El Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos ha sido visitado con frecuencia y profundidad por los estudiosos. Si del Diario de Montecristi a Cabo Haitiano existen solo cinco acercamientos de verdadero valor, de este Diario hemos encontrado alrededor de 32 estudios que prueban que el sentido de la obra no está «oculto», sino «enfrente», es decir, en el lector, en su carácter movilizador, en la vida. Si la recepción tiene un carácter siempre nuevo, esto se debe a que lo mutable es el grado de legibilidad, según Jauss. Este grado es particularmente rico, abarcador, minucioso en el caso de los estudios dedicados al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, que se deben en su mayoría a escritores y académicos de prestigio. El arco de lujo entre la escritura y lo académico lo presiden María Zambrano, Ezequiel Martínez Estrada y Ada María Teja. La proliferación de acercamientos a esta trascendente obra martiana nos hace recordar que «un clásico es una obra que suscita un incesante polvillo de discursos críticos, pero que la obra se sacude continuamente de encima», cada vez que recibe el milagro de una nueva aproximación. Estas páginas cuentan con el ingrediente añadido de ser fruto del regreso de José Martí a Cuba, crucial para nuestra identidad en su sentido más amplio y esencial. Ello se refleja en los juicios de Cintio Vitier: «centelleantes páginas» donde «tiene lugar […] uno de los sucesos más conmovedores de nuestra historia […]». Otra mirada lo envuelve, lo transparenta todo. Son ellos, es él, somos nosotros. Aquí hay una hermandad honda y levísima. Se está luchando por «algo», y en los de Lezama Lima porque «allí lo cubano busca su secreto y guarda su misterio». A esta parte del Diario la bibliografía pasiva ha prestado mayor atención, según el escritor Francisco López Sacha, por considerar que en él se refleja in situ la campaña militar, a lo que se opone su idea de que los dos diarios son diarios de guerra. Y cita a autores como José Lezama Lima, Cintio Vitier, Fina García Marruz, Víctor Casaus y Nuria Gregori.
Al llevar a cabo un enfoque sistemático de estos particulares estudios, con vista al mejor entendimiento por parte del lector y a la consecución del trabajo del crítico, encontramos varias líneas de clasificación que permiten unificar dichos ensayos. Resaltan por un lado los trabajos de corte filológico, entre los que se encuentran los dos estudios de Nuria Gregori, el de Rosa Hilda Zell y el acercamiento de Yasmina Fernández; y un pequeño grupo que versa sobre la trascendencia del sacrificio en este Diario, integrado por Manuel Isidro Méndez y María Zambrano. La muestra la conforman también los ensayos que se refieren al valor documental y testimonial del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, que son los escritos por Víctor Casaus, Bernardo Callejas, Froilán Escobar, Alfredo Alzugarat, Luis Toledo, Celina Manzoni y Susana Zanetti, grupo donde incluyo también el documental Páginas del Diario de José Martí de la autoría de José Massip. El carácter descolonizador y anticolonial del Diario son tratados en los estudios de Ada María Teja y Esteban Barboza Núñez. Otros profundizan en las particularidades del diario como género y cualidad, y como documento caracterológico de la personalidad de Martí. Nos estamos refiriendo aquí a los escritos por Ezequiel Martínez Estrada, Linett Cums Yumar y Francisco Ernesto Puertas Moya. Por último, un pequeño grupo trata el estilo y lo metafórico en el Diario. Allí se agrupan los trabajos de Salvador Bueno, Samuel Feijoó, Reinaldo Arenas, Pedro Marqués de Armas, David Leyva, otro de Ada María Teja, Kamila Orizondo, José Kozer y Arturo Arango.
El grado de legibilidad del Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos es particularmente rico, abarcador y minucioso, y la calidad y variedad de los acercamientos a él dedicados apuntan inobjetablemente a la condición de clásico de la lengua que posee este texto, la cual percibimos más claramente cuando se van estudiando y develando sus excelencias estilísticas, que llevan a sus estudiosos a comparar grandes obras de la literatura como La Odisea, La Biblia, las Crónicas medievales españolas o de Indias, o la mitología griega con el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, y que demuestran, además, cómo esta obra adelanta procedimientos de las técnicas narrativas del siglo XX, o se acerca a modos expresionistas o cubistas del discurso, con el eco de las vanguardias. El particular grado de seducción que posee el Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, el cual pudiera tener una de sus causas en la intensidad de la vivencia relatada, con su consiguiente ilusión de transparencia —que no significa que el Diario de Montecristi a Cabo Haitiano no lo posea en modo alguno—, ese carácter imantado, se multiplica sobre sí mismo e ilumina esa primera porción del Diario de campaña. Este Diario escrito en Cuba es tan seductor y está tan bien escrito que los estudiosos, en su mayoría ensayistas y académicos de gran prestigio, aunque traten temas específicos, no pueden sustraerse de señalar esas excelencias y singularidades de estilo, y el misterio que se desprende del texto.
Los ensayos dedicados al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos también reconocen, de manera general, que este documento constituye un resumen y símbolo de toda su existencia, como metáfora de la vida y sobrevida del héroe, como sumun de toda su obra literaria y emancipatoria, con el perfecto ajuste entre forma y fondo que posee, en tanto principio capital de la poética martiana. A esto contribuye la riqueza lingüística que ostenta y su carácter de documento histórico con singulares valores testimoniales, entre los que se destaca la fundación de la nacionalidad y la identidad cubanas. Tal riqueza también es trasmitida por la epicidad que define a sus retratos, con la cualidad de que Martí es un escritor-personaje que se convierte en metáfora, o lo que es decir, que llega a convertirse, gracias al Diario de Cabo Haitiano a Dos Ríos, en fábula, en leyenda.
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