El periodismo es un servicio inexcusable.
Reinaldo Cedeño Pineda
Ser periodista ser Quijote, del poeta, escritor y periodista, Reinaldo Cedeño Pineda, vicepresidente de la filial santiaguera de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), es el título del «pequeño gran libro», como estoy seguro lo calificaría el multilaureado poeta y ensayista Cintio Vitier (1921-2009), publicado por la holguinera Ediciones La Luz.
Dicha obra está dirigida —fundamentalmente— a quienes amamos con razón y emoción el ejercicio periodístico, dignificado —en nuestro medio y fuera del archipiélago cubano— por el venerable padre Félix Varela, José Martí, don Enrique José Varona, y don Juan Gualberto Gómez, «el hermano mulato» de José Martí, y percibido por esos grandes hombres como fuente nutricia de ética, humanismo, patriotismo y espiritualidad.
En ese texto, el también miembro ilustre de la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), incursiona —con paso firme y seguro— en los «secretos» de nuestra sagrada profesión. Ccomienza su periplo por los intrincados caminos que él comenzó a recorrer en cuanto obtuvo el título de Licenciado en Periodismo por la Universidad de Oriente, los primeros «encuentros» y «desencuentros» con la dura realidad, que lo llevó a interiorizar e incorporar a su estilo de afrontamiento:
- (…) ser periodista es una marca de nacimiento que te seguirá como tu sombra [o] como tu luz […] es ser niño con los ojos de asombro siempre abiertos, [que] sustituirá tu nombre para siempre. Cuando voltees el rostro [habrás ejercido las más disímiles profesiones]. Estarás siempre al filo de la navaja. La vida te pondrá el listón más alto cada vez, y tendrás que aprender a saltarlo […].[1]
Por otra parte, el Premio Nacional de Periodismo Cultural (en dos ocasiones), revisita el pensamiento martiano en relación con el ejercicio periodístico, y reconoce en el fundador del periódico Patria a un ser excepcional lleno de luz interior, que le ha hecho formularse varias preguntas, cuyas respuestas convincentes aún no ha podido encontrar:
- (…) ¿dónde hallar su inextinguible lumbre? ¿Qué capacidad de surtidor poseía aquel hombre [con mayúscula]? ¿Por qué una y otra vez se nos aparece vencedor del tiempo, hacedor de caminos? ¿Cómo tocar sus alas [solo visibles para espíritus privilegiados]?[2]
De ahí que indagara en la prosa poética martiana, extrapolada a la «literatura con prisa», como el laureado novelista y periodista Gabriel García Márquez (1927-2014), Premio Nobel de Literatura, concebía el periodismo, y en la que destacara —como solo el poeta mayor de la patria grande latinoamericana sabía y podía hacerlo— los valores patrióticos y poético-literarios que enaltecieron la carismática personalidad de los próceres Carlos Manuel de Céspedes, «Padre de la Patria» e Ignacio Agramonte Loynaz, así como la de los poetas José María Heredia, «Cantor del Niágara», Juan Clemente Zenea y Oscar Wilde, quienes fueron implacablemente perseguidos por los «roedores de la inteligencia y el talento ajenos», tal y como el «Héroe de Dos Ríos» estigmatizara a los «envidiosos».
Exploración que le facilitó llegar a la conclusión —al igual que lo hizo Cintio Vitier— de que Martí: «[…] hizo cátedra de la noticia; laboratorio del suceso; de lo efímero, bello poema; extrajo de lo sucesivo, leyes. Expuso con olor a tinta fresca, y para siempre, su galería de retratos ejemplares […]».[3]
Completan ese volumen disquisiciones muy bien razonadas y fundamentadas acerca del periodismo cultural, que percibe como un criterio; la entrevista, que —para Cedeño Pineda— es un género muy difícil si se quiere llevar a «puerto seguro» con incuestionable profesionalidad, e implica «tocar» —con suavidad y respeto— la mente y el alma del interlocutor; el titular, sinónimo de iluminar, motivar al lector, oyente o televidente, en dependencia del recurso mediático empleado, y en consecuencia, despertar su atención e interés; y por último, la crónica, que brota del mundo interior de quien la escribe, al igual que la música y la poesía, se balancea —como las olas de un mar apacible o turbulento— entre la literatura y el periodismo, y además, registra con letras indelebles el ADN del autor; indicadores teórico-conceptuales y metodológicos que, finalmente, el prolífico creador santiaguero lleva a la praxis periodística mediante la acertada selección de algunas crónicas, cuyo contenido poético-literario es —desde todo punto de vista— incuestionable.
Estoy completamente de acuerdo con Reinaldo Cedeño Pineda en que ser periodista es ser Quijote, o con otras palabras, un profesional de la prensa que —«pluma en ristre»— se lanza al combate contra todo aquello que pueda contribuir al deterioro material, humano o espiritual de nuestra sociedad y de la humanidad.
[1]Reinaldo Cedeño Pineda: Ser periodista ser Quijote, Holguín, Ediciones La Luz, 2019, p. 14.
[2] Ibídem, p. 16.
[3] Ibídem, p. 23.
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