Serafín Ramírez es autor de un libro —no lo busque en el catálogo general de la biblioteca, pruebe en la sección correspondiente a «libros raros» —que es hoy una especie de Biblia dentro de la historiografía de las artes en Cuba. Se titula La Habana Artística. Apuntes históricos, y se publicó en 1891. Además de una joya bibliográfica, es un libro ameno y una obra de referencia para cuantos se interesen en el acontecer de las artes en la Cuba colonial.
Se ha escrito que La Habana Artística contiene algún que otro error en fechas y datos, que sus comentarios al cabo de más de un siglo y cuarto pueden haber sido superados, que no existe un método ortodoxo en el ordenamiento de los asuntos. En fin… algo similar ocurre con Francisco Calcagno y su Diccionario biográfico cubano. Es cierto lo anterior. Pero más lo es que se le consulta, se le cita y jamás se le pasa por alto. La Habana Artística sigue siendo una obra necesaria.
Max Henríquez Ureña, quien destaca el «meritísimo esfuerzo» de Serafín Ramírez, apunta que:
(…) para dar idea más cabal del ambiente que describe [el autor] no vacila en transcribir al final, después de diversos estudios de literatura y crítica musical, algunos programas de funciones de ópera y conciertos que en su tiempo tuvieron el carácter de acontecimientos artísticos.
Nacido en 1832, la formación musical de Serafín Ramírez fue básicamente autodidacta. Hizo algunos estudios de piano, de violonchelo y compuso varias obras musicales. En las sesiones de música que tenían por sede su hogar dio a conocer a nuevos valores, lo cual arrojó como resultado la creación de la Sociedad de Música Clásica, en marzo de 1866, un empeño en el cual, junto a él, estuvieron Nicolás Ruiz Espadero y otros artistas. De tal manera, se convirtió en un referente de cuanto suceso tuviera lugar en La Habana dentro el panorama de la música. De ahí que se le tenga por el padre de la crónica musical en Cuba.
También presente estuvo su huella en la labor de la sección de Música del Liceo de La Habana, y figuró por más de diez años en el tribunal examinador de las clases de música.
En realidad, Serafín Ramírez desarrolló una muy intensa actividad en la promoción del conocimiento musical, una de cuyas expresiones fue la Gaceta Musical de La Habana, de la que fue su director-propietario, amén de que sus colaboraciones se leyeron en Diario de la Marina, El Triunfo, Cuba Musical y Revista de Cuba.
Además del citado libro, Ramírez publicó otro, Prontuario del diletante, de 1883, y se le reconoce tiempo ha y justamente como fundador de la crítica artística.
El habanero Serafín Ramírez Fernández murió el 11 de mayo de 1907, es decir, 117 años atrás. Desde CubaLiteraria llegue a su memoria este modesto tributo.
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