Cuando los labios del mago del mar se separaron de sus párpados, Olca Eros pareció despertar. Estaba en su hogar, desnuda, sentada ante la mesa. El grueso libro de los tiempos permanecía abierto. Sus ojos, eso fue, sus ojos escaparon. No había sido un sueño, por supuesto. Las brujas sabían muy bien cuando soñaban y […] Leer más
La claridad se tornó abrigo. Volando tras sus ojos, la bruja llegó a una tranquila playa. Para su sorpresa, su cuerpo descendió despacio y sus pies tocaron la tibia arena. La bruja caminó, disfrutando la olvidada sensación en sus plantas. Una ola mansa llegó a besar sus dedos. Olca Eros sintió un placer inefable y […] Leer más
La sombra no era ese lento líquido que lo llena todo tras la luz. Tal un gran pensamiento corpóreo, en finísima membrana, reptaba alrededor de cualquier movimiento, objeto o idea. Podía ocupar todo vacío. El informe ente, una invocación remota, era un espejo con cuerpo de sombras. Un espejo que comía miedos. Olca Eros, sin […] Leer más
Un nuevo paraje apareció frente a las dos ingrávidas piedras negras. En vuelo, la bruja las seguía. El sitio se dibujó con claridad. Era un enorme paredón, de indefinidas texturas, al final de un camino que se bifurcaba hasta dos enormes portones. Uno estaba abierto. El de al lado, cerrado. Por la entrada accesible los […] Leer más
Los ojos se detuvieron en un extraño paraje. No era la típica habitación oscura, el bosque neblinoso, donde una sombra aparece y desata el pánico. Más bien, se trataba de un lugar indefinido, olvidado quizás por los nombres y los tiempos, pero ocupado por algún ente intangible. La mirada solo descifraba la repetida nada que […] Leer más
En veloz vuelo, sobre un anhelo, pronto Olca Eros dio alcance a los fugitivos. Flotaban, hipnotizados, frente a una interminable cascada de oro. La bruja se acercó y estiró el brazo. Pero no logró agarrarlos. Su mano solo atravesó la nada. Allí estaban sus ojos. Los veía, los sentía latir sobre el aire. No obstante, […] Leer más
Ante el libro de los tiempos fue que la bruja perdió sus ojos. No los diarios, los de evitar tropezones, adivinar signos en las invocaciones y cocer pócimas. Fueron los otros. Esas dos piedras negras donde guardaba memorias, hechizos, deseos. Donde conservaba los sonidos, los olores y pasos del mundo de ayer y del recién […] Leer más