del libro, desde la selección de un título hasta su comercialización en la isla de Cuba y en el exterior. Asimismo, mantuvo la publicación de obras de textos para la enseñanza general y universitaria, emprendida desde 1965 mediante Ediciones R y, simultáneamente, para comenzar a imprimir libros en las más variadas disciplinas, entre ellas de arte y de literatura.
El sistema editorial se reformó a partir de un orden temático y se crearon lo que entonces se denominaron series o núcleos editoriales correspondientes a los distintos géneros y materias: Arte y Literatura, libros de creación literaria y artística de autores cubanos y extranjeros de todas las épocas; Gente Nueva, dedicada a los niños y jóvenes; Ciencias Sociales, Ciencia y Técnica; Pueblo y Educación, para textos escolares y universitarios; Orbe y Ámbito, para temas de divulgación la primera, y de arte la segunda, luego desaparecidas con esas denominaciones, aunque sus respectivos perfiles fueron asimilados por otros sellos editoriales.
Dichas series fueron embriones de las posteriores editoriales de igual nombre, aunque Ciencias Sociales se diversificó en dos sellos: el original y Científico Técnica, mientras que Pueblo y Educación se desplazó a los ministerios de Educación, que mantienen este sello, y Educación Superior, que dispone hoy de dos editoriales: Félix Varela y UH. Asimismo surgió en 1971 la Editorial Oriente y poco después la Editorial José Martí. Sin estar vinculada en ese momento a ninguna serie se creó en 1969 la Colección Huracán, encargada de conformar un catálogo para dar a la luz los mejores títulos de la literatura universal de todos los tiempos y de diversas áreas geográficas, incluyendo títulos provenientes de las literaturas latinoamericanas, africanas y de los países asiáticos, sin desestimar la cubana, de la cual se publicaron obras emblemáticas.
Al fundarse la Editorial Arte y Literatura esta colección se transformó, bajo los mismos principios, en Ediciones Huracán, en tanto que dicha editorial creó o asumió, provenientes de la disuelta Editorial Nacional de Cuba, colecciones como Cocuyo, para novedades literarias cubanas y extranjeras, Biblioteca del Pueblo, para clásicos de la literatura universal del siglo XX, Teatro y Danza y Cuadernos de Poesía. Asimismo, del seno de Arte y Literatura surgió, en 1977, la Editorial Letras Cubanas, solo para autores nacionales de todos los tiempos, hasta entonces inmersa en Arte y Literatura. Por otra parte la Editorial Oriente atendió inicialmente la producción de los autores de la entonces provincia de ese nombre, hoy dividida en cinco, y ha adquirido un carácter nacional al encargarse de publicar libros de cubanos y extranjeros en las más variadas disciplinas a través de sus diferentes colecciones, privilegiando la literatura artística y la historia nacionales, sin abandonar sus propósitos fundadores. La Editorial José Martí tuvo como finalidad traducir y publicar, en otras lenguas, obras de cubanos, pero ha ampliado su perfil a otras áreas del conocimiento. Surgida con el propósito de perfeccionar la labor del ICL se fundó Ediciones Cubanas para arte y literatura nacionales vendidos, fundamentalmente, en el extranjero a través de las ferias del libro a las que Cuba es invitada, y en fronteras, hoy bajo el patrocinio de ARTEX.
De manera transitoria se han establecido, atendiendo a motivos puntuales relacionados con nuestro acontecer nacional, colecciones como la del Centenario, que divulgó, al conmemorarse los 100 años del inicio de nuestras guerras patrias, en 1968, obras de nuestros próceres independentistas; Palabra de Cuba, encargada de publicar obras de los padres fundadores de la nación cubana; Polémica, para la formación del pensamiento teórico, con títulos provenientes de un amplio universo temático, autoral y geográfico, y Pluma en Ristre, para los que hacían sus primeras armas en las letras. En 1976 el ICL se integró al sistema institucional del Ministerio de Cultura, mientras que la comercialización a través de la red de librerías se organizó mediante los Centros Provinciales del Libro y la Literatura. Una editorial digital, Cubaliteraria, rinde frutos bajo las propuestas de libros de autores del patio en los diferentes formatos propios de este modo de publicación.
Por otra parte, los esfuerzos editoriales en las provincias tienen larga data, pues se iniciaron en el mismo año en que se fundó el entonces Instituto del Libro, aunque en sus inicios privilegió solo revistas producidas en monotipia. Asimismo aparecieron los primeros libros de Ediciones Matanzas, hoy con más de treinta años de labor y, en igual provincia, Ediciones Vigía, Ediciones Holguín, de la provincia homónima, Ediciones
Capiro, de Villaclara, Ediciones Extramuros, de La Habana, y Unicornio, para el resto de los municipios entonces pertenecientes a la provincia Habana.
El golpe sufrido por la industria poligráfica cubana a partir de 1990, al disminuir drásticamente los suministros de papel provenientes de la antigua URSS, obligó, de manera transitoria, a la impresión de plaquettes, de muy pocas páginas y escasa tirada. Sin embargo, la política editorial del ICL favoreció el surgimiento de otros sellos en las provincias, manteniendo los antes citados. Nacieron El Mar y la Montaña (Guantánamo), Santiago (Santiago de Cuba), Bayamo (Granma), Sanlope (Las Tunas), Ácana (Camagüey), Ávila (Ciego de Ávila), Luminaria (Sancti Spíritus), Mecenas (Cienfuegos), Hermanos Loynaz (Pinar del Río) y El Abra (Isla de la Juventud). Al constituirse en años más recientes las provincias de Mayabeque y Artemisa, territorios integrados antes en la de Habana, se creó, para la primera, el sello editorial Montecallado, y para la segunda se mantuvo el que existía con anterioridad: Unicornio.
Superada la difícil coyuntura apuntada, en el año 2000 ocurrió en las citadas provincias —auspiciado igualmente por el ICL y con el apoyo gubernamental al más alto nivel— un replanteo estructural profundo, además de un aporte sustancial de recursos tecnológicos, con el fin de captar originales provenientes de autores de cada uno de los territorios. Se creó el Sistema de Ediciones Territoriales (SET). De este modo se cuadruplicó la cantidad de personas que vieron impresos sus originales y los libros producidos facilitaron, desde las provincias, la óptica inclusiva de la política cultural cubana. En la actualidad, algunas de esas editoriales territoriales —Matanzas, Holguín, Capiro— además de publicar obras de autores que radican en ellas, han asumido títulos de autores relevantes de nuestra literatura de todos los tiempos e, incluso, de extranjeros. Varias hacen traducciones al español de libros publicados en otras lenguas.
Durante los primeros años de la Revolución se realizaron variadas tentativas para organizar no solo una feria del libro en Cuba, sino para instituir festivales del libro en América Latina, bajo la orientación de Alejo Carpentier. Después de la creación del Ministerio de Cultura en 1976, el Instituto Cubano del Libro retomó la organización de modestas ferias, solo con la participación de editoriales habaneras, que paulatinamente han ido ganando un espacio significativo al tener carácter internacional. En la actualidad la Feria Internacional de Libro de La Habana, dedicada cada año a un país diferente, se ha convertido en uno de los espacios culturales más demandados por la población. Culminada su etapa habanera, la feria traslada su celebración a todas las capitales provinciales.
Forman parte de las labores del ICL instalar el Festival del Libro en la Montaña, los Sábados del Libro, con más de treinta años de fundados, suceso mensual al aire libre, en la zona antigua de la ciudad, para presentar las novedades editoriales; el Festival Universitario del Libro, Leer la Historia, La Noche de los Libros y Lecturas de Verano, que inauguran las actividades del estío. Al ICL pertenece también el Centro de Promoción Cultural Dulce María Loynaz, en La Habana, que realiza una importante labor de gestión cultural a través de múltiples actividades relacionadas con el libro y la literatura y organiza anualmente el otorgamiento de los Premios Nacionales de Literatura, de Ciencias Sociales y de Información Científico Técnica, entregados en el marco de la feria, y convoca, con igual periodicidad, el premio Pino Nuevos en diferentes géneros literarios, solo para escritores inéditos. Por encomienda del ICL establece cada año el Premio de la Crítica, que mediante un jurado dictamina las siete mejores obras cubanas aparecidas el año anterior a su convocatoria en materia literaria de todos los géneros, de ciencias sociales y en el área científico-técnica.
La labor que desarrolla el Instituto Cubano del Libro se despliega de manera diversa y atiende, dentro de la singularidad de su acción, una gama importante de propósitos sintetizados en dos: llevar el libro a todos los rincones del país y traspasar sus fronteras y promover la lectura en todas las edades. Cifra sus mayores desvelos en dar a conocer, con especial énfasis, lo mejor de nuestra producción literaria y artística, pero presta igual atención a otras disciplinas del conocimiento igualmente relevantes.
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